Pedro de Oraá en la memoria

Pedro de Oraá en la memoria
Fecha de publicación: 
28 Agosto 2020
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El destacado artista falleció el pasado martes en La Habana.

Pedro de Oraá era uno de los grandes maestros del arte abstracto en Cuba. Muchas de sus creaciones se regodeaban en composiciones geométricas, triunfo de la forma pura, ajena, al menos en su planteamiento más radical, a implicaciones metafóricas... El imperio de la abstracción.

Pero a él mismo le gustaba poner en crisis esa misma afirmación. "No creo que en arte se pueda hablar de abstraccionismo absoluto — solía decir—, mi obra también puede plantear un juego interesado". Y añadía: "La artesanía, que es cotidianidad, asume naturalmente esas constantes: ahí están los cobertores que hacían nuestras abuelas con retazos de tela, fiesta del color y las texturas".

Pero en el cuerpo incitante de sus obras, el maestro evidenció una gran vocación estilística. Concepto, impulsos, continuidades formales. Se sugieren aquí y allá unidades de sentidos, obras que se concatenan o interactúan con el conjunto, no solo a partir de las líneas, sino también por las tonalidades.

Su creación no desdeñó el sentido decorativo, pero que nunca fue inocente decoración. La sostenía un sólido armazón de ideas. Porque Pedro de Oraá siempre pensó su ejercicio creativo. Era, de hecho, un pensador de la cultura toda.

La vitalidad física e intelectual del maestro propició uno de los más largos e interesantes itinerarios de las artes visuales en Cuba. Él integró, desde la década de los cincuenta, grupos esenciales de la plástica nacional. E, independientemente de puntuales intereses, demostró una coherencia ejemplar en sus planteamientos. Se hizo de un estilo perfectamente reconocible, lo desarrolló. Su lírica logró trascender, sobrevivir tendencias olvidadas.

Además de pintor y escultor, Pedro de Oraá fue poeta, narrador, ensayista, crítico de arte, diseñador. Fue un gran animador de la cultura cubana. En algún momento dijo: “He llegado a la conclusión de que ya la sociedad no tolera a los creadores múltiples, a los creadores polifacéticos”.

La obra de Pedro de Oraá, valorada y apreciada, es respuesta contundente a esa supuesta intolerancia.     

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