Miami-escándalo: ¿Juzgarán también a Posada Carriles?
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Allí se debate en torno al caso de un forajido de origen cubano que, sin ocultarse, defiende al más atroz símbolo terrorista que existe sobre el planeta. Este se autodenomina Estado Islámico (ISIS), cuando no es una cosa ni la otra.
Su ardiente partidario se nombra Miguel Morán Díaz, pero significativamente le llaman Azizi al Hariri.
¿Cuál es el mayor interés que despierta esa situación entre sectores de Miami y otros lares?
Hasta qué punto reaviva —o no— el caso del terrorista continental Luis Posada Carriles, quien desde hace años radica públicamente en esa urbe.
Pero además, muy ligado a ello, ¿qué salpica o chapuzón de culpa recae sobre los entusiastas admiradores de este?
A responderlo contribuye hacer una apretada síntesis de lo sucedido durante los últimos seis meses.
Un periodista del Nuevo Herald, Alfonso Chardy, informó este lunes que el caso arrancó a fines de enero, cuando agentes del FBI descubrieron una página web de Facebook en la que Morán Díaz se hacía llamar Azizi al Hariri.
Según Chardy, este público simpatizante del terrorismo será juzgado en esa urbe el próximo 27 de julio.
¿Quién presidirá esta causa? La jueza federal de distrito Joan Lenard, la misma que impuso brutales sanciones a cinco cubanos antiterroristas.
Sus nombres, muy conocidos en el mundo: Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René.
Chardy comentó ahora que cuando la jueza Lenard aplique una sentencia en el caso de Morán Díaz, cerrará un capítulo que llamó la atención de medios internacionales.
«Un examen de la página de Facebook de Díaz reveló numerosos artículos relacionados con ISIS, así como una publicación reciente que lo muestra posando con un arma de fuego», comentó el periodista.
También, dijo la misma fuente, él confió a uno de sus hombres encubiertos que con solo un francotirador podrían sembrar el caos en una ciudad durante siete días o más, «hasta que lo atrapen».
Hace algo más de un mes, el 27 de mayo, Morán Díaz se declaró culpable de poseer ilegalmente un arma de fuego, luego de que «en 2005 le ocuparon cocaína».
Tiene 46 años de edad, le negaron fianza y la jueza Chris McAliley ordenó mantenerlo encarcelado hasta el juicio porque «es un peligro para la comunidad».
La funcionaria enumeró además: su interés en el Estado Islámico, posesión de un rifle sofisticado, intención de comprar más armas, su vigilancia sobre un edificio del Departamento de Seguridad Interna (DHS) como objetivo para un «posible ataque terrorista».
A pesar de todo, comentó Alfonso Chardy, no le vincularon a algún tipo de cargo por terrorismo.
Su historial, sin ser el mismo, hace recordar a Luis Posada Carriles, cuya larga hoja delictiva no cabe en simples artículos periodísticos.
Así, por ejemplo, a 18 días del sabotaje a un avión civil cubano en pleno vuelo, donde frente a Barbados murieron 73 personas, The New York Times dijo el 24 de octubre de 1976:
«Los terroristas que lanzaron una ola de atentados en siete países, durante los últimos dos años, fueron productos o instrumentos de la CIA».
Para reforzar su argumento, el Times situó entonces los casos de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, quienes desde su arribo a Miami en 1960 ingresaron a esa agencia de espionaje.
Con estos antecedentes, entre otros muchos en cartera, la jueza venezolana a cargo de lo sucedido, Delia Estava Moreno, dictó auto de detención contra Posada Carriles y Orlando Bosch.
¿Acusaciones probadas? Homicidio, fabricación y uso de armas de guerra y porte de documentos falsos.
A fines de noviembre de 2010 hubo una reunión de cubanos ultraderechistas frente al restaurante Versalles, en Miami.
Su orden del día: crear un llamado Fondo Legal Luis Posada Carriles para asistir financieramente al terrorista en sus ajetreos.
Luego le montaron un amplio y ruidoso homenaje público en calles de esa urbe floridana, hecho que repitieron con Orlando Bosch Ávila.
Sin la menor duda, se estrechan las manos los casos de Posada y Miguel Morán Díaz, aunque resta subsanar una pequeña diferencia.
El segundo ya tiene fecha para su juicio, pero no así el primero, y únicamente sus admiradores avalan esa —hasta hoy— infame demora.
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