Cristina entre el agobio y el cuarto poder

Cristina entre el agobio y el cuarto poder
Fecha de publicación: 
8 Diciembre 2022
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Fotografía tomada de Internet

Nuevamente Cristina Fernández de Kirchner vuelve a ser noticia y los medios le siguen el juego a la intención del Tribunal Oral Federal 2, en Argentina, de encarcelarla e inhabilitarla para siempre para ocupar cargos públicos.

Cristina es una espina para la derecha. No es una hipótesis. No por gusto llevan tantos intentos queriendo borrarla del mapa, incluso, y muy probablemente, también con aquel atentado fallido del 1ro de septiembre pasado frente a su residencia, del cual libró por muy poquito y que no puede tener otra relación que con los sectores de la oposición que tanto le demuestran odio y violencia sin medida.

El problema mayor está en que el respaldo a esos jueces hace mucho ruido. Pero no es solo porque sean figuras autoritarias, pues también lo obtendría cualquier alimaña que se pare en una esquina a criminalizarla aunque no tenga pruebas ni coherencia. Son muchos los medios de comunicación y las personalidades que apoyan toda moción que pretenda destruir a la representante del peronismo. Eso mismo es lo que quisieran, desaparecer cada vestigio de izquierda y justicia social, y Cristina es la fiel continuadora del movimiento.

No por gusto los medios de prensa más “acreditados”, o populares, seguidos, leídos, divulgados, como les queramos denominar, dan por hecho el fin de Cristina Fernández de Kirchner. Es un mensaje tan repetido, con tal descaro y seguridad, que muchas personas lo dan por hecho, le creen, y no analizan el recorrido político sin sosiego que ha tenido que vivir la actual Vicepresidenta de la Nación Argentina. Así trabaja el cuarto poder engatusando a las masas, y es muy certero en manipular los asuntos sociales y políticos de un país.

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Fotografía tomada de teleSUR

Pensemos por un momento en cómo ha sido su gestión. Aunque ningún gobierno es perfecto, Cristina es una política incómoda que arrastra mucha popularidad porque los logros son tangibles. A sus casi 70 años es la líder más influyente en Argentina, sin embargo, nunca ha conseguido trabajar con tranquilidad. Su gestión no ha sido normal en ninguno de los puestos que ha ocupado. Siempre ha estado rodeada de todo tipo de agresiones, hasta físicas, acosada de frenesí judicial bajo cualquier argumento, creíble o risible.

Ha sido demostrado que detrás de toda maraña se encuentran oscuros y millonarios propósitos de una mafia organizada que puja fuerte para arrasar y posicionarse. El guion siempre es el mismo, algunas veces con discursos bien estructurados, pero otras veces con un vacío documental tremendo.

La situación a su alrededor me imagino que debe ser agobiante. El ambiente se evidencia todo el tiempo caldeado, hasta que llega un momento como este, en que se muestra vencida al afirmar que no será candidata en 2023, y que hará como hace siete años cuando se tomó un respiro yéndose a su casa.

Es cierto que puede denotar flojera y que ahora lo valiente es quedarse y defenderse, pero pensemos en el abatimiento que debe sentir de no salir de ese círculo vicioso, además de su tesis de no postularse con una condena en sus hombros que mancilla su prestigio. No obstante, no está escrito en piedra, y queda tiempo aún para resolverlo.

Recordemos que Cristina cuenta con el respaldo de sus seguidores que claman por su candidatura presidencial. En realidad, no creo que consiga el silencio político que prometió la víspera. Quizás su decisión fue fruto de un impulso y, perfectamente, lo puede repensar y deshacer. Tengamos en cuenta también el desorden y las divisiones profundas que vive la oposición, punto a su favor que debería aprovechar.

Asimismo, estamos hablando de una condena que aún no está firme y es apelable, si es que de verdad cree que su imagen se puede deteriorar. O sea, hay tiempo para reconstruirse a pesar de los poderes y trabajar duro para contrarrestar. No es más que otra estrategia premeditada y persecutoria para frenar su ímpetu en un escenario repleto de actores políticos que operan como carroñeros esperando su declive.

Por eso detengámonos un momento a pensar en que este bombardeo constante de los medios no es fortuito, responde a una escaleta de gran impacto y con el alto costo de aislar a la política viva más importante de Argentina. Preguntémonos ¿por qué ahora?, ¿cuáles son los argumentos?, ¿qué consecuencias trae?, y ¿a quién favorece y perjudica más?

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