Réquiem por Australia

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Réquiem por Australia
Fecha de publicación: 
21 Enero 2020
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Ahora son lluvias torrenciales e inundaciones las que en Australia han ocupado el lugar de las llamas.

Aunque al momento de redactar estas líneas permanecían activos algunos focos de incendios, los fuertes aguaceros están ayudando a combatir las llamas y a limpiar el aire contaminado.

Sin embargo, algunos en vez de alegrarse andan cruzando los dedos porque los niveles del agua subían peligrosamente en algunos sitios. Tan solo en St. Albans, por ejemplo, habían alcanzado el récord de 54 milímetros por metro cuadrado en apenas media hora junto a rachas de vientos de unos 110 kilómetros por hora. Ello, mientras se multiplicaban inundaciones en otras localidades como Melbourne.

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Si antes había que rescatar koalas de las llamas, ahora es de las inundaciones. Reuters reportó que en un parque natural fue necesario salvar a estos animalitos de la corriente y ahuyentar a los cocodrilos con escobas.

Recuento entre cenizas

Unas 28 vidas humanas fueron víctimas de los voraces incendios, los cuales arrasaron más de 10 millones de hectáreas.
En septiembre del pasado año dieron inicio estos fuegos, que han dejado también como saldo más de mil 500 viviendas destruidas y la evacuación de cerca de un cuarto de millón de habitantes.

Excluyendo peces, ranas, murciélagos e insectos, unos mil millones de animales han muerto en ese país, cuya fauna es un 80% endémica. El koala, el oposum pigmeo de montaña y el petauro gigante se apuntan entre las más de 300 especies solo radicadas en esa geografía.

Las especies más afectadas son la cacatúa negra brillante (subespecie de la Isla Canguro), el kangaroo Island dunnart, el koala, ratón del río Hastings, mielero regente, skink de las Montañas Azules, wallaby de roca con cola de cepillo, la rana corroboree del sur, el loro de tierra occidental y el cerdo oriental.

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Resultan dramáticos los daños y pérdidas a escala planetaria.

Y no solo la vida salvaje ha sido víctima del desastre. La industria ganadera, rubro importante de la economía australiana, perdió 100 mil cabezas a causa del siniestro, que obligó a no pocos granjeros a ultimar a sus animales agonizantes.

Aparte de los animales quemados o asfixiados, el peligro se mantiene latente para aquellos que lograron sobrevivir en algún refugio salvador. Al regresar a su hábitat la encuentran devastada, sin comida y se convierten ellos mismos en posible alimento para depredadores igual de hambrientos.

«No hay nada que se pueda comparar con esta devastación. Es un suceso monstruoso», aseguró Christopher Dickman, profesor en Ecología Terrestre en la Universidad de Sídney y expresidente de la Real Sociedad Zoológica de Nueva Gales del Sur.

La flora que sobrevivió sufrirá a partir de ahora, entre otros problemas, dificultades para multiplicarse porque sus polinizadores, insectos y murciélagos, ya no están. La erosión del suelo y la contaminación de aguas de ríos también atentarán contra la supervivencia del ecosistema en su conjunto.

Impactos futuros y cambio climático

No puede hablarse de una única causa desencadenante de esta catástrofe: desde el comienzo anticipado de los incendios forestales, que empezaron en septiembre y no en enero como allí es habitual, hasta el aumento de las temperaturas, aportaron su tanto en contra.

El año pasado, Australia había registrado elevados récords de temperatura, que alcanzaron los 41,9 grados centígrados el 17 de diciembre. El fenómeno climático identificado como Dipolo del Océano Índico, popular llamado Niño Indio, conspiró subiendo temperaturas y haciendo más drástica la sequía.

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Hoy, potentes satélites han detectado que el humo derivado de los incendios en Australia ha rodeado el planeta en una especie de siniestro abrazo.

Como serpiente que se muerde la cola, las densas masas de humo salen del país austral? Y a él están regresando. Los valores del índice de contaminante aerosol generado por los incendios australianos alcanzan cotas tan altas, que nunca antes habían sido registradas.

Lo descrito es, sin dudas, resultado del cambio climático que parece ser nos ubicará en escenarios nunca antes previstos, como el vivido por Australia.

Y si esa región del planeta sufría una verdadera hecatombe de impacto global, por su parte todos los océanos del orbe igual van sufriendo, pero de modo menos visible.

Mientras más gases de efecto invernadero se acumulan, cada vez se las aguas se calientan más rápido, sobre todo entre la superficie y los primeros dos mil metros de profundidad. De hecho, el año pasado la temperatura en esas grandes masas líquidas alcanzó un nuevo récord.

Desde el mar de las Antillas

Cuba hizo llegar su mensaje de solidaridad al pueblo y gobierno australianos el pasado miércoles 15, haciéndoles llegar por mediación del presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado de Cuba, Esteban Lazo Hernández, las condolencias por los fallecimientos y los daños que ocasionó el siniestro.

«Una vez más vemos con preocupación los dañinos efectos del cambio climático en nuestro planeta, provocando grandes sequías, enormes incendios con la destrucción de millones de hectáreas de bosques, deshielo y otros fenómenos que amenazan seriamente la vida», expresó el Presidente de la Asamblea Nacional, cuyos pronunciamientos se sumaban a otros similares del Presidente de la República, difundidos días atrás.

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Si alguna conclusión puede derivarse de la pesadilla vivida por esa nación del Pacífico al comenzar este año es la urgencia de un accionar conjunto de las naciones con respecto al cambio climático.

Para evitar que nuestros hijos y nietos vivan un futuro de pesadillas similares o peores, es imprescindible que la especie humana se mire hoy en el espejo de Australia, doloroso espejo entre llamas.

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