Puertas por abrir

Puertas por abrir
Fecha de publicación: 
21 Septiembre 2017
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Hace un par de días, el Noticiero Nacional de Televisión informaba sobre locales de instituciones cedidos o prestados a personas cuyos hogares fueron arrasados por el huracán Irma.

Está muy bien que sea así, aunque no se dio a conocer la cifra.

Pero quedan muchos otros espacios que igual pudieran ser entregados a los tantísimos cubanos que hoy viven en albergues o en casas de parientes o amigos, porque sus casas quedaron entre las arrasadas por la furia de Irma.

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¿Cuántos de estos que se evacuaban en Baracoa ante la amenaza de Irma encontraron al regreso sus casas?                                                     Foto: Cubadebate

Tan solo en Ciudad de La Habana, basta con recorrer sus municipios más céntricos para percatarse de cuántas organizaciones de todo tipo, y también otras entidades como ministerios, empresas y más, disponen de numerosas instalaciones, casas de visita, almacenes, etc., que quizás pudieran igual entregarse.

De este modo, «se matarían dos pájaros de un tiro». En primer lugar, sería una sustancial contribución para solucionar el grave problema que tiene el país con el fondo habitacional.

Existe desde hace mucho, los ciclones y huracanes que sistemáticamente golpean a la Isla lo han ido agudizando, a la vez que se acumulan los casos por resolver, y ahora el paso de Irma «le puso la tapa al pomo».

La otra cuestión que podría paliarse con estas posibles entregas de locales, casas y hasta edificios, es la burocracia, o mejor, la superabundancia de personal de oficinas que no produce bienes materiales y, en más de una oportunidad, lo que sí ocasiona son problemas.

Resulta evidentemente paradójica la desproporción entre el personal de oficina que se encarga de controlar, asesorar, contabilizar, dirigir… y los bienes que generan algunas entidades.

Y qué decir de locales que están sencillamente cerrados con su candadito, y cuando uno pregunta a qué institución pertenecen, la gente ni sabe. Y llevan cerrados tanto tiempo, que evidentemente no hacen mucha falta a donde pertenecen. A veces son solo pequeños espacios, donde solo pudiera organizarse un cuartico con su baño y una cocinita, pero cuánto le resolverían a aquellos que hoy no tienen nada.

Habría que ponerse de verdad en el lugar de esos cubanos para salir corriendo a entregar tales espacios.

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Quienes residían en lo que fueron estas casas de Palmarito, en Júcaro, la comunidad más afectada por el huracán Irma en Ciego de Ávila, de seguro agradecerían la llave de uno de esos locales cerrados y sin uso.

Se comenzó hace unos años un experimento en las entonces nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque de fundir en un mismo edificio —una antigua escuela en el campo— un conjunto de organismos y organizaciones. Ello reducía personal y, por ende, el pago de más salarios, eliminaba duplicidad de funciones, ahorraba transporte y también molestias a los ciudadanos, quienes podían solucionar asuntos diversos en una única locación.

Tal intento no ha continuado extendiéndose, al menos que se sepa. Y aunque no había que esperar al día de hoy, la actual coyuntura bien que sería una magnífica ocasión para seguir por ese camino, y así ir liberando locales que se convertirían en viviendas.

Sí, claro que ello conlleva reubicación de personal y un largo etcétera que le movería el piso a un bulto de gente, pero ¿hay razón más prioritaria que ayudar a quienes han quedado sin vivienda?

Pienso que no la hay, sobre todo en una república como esta, concebida, al decir de Martí, «con todos y para el bien de todos», y son muchos los cubanos que ahora, sin vivienda, no están bien, nada bien.

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