A la vuelta del Congreso: la preparación de quienes estén al frente

A la vuelta del Congreso: la preparación de quienes estén al frente
Fecha de publicación: 
18 Abril 2024
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Aunque han pasado varios días desde su clausura, aún resulta útil e importante la exposición de ideas debatidas en el XII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Uno de los temas que suscitó la atención de varios de sus participantes fue la necesaria preparación de los cuadros —entiéndase por este término, habitual en el argot de la organización, el equivalente a líder, dirigente, conductor…— como garantía para el mejor funcionamiento posible de la UJC.

A través de la historia de Cuba, sus principales líderes han sobresalido por ser de las personas más preparadas, creativas, capaces… Quienes iniciaron las guerras de independencia en el siglo XIX fueron prominentes criollos, destacados en la poesía, la equitación, el periodismo, las leyes, entre otras ramas de la cultura. Hay que pensar en Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, por citar al menos dos ejemplos de entre tantos memorables. Ellos dos, además de ser consagrados luchadores, se inscribían en la vanguardia intelectual de su época, habían cursado estudios superiores en la Universidad de La Habana y estaban al tanto de lo más avanzado del pensamiento político del mundo occidental. 

A inicios del siglo XX, fue también la vanguardia juvenil la que asumió las causas patrióticas y se opuso a los males del sistema de dominación neocolonial. De estas décadas suelen mencionarse, aunque no son los únicos, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Juan Marinello, Antonio Guiteras Holmes… Se conoce que eran los mejores estudiantes de sus carreras, que eran jóvenes talentosos, carismáticos y, en general, contaban con reconocimiento público. 

¿Qué decir de la Generación del Centenario, en la década de 1950? Gracias a la conducción de brillantes mentes progresistas pudo ser derrotada la tiranía de Fulgencio Batista. Tras el triunfo de la Revolución confluyeron la genialidad de Fidel y Raúl Castro, Ernesto Guevara, Armando Hart y otros jóvenes vinculados a los ambientes intelectuales con viejos revolucionarios, también ilustres, como Raúl Roa, Osvaldo Dorticós, Carlos Rafael Rodríguez. Y para quienes se sumaron a la guerra de liberación desde las montañas y los estratos más humildes, imposibilitados, tal vez, de haber culminado estudios en el anterior régimen, la dirección de la Revolución no dio otra opción que la superación en academias cubanas o incluso extranjeras si se pretendía seguir siendo útil a la patria. 

Así, por ejemplo, los hermanos Enrique y Rogelio Acevedo fueron compulsados a seguir estudiando, a pesar de poseer un nivel de instrucción superior a la media del Ejército Rebelde. Lo mismo ocurrió con la mayoría de los guerrilleros, de modo que muchos de los guajiritos que se sumaron a las columnas guerrilleras entre 1956 y 1958 se convirtieron durante los siguientes años en estrategas militares, expertos en diferentes especialidades de guerra y en la conducción de grandes números de tropas. 

Esa ha sido la historia de la Revolución Cubana: la historia del pensamiento, las ideas y la cultura. Y, sin ánimo de ser elitistas, ha de seguir siéndolo. En eso coincidimos varios de los participantes en el recién concluido XII Congreso de la UJC. Quienes estén al frente de los procesos, quienes tengan bajo su cargo las principales responsabilidades en la organización deben ser los colegas más sabios, instruidos y conocedores, además, desde luego, de ser merecedores de la confianza de los colectivos por su compromiso con las tareas y proyectos. 

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