The Importance of the being: un viaje de ida

The Importance of the being: un viaje de ida
Fecha de publicación: 
14 Abril 2015
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Si usted que lee es de los que espera hasta el final, como quien escribe, e incluso de agudo olfato para determinar qué es arte; entonces me complace anunciarle que todavía está a tiempo para degustar la insólita muestra The Importance of the being. A través de esta sui generis propuesta, obtendrá el pasaje de ida a soñados estadíos de identidad, creaciones belgas mediante, toda vez que se zarandean los conceptos acuñados en las estéticas contemporáneas.

 

Hasta el 26 de abril estará abierta al público en el Museo Nacional de Bellas Artes, más específicamente en el Edificio de Arte Universal. Si bien esta se centra en instalaciones, deja sobre el tamiz la grata impresión de asistir también a evoluciones de estilo las cuales cruzan, acaso con intencionalidad preconfigurada, la delgada línea de las artes plásticas y se mezclan con representaciones poéticas en franca complicidad con el buen gusto.

 

Herederos de Rubens, Brueghel y Bosco son los responsables del proyecto plurimorfo que también incluye performance, video, fotografía y escultura.

 

El Museo de Bellas Artes preparó las condiciones físicas para que, en efecto, el espectador se sienta como en un viaje: desde la planta baja hasta el cuarto piso de esa institución cultural, confluyen las piezas pertenecientes a 40 autores que devienen representantes de la solidez creativa que circunda al entorno belga.

 

Ya en predios del museo, un hombre (desde un audiovisual) da la bienvenida mientras habla sobre la condición intrínseca en los artistas. Durante su discurso expone cualidades insoslayables de la naturaleza del arte, características mundiales que se manifiestan de igual forma en distantes latitudes: China, Cuba e inclusive Bélgica, por solo citar tres ejemplos.

 

Metáforas olfativas no dejan posibilidades de duda a los visitantes: el arte es también fragancia. Una nube y una escalera permiten el acercamiento al cielo. Con la cabeza literalmente entre las nubes, se descubre que el olor que emana del algodón es distinto a lo soñado. Contaminación, toxicidad: se huele una Habana gris.

 

Mientras procuras sacudirte aquel recuerdo, montones de latas te miran… como enfocándote, dejándote desnudo.

 

Sales del Museo, en la complicidad que el arte te proporciona. Completamente seducido y acuñando en la mente conceptos que no te atreves a pronunciar en voz alta, se agradece al destino por el viaje de ida, pero ahora sin posibilidades de retorno.

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