Barranquilla 2018: La estamina y el orgullo se numeran 21 y 102
especiales

Barranquilla casi se despide. En las piernas de Henry Jaen y Dailin Belmonte estarán las últimas opciones de preseas para la legión de Cuba. Antes de que tomen la largada pensarán en la jornada de jueves, en ese repunte final de 21 títulos, para en definitiva llegar a 102 preseas de oro.
Es cierto, quedamos por debajo de lo pronosticado en el cómputo dorado, también descendimos respecto a los 123 cetros de Veracruz 2014 y vimos como México, dueño de 131 títulos nos desplazó de la cima regional que ostentábamos desde Panamá 1970.
En lo personal no creo que haya sido una mala actuación de los deportistas cubanos, amén de que sí considero que algunas disciplinas estuvieron por debajo de sus reales potencialidades y de los cálculos, como también otras superaron las expectativas.
Como igualmente creo que no se analizaron profundamente a la hora de predecir posibles rendimientos todas las variables circundantes para esta edición XXIII de Juegos Centroamericanos y del Caribe. Desde el calendario de competencias, escenario de lucha, situación real de los principales países contendientes, hasta la influencia de saberes cubanos diseminados por buena parte de la región.
Pero eso es harina de otro costal, y material para otros textos, cuando la cabeza esté fría y permita mucha mayor claridad en cada reflexión.
Jueves mágico
Toca adentrarnos en lo acontecido en la fecha, la más prolífera para la comitiva antillana y paradójicamente la de prácticamente ver caer el telón. Por primera vez en esta cita se superaron los 20 vellocinos en una fecha competitiva.
Desde bien temprano en la mañana los kayacistas Fidel Vargas y Yurieni Guerra hicieron presagiar la productividad del resto de nuestros representantes. Ambos se impusieron a la distancia de 200 metros para contribuir a reinar en la disciplina e iniciar una estela que no pararía hasta los pinchos humeantes de Yoandys Lescay.
En esa andadura ambos elencos de judo se comportaron intratables en el certamen por equipos al dominar por blanqueada de 3-0 a sus similares de Venezuela y República Dominicana; la lucha libre masculina barrió avalada por el poderío de Franklin Marén (74 kg), Yurieski Torreblanca (86), Reinieri Salas (97), y Yudenny Alpajón (125). Los cuatro fueron muros infranqueables para sus adversarios, y en más de una ocasión fueron la pegada o superioridad técnica sus recursos ganadores.
Si de disciplinas descollantes en las cuales la fórmula es combatir para ganar se trata, la esgrima tuvo notas en La sostenido. Este jueves el elenco varonil de florete agujereó las camisillas de sus contrarios sin miramientos y no paró hasta hacerse del título, liderado por Michael Carty, en tanto las chicas del sable se agenciaban bronce, luego de un disputadísimo 44-45 adverso en semifinales ante México.
De cualquier manera, la alegría entre touchés fue suprema, al punto de permitirnos nuestros esgrimistas escuchar el Himno Nacional en ocho oportunidades.
La dignidad del deportista cubano tuvo un ejemplo de primer nivel en los representantes del bádminton. Con dos metales áureos y un disputadísimo final del doble mixto entre las dos parejas cubanas, el rendimiento de la selección de la Mayor de las Antillas dejó un sabor grato, especialmente para aquellos que conocen los avatares que afrontan en su cotidianeidad, con cuartel general establecido en Cienfuegos y complejidades de horarios al compartir cancha con otros deportes.
De eso también va evaluar lo acontecido en Barranquilla, de conocer las realidades que circundan cada resultado o performance de nuestros deportistas, el sacrificio, los escollos superados, la predisposición psicológica y física en el instante de la verdad.
Continuamos con los deportes de combate pues esos siempre catapultan a Cuba en cualquier entorno. El boxeo no fue la excepción esta vez y los cuatro hombres que subieron al ring, entiñendase Lázaro Álvarez (60 kg), Roniel Iglesias (69), Julio César La Cruz (81) y José Ángel Larduet (más 91) cumplieron con su condición de favoritos y definieron a su favor los pleitos por el título. Larduet lo hizo por la vía del RSC en el segundo asalto, Álvarez y La Cruz de forma unánime, y Roniel por votación dividida de 4-1.
En definitiva, la tropa de Rolando Acebal se adueñó de seis cetros en siete de las divisiones en que concursó, para redondear un rendimiento a tono con su superioridad en el panorama centrocaribeño.
Caía la tarde, el calor sofocante tanto acá como en Barranquilla hacía mella, pero la atención y fidelidad frente al televisor pudieron más, máxime tratándose del momento del atletismo. El adiós con pinchos calzados no pudo ser mejor. Cuatro oros marca registrada del triplista Cristian Nápoles, autor de tope personal de 17.34 metros, y acechado considerablemente por el novel de 17 años y plusmarquista universal juvenil, Jordan Díaz (17.29). Lo relevante de esa definición fue que ambos eslabonaron una cadena de seis saltos, a razón de tres cada uno, superiores a los 17 metros en sus intentos iniciales. Con esos truenos, nada tuvieron que hacer sus oponentes.
Ese aperitivo lo complementó igualmente en el área de salto el pertiguista Lázaro Borges, quien ratificó su supremacía de Veracruz, solo que ahora al sobrevolar la varilla sobre 5.30 metros y compartir el máximo lauro con el representante de Colombia.
La pista depararía las mayores emociones. De brindárnoslas se encargarían las dos postas del 4x400. Primero Roxana Gómez, con todo y su pierna derecha vendada nos regaló un último tramo de ensueño, saliendo a rematar en la curva, con fuerzas suficientes y un paso endemoniado para sellar un récord Centroamericano y del Caribe en 3:29.47 minutos. Junto a ella, por ese orden las palmas para Zurian hechevarría, Rose Mary Almanza y Gilda Casanova, las restantes miembros de la cuarteta.
No menos electrizante fue atestiguar el cierre de Yoandys Lescay. El fiñe, como todos le conocen en el Estadio Panamericano, recibió el bató de cuarto en el último tramo, abrió sus turbinas, evidenció cuatro pulmones en los 200 metros iniciales, en los cuales descontó la desventaja y rebasó a quienes le aventajaban, y prácticamente con las bilis soportó el embate del último corredor dominicano para aferrarse al cetro. Si en la vuelta al óvalo individual el quisqueyano Luguelín Santos lo venció en su justa medida, ahora Lescay, de conjunto con Leandro Zamora, Adrián Chacón y el cuarto elemento de la posta, se sirvieron en copa fría la venganza.
Tocaría con la adrenalina al límite, el turno de los deportes colectivos. El disfrute del polo acuático femenino y la manera de redimir a sus homólogos que cayeron 10-12 ante Colombia. Las chicas no dejaron brecha alguna, como tampoco lo hicieron, para beneplácito nuestro, los hombres del softbol, superiores en el crucial desafío por el oro 4-2 a Venezuela, una de las potencias del deporte de la bola blanda a este lado del Atlántico.
Los ojos se me cierran, toca despedirme y lo hago con la imagen de la vergüenza deportiva en el rostro del basquetbolista Karel Guzmán. Por esas paradojas del destino el escolta fue el mejor jugador de Cuba en la conquista del bronce 75-73 sobre República Dominicana. Sus 25 cartones, ocho rebotes y cinco asistencias lo constatan. Sin embargo, el dolor de no haber podido embocar dos tiros libres en un momento crucial le dolieron sobremanera.
Ese pictograma retrata al deportista cubano, comprometido, con honor y orgullo, siempre ávido de victoria, aunque la realidad no se comporte como lo tenían previsto o diseñado.
Es poco probable que Cuba supere las 102 coronas con las que me fui a la cama en la madrugada del viernes. México es justo campeón en Barranquilla y los anfitriones colombianos (77-92-96) anclaron en la tercera posición.
Sé que me costó conciliar el sueño. Por mis venas corre sangre deportiva, y en mis oídos, bien entrada la madrugada, retumbaba el eco de «Gallo de Pelea».
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