ESTRENO DE CINE: Últimos días en La Habana

ESTRENO DE CINE: Últimos días en La Habana
Fecha de publicación: 
15 Junio 2017
0
Imagen principal: 

Ninguna película, ni siquiera la más contundente, va a complacer a todo el mundo por igual. Consumir cine es cuestión de «sensibilidad». No importa su excelencia formal. Puede que a muchos no les guste Últimos días en La Habana, el más reciente estreno de Fernando Pérez, que se exhibe en el circuito nacional. Pero es evidente que aquí está el singular pulso del director. Y eso bastará a buena parte de sus seguidores.

Se trata de una historia ardua, ambientada casi siempre en contextos sombríos, protagonizada por personajes que muchas veces están al margen… o muy cerca del margen, en situaciones no por lo rutinarias menos conflictivas. Pues sí, aunque a no pocos les choque: hay gente que se ha acostumbrado (o resignado) a vivir en el filo de la navaja, mirando todos los días la cara de la adversidad, de la inestabilidad, del desasosiego…

Lo que pasa es que nos acostumbramos a que nos narren muchas de esas historias como tragedias o dramas. Y aquí se aparece Fernando Pérez contando una comedia por momentos negra, por momentos sentimental, en ocasiones ambigua… hasta el punto de que se desdibujan sus límites. Para algunos parecerá indefinición de género, pero resulta algo mucho más complicado: este es un país de marcados contrasentidos: el mejor humor suele nacer de la desgracia. Tragedia salpicada con sainete. O viceversa.

Fernando Pérez recrea esas circunstancias, ahora desde un realismo que se aleja del énfasis metafórico, del vuelo poético, de la vocación simbólica de algunas de sus películas. Lo que no significa que aquí no haya metáfora, poesía o símbolo… pero la concreción resulta mucho más escueta. A no ser desde la visualidad, porque se prodigan imágenes de fuerte calado alegórico: la dolorosa belleza de la destrucción. Una vez más en el cine de Fernando Pérez. Uno hasta pudiera pensar que el director quiere colmarnos con sus obsesiones.

alt

Un enfermo de sida postrado en su cama, un amigo que lo asiste, una familia que pretende heredarlo (con buenas y no tan buenas intenciones), un vecindario variopinto, personajes episódicos, que aparecen solo para defender (demostrar, sostener) determinados puntos de vista… pareciera un entramado babilónico, y sin embargo, Pérez se las arregla para integrarlos en una película más bien íntima, en que abundan los planos medios y los primeros planos, en la que no hay estridencias en el color o la banda sonora.

El edificio dramático de la cinta se sostiene sobre todo por el contraste de los dos personajes principales: el enfermo (Jorge Martínez): incisivo, ingenioso, con toda intención caricaturesco (hay muchos homosexuales que juegan habitualmente este juego de máscaras); el amigo que lo cuida (Patricio Wood): abrumado, oscuro, presa de un misterio que nunca se nos devela. Es convincente la manera en que se equilibran esas dos líneas, el «jugo» que se le saca a esa amistad ejemplar.

El principal problema de Últimos días en La Habana no está en los personajes, ni en la recreación de un contexto (el que dude de la verosimilitud de muchas de las situaciones, que vaya a un solar de Centro Habana), ni siquiera en ciertas cacofonías del guion… El talón de Aquiles está en el manifiesto tono de alegato, que por momentos llega a rozar con el didactismo.

alt
El director parece demasiado preocupado por subrayar su mensaje y llega a resultar agobiante esa insistencia. El monólogo final —por más que pueda pasar por homenaje a otros filmes suyos o marca de autor— recalca esa necesidad de no dejar cabos sueltos, ni siquiera los que pudieran dar alas a la imaginación del público.

Los que compartan (en parte o plenamente) los puntos de vista de Fernando Pérez, aplaudirán los muchos aciertos de esta película. Los que no, saldrán del cine pensando más en los defectos.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.