EEUU: La política exterior al borde de un ataque de nervios

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EEUU: La política exterior al borde de un ataque de nervios
Fecha de publicación: 
25 Noviembre 2025
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Mr. Rubio, el cerebrito de Trump, identificado como el mejor preparado para destruir la obra de las revoluciones de nuestra américa, para arrodillar al progresismo e implementar sin ton ni son, un monroismo decimonónico, puede decirse que cruel por sus costos en vidas humanas. 

Las crecientes complicaciones de la política exterior estadounidense, dirigida por Trump bajo el precepto de América Primero, suscriben su propia y singular conflictividad. 
 
En nuestra Región desarrollan con aparente incoherencia, al menos es la imagen que dan, una especie de guerra proxi, o guerra de las galaxias, según la cual lo que pasa es lo que sale de los laboratorios mediáticos ideologizados, sin asidero en la realidad real.

Ese modus operandi no intenta únicamente exponer una situación inexistente, convenientemente adaptada a un relato pre cocido, sino mantener a la víctima en zozobra, bajo perenne chantaje.

De la agresión a Venezuela se viene hablando prácticamente desde que Chávez tomó el poder, y comenzó a revolucionar a su país, condenado por la suerte a flotar en un mar de combustible u oro negro como le han llamado.

El Trump 1.0 fue particularmente agresivo, implementó centenares de sanciones, hasta salió un día Bolton, el ahora traidor ex asesor de seguridad nacional de aquella Casa Blanca, insinuando cifras de miles de soldados que serían movilizados. 

Por aquellos años, posteriores al fallecimiento del líder fundador, el comandante Hugo Rafael Chávez Frias, la apuesta del imperio fue la desestabilización interna, la guerra no convencional en todas sus variantes. Fracasaron y la revolución bolivariana resistió.

Trump 2.0 vino acompañado de Mr. Rubio, identificado como el mejor preparado para destruir la obra de las revoluciones de nuestra américa, para arrodillar al progresismo e implementar sin ton ni son, un monroismo decimonónico, puede decirse que cruel por sus costos en vidas humanas. 

Al menos este pigmeo creyó que las tenía todas consigo, sus adláteres y mandantes le susurraron al oído que era su momento, sino es ahora no será nunca exclamaron, palabras más, palabras menos.

Así se llega a la situación actual, que cada vez se parece más a aquel concepto de empate catastrófico que el pensador marxista, Antonio Gramsci,  denominaba como equilibrio catastrófico, según el cual ninguno de los dos bandos enfrentados podía sobreponerse sobre el otro; Gramsci lo empleaba en el contexto de la lucha de clase, de dos bloques sociales enfrentados por hegemonizar a la sociedad.

En efecto, el imperio, pletórico de armas hiper poderosas, que no se limitan a lo estrictamente bélico, sino que trasciende a la gran política y desde luego a una solvente misilística mediática, debería de entrada estar predominando el conflicto, imponer su fuerza bruta y arrasar a los bolivarianos en un santiamén. 

Por tanto, el tal empate de hecho beneficia claramente a Venezuela, que ha resistido las presiones, obligando en la práctica a los enemigos a mantener en aguas internacionales un estridente despliegue aeronaval, suficiente para amedrantar a los cobardes, que pululan en  la clase política de otras partes.
 
Mientras, el chavismo está ahí eventualmente fortalecido, sin quebrarse, sin una fisura en su unidad militante, y dígase que motivaciones sobran para ello, incluido los famosos 50 millones de usd o razones para traicionar y entregar a Maduro.

Por su parte el gobierno estadounidense se mueve como veleta al viento; no se sabe, tal vez nunca se sepa, que tanto hay de estrategia para engañar o de desorden, en la forma que está manejando el asedio infructuoso a Venezuela.
 
Un día amanece como que es inminente la agresión, se asegura que hasta desviaron a un tanquero ruso, falso, o que lanzaran panfletos anti Maduro sobre Caracas; delirante ambas noticias, no digamos  ¿tirar panfletos?, ¿en la era de las redes sociales?, ¿para qué? 

Otro día se despierta el mundo conociendo que por el contrario, es inminente una conversación telefónica de Trump con Maduro y hasta el primero aclara que tiene algo preciso que decirle; en las sombras el enviado especial para Venezuela, Richard Grenell, celebra la buena nueva e insiste por una salida negociada.

El despliegue aeronaval, actuando en su propio y perverso plan, escala con las semanas, portaviones y demás herrajes bélicos mediante, pasa de gastar 60 millones de usd diarios a unos 200 millones, como si a Washington le sobrara la plata. De vez en cuando envían a revoletear a un B-52, el mismo tipo de bombardero, que los vietnamitas tumbaron en su momento.

Se acumulan en los medios y redes sociales involucrados en la agresión, una narrativa que siempre concluye con la derrota del gobierno bolivariano, olvidando la justificación de origen, que tanta parafernalia bélica no está destinada a un “cambio de régimen”, sino a neutralizar el gigantesco flujo del narco tráfico hacia EEUU, claro, obviando que los barcos están mal ubicado, ya se sabe.

La última entrega o capítulo de esta macabra telenovela, si porque nunca estuvo mejor usado esa metáfora, es la oficialización de un absurdo, reiteradas veces demostrado que no existe, es decir declarar al cartel de los soles como entidad terrorista, bajo la denominación de Foreign Terrorist Organization (FTO), según la Ley de Inmigración y Nacionalidad de EE.UU. 

Es hasta curioso, porque al fin y al cabo si hay otros carteles pero Mr.Rubio, en su proverbial mediocridad como estratega, quiso ir más allá y recurrió a una colosal mentira, desmentida hasta por ex oficiales de la CIA, la que creó este engendro.

La aplicación de FTO tiene efectos de política internacional, tributa al rebuscado intento de desprestigiar y aislar al gobierno venezolano, se supone que habilita el terreno legal para un ataque militar de algún tipo, pero también puede usarse como recurso para imponer nuevas sanciones económicas a Venezuela. Es como si hubieran metido al país suramericano en una de sus unilaterales listas anti terroristas.
 
A simple vista en definitiva es un rocambolesco operativo de reforzamiento de la agresión a Venezuela con apellidos leguleyos, todo basado en el particular cuerpo legal estadounidense, que arbitrariamente la amplían a terceros país, por tanto con alcance extra territorial.

En medio de este contexto, desde la perspectiva estadounidense, el resto de los escenarios bélicos a nivel internacional aparentan avances hacia la paz, pero también súbitos retrocesos.

El histrionismo de Trump probablemente conspira al final contra una solución definitiva y aceptable para todos. Porque el mandatario no puede al parecer manejar cualquier asunto especialmente delicado como es la guerra, sin aludir a ello en la tv; cree que si no hay un audiovisual de cualquiera de sus posturas, el tema no existe.

El plan de paz trumpista para Gaza se dilucida en una conferencia de prensa en el despacho oval, eso sí, tiene un inmediato efecto desmovilizador, del creciente movimiento internacional anti sionista. Minutos después de las ceremonias que lo presentan como la solución, Israel, fiel  a su instinto criminal, viola olímpicamente el acuerdo y acumula cientos de gazatíes asesinados o heridos, otro día ataca al unisonó también a El Libano y a Siria.

La guerra en Ucrania se mueve por parecidas aguas enrarecidas, mientras que el gobierno corrupto de ese país, virtualmente derrotado en el terreno militar y político, actúa como obstáculo para que avance el llamado “espíritu de Alaska”, resultado del encuentro de Putin y Trump el pasado 15 de agosto, en la Joint Base Elmendorf-Richardson, una base militar ubicada en Anchorage, de dicho estado. 

En Anchorage se habló de buscar una salida al conflicto que desangra las arcas del presupuesto estadounidense, y el de la Unión Europea, y donde está en juego la seguridad estratégica de Rusia.

También Trump amenaza ante las cámaras a Colombia y México con invadir sus territorios; y como siempre fue, con la agresión verbal, viene la CIA organizando infructuosamente un golpe de estado a la mandataria mexicana, intentando unir a la derecha uribista contra Petro, y aunque no lo menciona, enturbiar el proceso electoral en Honduras.

En estas turbulencias navega el pirata Mr. Rubio; por su lenguaje corporal a veces parece que vive en un universo paralelo, o permanentemente descolocado por las salidas del jefe Trump, experto en el golpe bajo, incluso contra sus cercanos colaboradores, elogiados hoy, mañana tildados de traidores, como ocurre ahora con prominentes líderes de MAGA, cuyo pecado es recordarle al mandatario que América Primero incluye no meter al país en otra guerra.

Es difícil desde la racionalidad política prever como sigue esta historia y si finalmente la guerra, la convencional, se lanzará contra Venezuela, o si los drones y misiles regresan a sus almacenes en el Medio Oriente o en Ucrania, o por el contrario, bombardean un suburbio de Bogotá o Guadalajara.

En perspectiva, el desenlace de cualquiera de estos desafíos mostrará que el Imperio está en modo decadente, es decir, recordando a Gramsci, cuando se evapora día tras día la otrora hegemonía de la que gozó, al menos desde la finalización de la Segunda Guerra mundial; esperemos que su ocaso no conduzca a una tercera guerra de alcance mundial.

 

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