México: Una de arena, muchas de cal

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México: Una de arena, muchas de cal
Fecha de publicación: 
4 Febrero 2014
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La decisión de dar validez a las autodefensas en Michoacán es una medida inteligente del gobierno mexicano, ante la disyuntiva de desarmar a ciudadanos comunes que tuvieron que acudir desesperadamente a las armas para defenderse del crimen organizado.
                                                                                                                                           
Así, se evita cualquier choque con el ejército u otros elementos policiales, además de poder enfrentar las represalias mafiosas, características en toda la nación, por mucho que hoy se soslaye en ciertos medios que actúan como parabán, con el fin de evitar que se vea que la nación sigue caminando hacia el abismo que le ha abierto el neoliberalismo, que promete desarrollo y avance en el índice del Producto Interno Bruto, pero que no resuelve los problemas de alimentación y empleo para la mayoría empobrecida.

La gran prensa, tan explotadora de los diversos hechos de sangre, obvió que en México se cometieron el pasado año más de 20 000 asesinatos, un récord, relacionados con la guerra que envuelve al narcotráfico, a pesar de la propaganda oficial en el sentido de que se habían hallado nuevas vías para hacerlos disminuir.

Nada bueno se puede esperar cuando, en menos de tres días, la mayoría de los estados mexicanos aprobaron casi por unanimidad las reformas a la Constitución para la privatización del recurso energético de México, lo cual reveló superficialidad ante un hecho tan serio y que cambia el curso de la historia.

Ello ha pasado con otras reformas, sin que se consulte a la población, como está estipulado, independientemente que esa política, rayana en lo servil, contribuyó a que el Ejecutivo pudiera interferir en asuntos que la Constitución considera autónomos.

El actual presidente, Enrique Peña Nieto, ha sido acusado de autoritarismo por sus opositores de la minoritaria izquierda mexicana, porque en el actual ambiente político y social de México nada se consensa, todo se negocia, mucho se oculta, más se presiona y menos se informa.

En este contexto, la especialista Adela Navarro afirma en la publicación Por Esto! que «el Presidente de la República no sale a la calle, no se codea con los mexicanos de a pie… los de las necesidades apremiantes, los que se mueren de hambre, los que viven en la informalidad y crecen en un México que no ofrece oportunidades para salir de la marginación».

Lo nuevo es la ejecución

En aras de una competitividad que está por ver, independientemente de si resuelve el problema de la pobreza, se ha estado llevando a cabo una serie de reformas en diversas ramas y sectores, algunas de las cuales con un carácter restringido.

No obstante, la energética es ya todo un hecho, y legaliza los esfuerzos tecnócratas iniciados hace tres décadas en ese sentido, y que fueron combatidos por elementos que hoy lo aprueban.

Aquello también derivó en una situación que ayudó a la descomposición social, con una violencia extrema que es la mayor de Latinoamérica y la elevación del nivel de la pobreza.

Cuando el anterior presidente, Felipe Calderón, negociaba con las transnacionales en ese sentido, hubo legisladores del hoy partido en el poder que rechazaron que las refinerías, los ductos y los almacenes cayeran en manos de la iniciativa privada, y calificaban a Petróleos Mexicanos (Pemex) de firme defensor del Estado mexicano.

Pero ahora es al contrario, y no quieren recordar que el propio Estado, desde hace tres décadas, producto de la corrupción imperante, no ha prestado atención a las inversiones en mantenimiento y en el desarrollo de refinerías y nuevas tecnologías.

Se critica a los que critican la privatización, diciendo que alientan el encono y el enfrentamiento y están anclados en el pasado, al tiempo que se señala que el tiempo dará la razón a quienes estrechan nexos con intereses privados, ajenos a cualquier tipo de compromiso social.

El investigador Guillermo Fabela compara tal situación con la de los conservadores que fueron a París a ofrecerle a Napoleón III el trono de México, para convertir al país en una monarquía europea. La derrota de las fuerzas antipatrióticas demostró lo contrario, por lo que llama «a cerrar filas para enfrentar a las fuerzas reaccionarias del grupo en el poder, porque la razón histórica está de parte del pueblo».

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