Homenaje: Kiki canta a Garay

Homenaje: Kiki canta a Garay
Fecha de publicación: 
9 Diciembre 2019
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No diré que muchas, pero he estado en algunas presentaciones discográficas en los últimos años y pocas las he disfrutado tanto como la de este fonograma caracterizado por la admiración, el amor a la música cubana y la humildad.

Kiki canta a Garay se presentó con una escucha en los estudios de la Egrem de Miramar como si  fuera la sala de una casa, sin mesa presidencial, ni podio, ni protocolos, como si fuera el malecón de Baracoa y el bardo estuviera allí, casual, para cantarnos algo.

Rodolfo Garay, nieto de Sindo,  el maestro Frank Fernández, la musicóloga Heidy González y el propio Kiki Corona, gestor, voz y bomba del disco, no hablaron apenas de la selección exquisita de los temas que resultó de una conciliación entre Kiki y Heidy, ni de las interpretaciones de ese excelente cantante que es Kiki Corona, los detalles técnicos se quedaron a merced de una vocación: el homenaje a Sindo Garay, el agradecimiento, eso que los cubanos llamamos ponerlo en el lugar que merece.

Sí aclaró Kiki que se trata de sus propias aproximaciones a los temas lo que orquestó y grabó con Yusef Díaz y que se le hacía imprescindible esta compilación cuando hay jóvenes cantautores cubanos que desconocen a quien considera uno de los padres de la trova cubana.

«Yo solo he querido tomar prestadas sus esencias y desempolvar canciones centenarias para ofrecerlas de “otra manera” en este, mi tributo a su vida, pues la muerte, realmente le es ajena, como imperecedero es su legado».

De dónde son las canciones

Entre Rodolfo Garay y Kiki Corona, rememoraron el origen de algunas de las canciones que se han incluido en este disco, sobre Germania, por ejemplo, una canción de 1886, una canción del Siglo diecinueve,  comenta Kiki, dedicada a German Michelsen que era un pianista y también cónsul de Alemania en Santiago, él hacía tertulias en su casa y Pepe Sánchez lo llevó una vez. Ese día Germán tocó pasajes de una ópera de Wagner y ahí sigue Rodolfo:

«Mi abuelo contaba que cuando se fue de allí se llevó aquellas melodías dándole vueltas en la cabeza y ya al cabo de un mes regresó ya con su canción Germania, dicen los que saben que esta es su obra maestra por las dificultades armónicas que tiene y porque está basada en una ópera y tenía solo 19 años... »

La Baracoesa era una joven que Sindo conoció casi por casualidad: «Las muchachas  los muchachos iban a la bahía de Baracoa a ver las goletas y los barcos entrar y salir, con sus mejores vestidos, sus mejores galas, ese era el malecón de ellos. En una de las visitas de Sindo con sus hijos varones, le piden que cante, porque ya lo conocían, pero él explica que no tiene guitarra, entonces le dicen que hay un carpintero y así es que llega a la casa de esta muchacha, Etelvina Pineda y descubre su belleza despampanante y no solo aprovecha la belleza de esta baracoesa como inspiración, sino que también hace como un fresco de todo el pasaje de Baracoa», cuenta Kiki y una vez más Rodolfo termina la historia:

«En este viaje Guarionex, que siempre andaba con Sindo, desde los 8 años, se enfermó y esta muchacha tenía conocimientos de enfermería, así que  ayudó mucho en el proceso de recuperación de Guarionex, entonces Sindo, cuando  ya se iban, compuso esta canción y se la dedicó a ella, también un poco como agradecimiento. Se dice que fue la primera vez en que él compuso la letra y después la música, casi siempre lo hacía al revés…»

Y quién podría imaginar que La perla marina fue una canción por encargo. Asegura el nieto de Sindo que «e la pidió la novia de un amigo. En aquella época, alrededor de 1912, él participaba mucho en reuniones con los muchachos de la universidad en el parque Trillo y cantaba allí, porque en esa zona se alquilaban muchos de ellos, entonces esta joven le pidió una canción y él le compuso La perla marina».

Cuando La Perla Marina conquistó a la Filarmónica de Moscú

Sindo Garay conoció de niño a Brindis de Salas. Aprendió a escribir con 16 años, maratónicamente, como quien tiene mucho que dejar, justo y a tiempo para que Frank Fernández pudiera conquistar a la Filarmónica de Moscú con un exótico lead llamado «La perla marina».

«Me invitaron a tocar en la Gran Sala del conservatorio Tchaikovski de Moscú, donde yo había estudiado, pero siempre me invitaron las primeras veces a tocar autores nórdicos yo, que había estudiado allí cinco años y medio con uno de los más grandes pianistas y profesores rusos, decía, será que no capté el espíritu ruso, yo creía que sí y, sin pedirlo, me propuse, una cosa casi infantil: el día que yo sea invitado con un autor ruso y tenga éxito, de obra fuera de programa, eso que solamente se puede hacer cuando te aplauden mucho, yo voy a llevar una transcripción de una canción de Sindo y preparé la transcripción que yo tenía, para piano, de Perla Marina. Lo que vale la pena oír de mi boca es que aunque el Rajmáninov fue tan exitoso que tuve que salir varias veces y, por supuesto, tuve que complacer al público con otra obra, cuando toqué Perla Marina, el aplauso fue tan grande como el del Rajmáninov y toda la Orquesta Filarmónica de Moscú después me preguntaban por ese lied, así le llaman a las piezas de los grandes compositores».

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