Golpeando a Washington

Golpeando a Washington
Fecha de publicación: 
9 Octubre 2016
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No fue una simple visita. No solo protocolar y de amistad. Fue más que eso. Fue el saludo del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, al pueblo de Vietnam, al que calificó de heroico.

Recordemos que desde las enormes bases militares norteamericanas en Filipinas partían diariamente los enormes aviones B-52 que bombardeaban impunemente al pueblo vietnamita, contribuyendo a la muerte de cuatro mllones de personas y heridas y deformaciones a otras tantas.

Esta vez, un mandatario que ha sorprendido a los hijos del Imperio, que ganó limpiamente sus elecciones y ha demostrado hasta ahora que está dispuesto a combatir al narcotráfico y la corrupción, acaba de declarar en Hanoi, ante el Presidente vietnamita y miles de entusiasmados capitalinos, que este año será la última vez que su país participará en maniobras combinadas con Estados Unidos y que no lo ayudará en el patrullaje del Mar del Sur de China, dispuesto por Washington para elevar la tensión con Beijing.

La lectura que se desprende de esto es que Manila se niega a jugar el papel que le tiene asignado Washington de agravar el contencioso en una zona reclamada por China, y subraya que todo tiene que resolverse pacíficamente, mediante conversaciones.

Beijing ha sido presionado por Estados Unidos  en relación con la reclamada soberanía sobre 130 islas coralinas en el Mar de China Meridional y de las islas Spratly reclamadas por Vietnam y Filipinas, que han adoptado una posición conciliadora, diferente a a los objetivos de la política estadounidense.

Para Washington resulta vital controlar la zona, porque en el subsuelo, bajo las aguas, se suponen que existen reservas de petróleo y gas natural similares a las de Qatar. Además, más del 50% del tráfico mundial mercante navega por sus aguas.

Esto es lo que explica realmente las amenazas norteamericanas de imponer sanciones a China y no los supuestos robos cibernéticos de la tecnología norteamericana como argumenta el Departamento de Estado Como lo afirmó el politólogo Noam Chomsky, la política exterior y militar norteamericana está orientada al mayor control de la mayor parte de la oferta mundial de petróleo, como “parte sustancial del dominio del mundo”.

Precisamente, estas presiones norteamericanas obligaron tanto a a Rusia como a China a estrechar su alianza estratégica, económica, financiera y militar para no permitir a EE.UU., lograr una absoluta hegemonía del mundo.

Frente a las maniobras militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en los países bálticos y otros fronterizos, los rusos lanzan otros similares y junto con la Armada china hacen ejercicios en el Mar Mediterráneo.

Desafiando a los ejercicios de las naves estadounidenses en el Mar de China Meridional, buques chinos llegan hasta las aguas de Alaska.

Además, los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping firmaron 32 acuerdos de todo tipo dirigidos a estrechar la unión entre los dos países y para no permitir a EE.UU. “balcanizar” primero a Rusia y, posteriormente, “romper” a China.

Filipinas, por primera vez, trata de no formar parte de este embrollo montado por Washington, que, sin dudas, ha acusado el golpe que Duterte le ha infligido y que puede servir de ejemplo a otros sumisos aliados de la región.

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