CRÍTICA DE CINE: Eternidad

CRÍTICA DE CINE: Eternidad
Fecha de publicación: 
28 Junio 2017
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Una voz en off va narrando cómo cada una de las mujeres de esta película tiene hijos, y luego cómo estos tienen descendencia... y así sucesivamente, en un ciclo sin fin. Estamos en presencia de un relato que se despliega a lo largo de un siglo, en el cual los hombres son figuras decorativas y el único significado de las mujeres es parir.

En otras cintas de este director —Cyclo (1995) y Tokio Blues (2010)— se notaba ya mucho amor por la decoración, pero en Eternidad el asunto raya en cursilería. Audrey Tatou está totalmente desaprovechada como actriz… como el resto del elenco de Eternidad. En esta película, la sexta del director vietnamita, los actores no interpretan; posan.

Eternidad es la adaptación de una novela llamada, en su título original, L’Élegance des Veuves (La elegancia de las viudas), de Alice Ferney, autora que se ha declarado en contra del matrimonio homosexual y la reproducción asistida, y para la cual la mejor manera de autorrealización de una mujer es la maternidad. Ya se ve: hay tantos puntos de vista como personas hay sobre la tierra.

La cinta tiene, eso sí, una gran belleza. Pero es ficticia: cómo no lograr la impoluta fotografía, si cada jardín y mansión de ensueño de Eternidad aparece lleno de personas hermosas para idealizar aún más el encuadre. No hay discusiones ni manchas. Nadie es descortés ni feo. Nadie tiene, en ningún momento, un cabello fuera de su sitio. Todo es extremadamente ideal. Parece el paraíso. Así cualquiera logra una fotografía hermosa.

Todos sabemos que la vida no es así. Pero la artificialidad de esta película no es el problema. Este radica en la imposibilidad de la cinta de hacer que el espectador se sienta identificado con la sucesión de nacimientos y de personajes… cuya única razón de existencia es procrear. ¿Cómo pudiera un espectador identificarse? Los vemos casándose y teniendo hijos, que parecen crecer mientras corretean por el jardín. Una vez adultos, se casan, tienen hijos… Ups, ¿me estoy reiterando?

Eternidad ve parir más hijos que la sala de parto de un hospital. Pareciera que las mujeres de la película quieren poblar al mundo.

En otros momentos de su carrera, Tran Anh Hung logró el premio Cámara de Oro en el Festival de Cannes por la mejor película (con El olor de la papaya verde, 1993). Por su parte, Cyclo le valió el León de Oro del Festival de Cine de Venecia en 1995. Pero Eternidad no recibirá ningún premio. Es una cinta hermosa, pero fútil.

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