Telenovela brasileña: ¿El Imperio de las ambiciones, del dolor o del engaño?

Telenovela brasileña: ¿El Imperio de las ambiciones, del dolor o del engaño?
Fecha de publicación: 
8 Julio 2016
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Intrigas, misterios, falsas expectativas, miserias humanas, ambiciones, engaños, todo eso y más «viste» la novela brasileña de turno, Imperio, que cada noche incita en los cubanos —antes eran solo las mujeres, pero ahora se suman todos los integrantes de la familia— las más disímiles opiniones.

Junto a las magistrales actuaciones de Lília Cabral y Alexandre Nero (en sus roles protagónicos de María Marta y José Alfredo, este último el carismático y controvertido Comendador), sobresalen también Drica Moraes (personifica la villana Cora) y Leandra Leal, Cristina en la obra, quien hasta los capítulos vistos —y aclaro esto porque en las novelas brasileñas cualquier cosa puede pasar a última hora— es uno de los personajes más positivos, quizás por su humildad y nobleza.

Una vez más la cadena de televisión Rede Globo «atrapó» a los televidentes cubanos con una trama original, y esta vez lo logró desde los primeros capítulos, no solo con admirables actuaciones (como es habitual), sino con una excelente fotografía y un adecuado acompañamiento musical, aunque claro está, en lo personal prefiero los ritmos autóctonos.  

No obstante, ese «enganche» inicial ya se ha ido desmoronando con situaciones simplistas y hasta inconcebibles —como la del pintor loco y desconocido, u otras—, simplemente banales, que conducen a diálogos repetitivos y sin sentido.

Escrita por Aguinaldo Silva (y cerca de una decena de colaboradores) y bajo la dirección general de Rogério Gómez, Imperio transita desde la lógica de lo posible a lo imposible, de lo real a lo caricaturesco, de lo humano a lo divino, y no al revés.

Así, «por casualidad y en una noche tormentosa», María Marta se tropieza en su camino con el hijo de Sebastián Ferreira, un contrabandista de diamantes (Reginaldo Faria), cuya fortuna «alimenta» José Alfredo y es lo que lo hace convertirse en el Comendador; Cora siempre anda en enredos, haciendo prevalecer la mentira y la envidia; Cris lo cree todo con absoluta ingenuidad; y la novia del Comendador, María Isis (en la vida real Marina Ruy Barbosa), vive tranquila y feliz, casi sin salir de casa, esperando a su príncipe azul, quien le proporciona esa vida de glamour que lleva.

Situaciones inconcebibles y hasta irreales se combinan en una historia que, como otras de su tipo, son puro entretenimiento, uno de los aspectos más apreciados por los televidentes cubanos y de los objetivos que persigue la Rede Globo que, sin duda, los cumple sin discusión alguna. De ahí el reconocimiento mundial por facturar novelas exitosas.  

Sin embargo —y como en otras de su tipo—, Imperio, a mi modo de ver, aborda con cierta maestría el tema de la homosexualidad y la identidad de género. Ahí tenemos a Xana (Ailton Graca), Claudio (José Mayer) y Téo Pereira (Paulo Betti), quienes viven desde sus historias personales conflictos de este tipo.  

En Imperio se aborda muy bien el problema de la homofobia —señaló Jorge Moreno, jubilado—, entrevistado por CubaSí a propósito de este comentario. «La actitud irreflexiva y de odio hacia aquellas personas que eligen libremente su preferencia sexual, como el personaje de Enrico, es una muestra de cuánto hay que seguir luchando en pro del respeto a los seres humanos».

Por otra parte, elogió el papel de Xana (un tanto caricaturesco), pero humano, amoroso, comprensivo y, sobre todo, solidario; por ello convierte su hogar en cobija de mucha gente, sean o no tan cercanas a él. «Este personaje es un gran logro actoral», afirmó Jorge.

En tanto, Omara calificó de «excelentes» estos últimos diálogos de Enrico con su novia María Clara (Andréia Horta) y con Claudio, su padre, figura que en tales capítulos ha rechazado por su condición de gay, frente a lo cual se ha mostrado en extremo intolerante.   

Todavía la historia nos tiene reservadas algunas «sorpresas». No obstante, pese a las «altas» y las «bajas» del guion, Imperio goza de una alta teleaudiencia, pues resulta indiscutible que cuenta con un equipo de realización de altos quilates, dirigido a mantener apegados a la pantalla a millones de televidentes.

Reynier, un forista, al comentar la crítica realizada recientemente por el crítico Joel del Río, y publicada en el periódico Juventud Rebelde el pasado 15 de mayo, decía: «Más que entregar una propuesta creíble, el escritor y el equipo de realización tienen la misión de entregar una obra que entretenga y que logre buenos dividendos financieros, y ellos son expertos en esto». De ello, no me cabe la menor duda. 

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