La «nada»; de Carlos Quintana

La «nada»; de Carlos Quintana
Fecha de publicación: 
16 Septiembre 2011
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El Museo Nacional de Bellas Artes presentará en octubre próximo la exposición «Nada», del pintor contemporáneo cubano Carlos Quintana, con lo más reciente de su producción.

Una veintena de lienzos de gran formato conforma la muestra que reúne obras realizadas en China, Madrid y Norteamérica. Al decir de su curadora Aylet Ojeda, aquí se mantiene la temática general del artista: ese ambiente onírico, de fabulaciones, el encuentro entre dos mundos.

«Esta exposición es el resultado de un trabajo continuo. Ahora mismo yo podría compararlo con la faena de un machetero porque ha sido arduo. El título no tiene una explicación exacta. Le puse "Nada" porque simplemente quiero mostrar lo que estoy haciendo, nada más».

Así dice Quintana, sin embargo, si nos ponemos más metafóricos, no hay nada más hondo que la nada. Tal vez el artista no pensó en eso, pero de seguro sus partidarios le encontrarán mucha lógica.

Habanero del Vedado, nacido en 1966, Quintana se graduó en el Instituto de Diseño y en la Academia San Alejandro. Desde fines de los años 80 ha expuesto en importantes plazas culturales de América, Europa y Asia y actualmente vive y trabaja entre Cuba y España.

Él mismo se define como un hombre de fe que gusta, en su trabajo y en su vida, de confrontar religiones. Tiene una personalidad atrayente, tan desconcertante como su obra, esa que nos deja pensando cuando la tenemos delante.

Tal vez sea eso lo que hace místico o mágico el trabajo de Quintana, porque si algo llena el arte en nuestras vidas, es esa necesidad de ejercitar la mente, de cuestionarnos qué hay más allá.

No soy una conocedora de su obra, recién estoy descubriéndolo, pero siento que las imágenes que veo nos dejan inquietos. Son espontáneas, mas no hay aquí una obra facilista. Creo que encierra una buena dosis de complejidad conceptual. No podía ser otra la visión de un artista ante su entorno. La inconformidad per se es la premisa de un creador.

Auguro para esta exposición una experiencia interesante. Mejor decirlo así simplemente. Lo demás, como dice el propio Quintana, queda por nosotros, los espectadores.

-Aunque tu obra ha circulado bastante en Cuba, esta exposición es una especie de debut, ¿cómo empezó Quintana a pintar?

-Pinto desde que nací -dice entre risas-, de seguro el vientre de mi mamá estaba lleno de dibujitos. En realidad dibujo desde niño. Es todo lo que sé hacer. No me queda más remedio que ser pintor.

-¿Qué es lo que prefieres pintar, qué te motiva más?

-Ese trabajo se lo dejo a los críticos. Yo pinto de todo: gente, caballos, casas, árboles, últimamente hago muchas flores, figuras humanas y animales extraños que yo invento. Yo no tengo un discurso agudo ni conceptual para definir mi trabajo. Se trata de un acto de fe. Yo no hablo del arte, sino que lo hago.

-Las obras de esta muestra fueron hechas en otros lugares distantes de Cuba. ¿Eso influye en lo que haces?

-Para nada. Eso viene por circunstancias fortuitas. Donde estoy, yo trabajo. Me muevo mucho. Si me llaman a China, voy allá, eso fue lo que pasó cuando las olimpiadas de Beijing, expuse allá. Algunas de esas obras las traje a esta muestra. Pero te digo la verdad, a mí no me influye la geografía ni la cubanidad, aunque yo soy un cubano auténtico. A Cuba la llevo en mi corazón donde quiera que yo esté, eso es importante decirlo.

En mis cuadros no se sabe si quien pintó eso es alguien de Nueva York, de Burkina Faso o del Cerro. Es algo que hay que ver.

Puede influirme más el lugar por su clima o las condiciones técnicas que me rodeen. He vivido en China, en Nueva York, Madrid, Cali, en muchos lugares, y siempre he vivido pintando. Creo que ahora lo hago mejor que antes.

-¿Qué quieres decir con que eres un pintor a la antigua?

-A la antigua usanza con lienzo y pincel. Me identifico con el trabajo artesanal. También hago grabados y estoy explorando en la escultura. Pero me gusta hacer como los artistas de antes: el pintor en la soledad de su estudio con el lienzo y la modelo delante. Yo no trabajo así exactamente, pero me gusta.

Cuando te sientes delante de uno de mis cuadros, entenderás lo que te digo. Creo que no es necesario armar revuelo para hacer algo que nos deje pensando un mes o varios días.

-¿Eso te pasa a ti cuando terminas una obra?

-No, yo no pienso, pero los que la ven, sí. Lo digo por experiencia, llevo pintando más de 25 años y escucho lo que me han comentado esas personas. Hay que respetar sus criterios.

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