Niña Moza (+ Fotos)

Niña Moza (+ Fotos)
Fecha de publicación: 
3 Mayo 2012
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Ya el público nacional está viendo Niña Moza. Hace un par de años, cuando fue estrenada en el canal de la capital, uno se preguntaba cómo podía ser posible que una telenovela de su nivel fuera despilfarrada en un número limitado de televidentes cuando en Cubavisión, el canal generalista nacional, se estaba transmitiendo por esos mismos días, y en horario estelar, el bodrio Páginas de la vida. Cosas raras que suceden. Pero lo cierto es que esa contrariedad está siendo zanjada. Ahora los amantes de las telenovelas en nuestro país pueden asistir en las mañanas a las infinitas peripecias del folletín.

Niña Moza (Sinha Moça) es una telenovela de Benedito Ruy Barbosa, autor de otras series conocidas como Cabocla, Renacer y Paraíso, y su primera versión fue estrenada por O’Globo en 1986. Está inspirada en la novela homónima de la escritora y periodista María Camila Dezonne Pacheco Fernández, publicada en 1950. Se especula que la idea de la primera adaptación televisiva fue llevada adelante por una estrategia comercial del canal, bajo la sombra del éxito internacional alcanzado por la legendaria La esclava Isaura, de Gilberto Braga. Quizás eso justificaba la coincidencia de elenco entre las dos novelas. Lucelia Santos regresó en una trama decimonónica y antiesclavista, ya no como una introvertida esclava blanca, sino como Niña Moza, hija del esclavista barón de Araruna, una mujer luchadora y valiente. Y, en el papel del barón, Rubens de Falco volvía a asumir el antagonista como lo había hecho –y en grande– con su antológico Leoncio de la novela de Braga. Mismo conflicto, aunque en diferentes épocas. Si La esclava había sido un éxito, sus ingredientes aderezarían la novela de Barbosa, y le asegurarían el triunfo evidente. No fue así. La forzada y clara cercanía de ambas novelas eclipsó a Niña Moza que, sin llegar al fracaso, no pudo competir con lo que ya se había convertido en una leyenda global.

 

En el año 2008, la O’Globo relanzó Niña Moza. Los tiempos habían cambiado y la novela era perfecta para el espacio romántico de las seis de la tarde. Los libretos originales de Barbosa fueron reescritos por sus hijas. Con una nueva tecnología, la puesta en escena de esta versión fue primorosa. Una profunda investigación volcada en la dirección de arte no descuidó ni el tipo de vajillas usadas, ni las sábanas de las camas. Muchas piezas originales fueron reproducidas para la novela. Más que telón hermoso, cada set estaba construido a partir de los valores definitorios de los personajes que los habitan. La música envuelve a los personajes, los acompaña perfectamente acoplada a sus acciones y sentimientos. Se escuchan aires agrarios, ritmos africanos, temas de ascendencia lusitana, y la belleza del impresionismo francés. En esta novela el canal O’Globo dio un salto tecnológico en sus dramatizados. Equipos digitales de alta definición fueron estrenados aquí. Cámaras que pueden registrar los detalles con superior capacidad, lentes que captan a plenitud el tramado de valores que construyen las luces y las sombras en el espacio, permitieron alcanzar esa plasticidad escénica que hasta hace poco solo era privilegio del cine, y que es tan necesaria en las recreaciones «de época». Y en exteriores se lograba al fin esos paisajes perfectos y coloreados que una telenovela necesita para encantar a los televidentes. El mapa dramático fue apretado en sucesos. No hubo capítulo sin peripecia y la emoción estuvo dosificada.

 

Débora Falabella interpreta a Niña Moza

 

Débora Falabella y Danton Mello

En el elenco varias generaciones de actores de probada eficacia. Débora Falabella es una actriz que a pesar de su juventud, ha sido probada en personajes complejos e intensos. Esa fuerza era idónea para Niña Moza, a quien la actriz dotó de la candidez de la heroína romántica y el arrojo que identifica a la mujer contemporánea, inteligencia y dulzura. Danton Mello ya había trabajado en otra novela de Barbosa, cuando interpretó al Neco de Cabocla. Su carisma lo llevó a robarse el show en aquella serie y por eso no fue difícil que se pensara en él para encarnar al personaje coprotagonista de la nueva telenovela. Su Rodolfo, el amor de Niña Moza, es simpático y por momentos emociona, aunque a veces nos parece que estamos en presencia del Neco de Cabocla, que se ha filtrado aquí, oculto bajo otro nombre. Osmar Prado como el barón de Araruna, defiende cómodamente el personaje más difícil de la novela, un hombre cruel y abusador, que también es capaz de amar intensamente, y con oculta ternura, a su mujer e hija. Junto a él, Patricia Pillar, siempre justa y hermosa, ahora como la baronesa Cándida. 

 

Osmar Prado (barón de Araruna) y Patricia Pillar (baronesa Cándida)

Como telenovela, Niña Moza no es un acercamiento exhaustivo, naturalista, a la historia. El universo de esta serie es indiscutiblemente romántico; siempre habrá una estilización en pos de la emoción, el período histórico es dibujado con velada nostalgia, es embellecido a pesar de sus sombras, se idealiza. En Niña Moza se hace constante referencia a lo despiadado del régimen esclavista, pero en la pantalla se ha evitado mostrar las verdaderas llagas de ese sistema, su aspecto más cruel. A una novela romántica como esta, retablo simbólico y emotivo, le sería difícil asumir esta misión de fidelidad. La pretensión es otra, entretener, encantar, obtener ganancias económicas en una apuesta segura; pero en este caso —y es el mérito de sus autores— se ha discutido a nivel alegórico algunos asuntos importantes para el hombre, de forma más clara e intensa de lo que se suele hacer en casi todas las telenovelas al uso.  

 

 Bruno Gagliasso (Ricardo) con Isis Valverde (Ana)    

Niña Moza es más que una novela de amor. Además de las relaciones sentimentales entre los personajes, casi todos los conflictos giran alrededor de la necesidad imperiosa de la abolición del régimen esclavista. Pero la telenovela va más allá al defender una idea más plena sobre la emancipación. Además de la lucha por los derechos de una raza, Niña Moza se afianza constantemente en asuntos como la fuerza revolucionaria de los jóvenes, la libertad del sexo, la autonomía de la mujer, el derecho de los habitantes de un país a decidir su sistema social. No hay tema en esta novela que no gire sobre este concepto de emancipación. Es el súper objetivo que defienden los personajes positivos, quienes se unen en su defensa. Los personajes negativos atacan apertrechados en ideas reaccionarias y caducan. Lo que vemos en el retablo es una clara lucha de ideas.

 

Caio Blat (Mario) con Vanessa Giácomo (Juliana)

 

Eriberto Leão como Dimas-Rafael

Quizás estas características hagan más cercana esta novela para los cubanos. Nuestro país conserva viva la memoria de sus días de esclavitud, vivió un proceso de mestizaje similar. Una historia como esta podía transcurrir sin muchas diferencias en alguna zona de Cuba. La novela está hablando en un lenguaje que el cubano reconoce sin dificultades, se estiliza un pasado histórico que, de alguna manera, también compartimos, y el debate romántico que se establece entre el ayer y el hoy, también es nuestra discusión. Quizás esa sea la razón de la simpatía que Niña Moza, a pesar de estar siendo transmitida en un horario difícil, ha despertado en los televidentes de la isla.

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