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Muy bien por César; imaginemos también a aquellos niños apellidados Saíz Montes de Oca a quienes las hordas batistianas arrebataron tempranamente sus vidas. Imaginemos a esos arrieros que nos regala nuestro amigo común Norberto en su crónica publicada en Bohemia en vísperas de este día al igual que muchos otros miles de cubanos sencillos de campos y ciudades; imaginemos a los miles y miles de cubanos que ante los desastres naturales, tecnológicos y sanitarios que se han ensañado contra nuestro país han puesto de manifiesto los mejores valores de la cultura cubana al precio de su propias vidas; imaginemos a los intelectuales cubanos - técnico o escritor, dirigente político o artista- en una sociadad revolucionaria, como lo concibe Ambrosio Fornet, responsabilizado con que "al final del camino no aparezca un muñeco domesticado y satisfecho, sino ese nuevo hambre liberado al fin de su enajenación que el Che señaló, poco antes de morir combatiendo por él, como «la última y más importante ambición revolucionaria»"...
arnold.perez@umcc.cu
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