LJC: impudor, vasallaje y terrorismo mediático

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LJC: impudor, vasallaje y terrorismo mediático
Fecha de publicación: 
6 Abril 2021
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El proceso involutivo que ha venido experimentando el blog LJC, caracterizado por el deterioro ético de su línea editorial, con contenidos en los que cada vez con mayor desfachatez se tergiversa y desconoce la verdad histórica, se manipula la realidad del país, se minimizan los efectos del bloqueo y se intenta desacreditar al Estado y sus dirigentes, ha convertido a ese sitio en un instrumento de la guerra con carácter de terrorismo mediático que desarrolla EE.UU.  contra Cuba, situándolo como uno de los de mayor nocividad de los que operan en el espacio digital cubano, sino el que más. Digo operan porque LJC hace tiempo dejo de ser un blog cubano.

LJC hace tiempo dejo de ser un blog cubano.

No exagero al plantear que participan en el terrorismo mediático que se desarrolla contra Cuba, dos ejemplos: Harold Cárdenas Lema, lo cito, “…cada familia cubana tendrá un miembro o amigo que morirá en los próximos meses por contagio con el COVID-19”, (…) pueden fallecer aproximadamente 374,000 cubanos…”., más recientemente la  fantasmagórica “Redacción” de LJC, refiriéndose al evento de transmisión de la Covid-19 surgido en Jaguey Grande ha afirmado que, los cito, “…ciertamente, en las últimas semanas han fallecido personas aquejadas de una neumonía de rápido desarrollo, ante la cual las pruebas de PCR ofrecen resultados negativos.

En ambos casos no identifican las fuentes cuya confiabilidad otorgaría credibilidad a lo que aseveran. Resulta obvio que son mentiras construidas a partir de la manipulación de la realidad.

¿Estos son o no actos de terrorismo mediático?

En este contexto su línea editorial marcha en correspondencia con el comportamiento de la política de EE.UU. hacia muestra patria, reflejando y apoyando las tendencias de ella. Esto se hizo evidente cuando se produjo el cambio de administración en ese país, de inmediato aparecieron artículos parientes de los que vieron la luz en la época de Obama, pero al no cumplirse las expectativas del relajamiento de sanciones y de una política menos agresiva hacia Cuba, vuelven a subir el nivel de virulencia de sus publicaciones.

La aparición de una carta pidiéndole al nuevo gobierno estadunidense que relajara las sanciones contra la isla en un tono implorante y la tímida “critica” de su administrador principal al Trumpismo cubanoamericano como lo denominó, en momentos en que pensaron que el cambio de política sería un hecho, y el retorno a la agresividad anterior en las actuales circunstancias, con post como en el que se burlan de los esfuerzos del país por obtener una vacuna contra la Covid-19, u otro con el que trataron de deslegitimar la relación de Fidel con el pueblo y de minimizar su trascendencia y significado histórico, son ejemplos de la dependencia de los que reparten las dadivas del imperio y de los que la reciben en LJC de los designios de este.

La hipocresía de Harold Cárdenas es evidente, habla de trumpismo después que el máximo exponente de esa tendencia ya no está en el poder, mientras calló cuando este de conjunto con la mafia cubanoamericana trataban de rendirnos por hambre llevando el bloqueo a sus máximos niveles de crueldad. Su «desmemoria” lo lleva a obviar que, el dinero con el cual le han estado pagando y con el que él ha pagado a los colaboradores de LJC, proviene del gobierno norteamericano, el cual para mayor desvergüenza si es que cabe, en los últimos cuatro años estuvo encabezado por Donald Trump.

Él es uno de los principales responsables de que LJC se haya convertido en una meretriz mediática donde recalan en busca de paga y de un espacio donde verter toda su frustración y aversión hacia la Revolución unos cuantos sin bandera ni honor.

Quizás no existan todas las nominillas, pero los hechos sí y se conocen.

Ante la verdad calla, sí balbucea algo será para pedir pruebas de que ha recibido dinero. Tal vez un día alguien se decida a complacerlo. No obstante, su antecedente de haber cobrado  de 600 a 700 euros en 2016 por su “colaboración” con la plataforma El Toque, lo cual se vio forzado a reconocer al ser denunciado, no sin antes tratar de justificarse, demuestra que su pluma tiene precio.   

Por si algunos lo han olvidado en 2016 El Toque pertenecía a “Radio Nederland Wereldomroep” de Holanda, cuyo objetivo, según explicitaba en su página web eran los “países donde la libertad de expresión estaba limitada debido a legislaciones y tabúes”. Era y hoy lo sigue siendo una plataforma hostil al proceso revolucionario y Cárdenas trabajaba para que esa hostilidad rindiera frutos. Los que ponen el dinero piden subordinación y resultados. 

Se puede leer sobre ese tema un interesante artículo del cubano Justo Cruz titulado, ¿Qué ética y cuál revolución?

Los que dirigen la subversión contra Cuba conocen sus vulnerabilidades y saben que tiene precio.

Por eso en febrero de 2016 durante una gira por universidades norteamericanas coordinada por Ted Henken, personaje bien conocido, le fue presentado como eventual financista Antonio Tang Baez, alias el Chino Tang, quien estuviera vinculado a planes de atentado contra el Comandante en Jefe, y que posteriormente emigraría a Canadá donde se convirtió en representante de la organización terrorista Alfha 66. El mismo “curiosamente” pasaría a ser uno de los comentaristas “estrella” de LJC, donde le publicaron un artículo titulado, “Fidel”, tergiversador de la figura del líder histórico de la revolución cubana y ofensivo hacia este. Harold que en esa época se autoproclamaba fidelista, publica un texto como ese, lo que demuestra su doblez político y subordinación a Tang Baez.

Con un capataz de mil caras, una “coordinadora general” que alucina y un “colectivo” de escribientes hipermétropes de dignidad ausente, es lógico que surja un proceso de deterioro ético progresivo como el que hemos descrito.

Para esa conducta este epitafio: Tras verdes papeles, mintieron, manipularon, ofendieron y tergiversaron realidad e historia, hundiéndose en el descredito y la ignominia, hasta terminar en el estercolero donde se revuelcan los que han renegado de su patria, para convertirse en vasallos de su peor enemigo.

 

Tomado de Postcuba

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