LA FOTO: Ornitorrinco

Para Jorge Luis Borges el ornitorrinco era un monstruo, armado con pedazos de otros animales. Umberto Eco le contestaba que más bien otros animales se habían formado con los pedazos del ornitorrinco.

Lo cierto es que este animal fabuloso, verdadero fósil viviente, encarna el ave, el reptil y el mamífero, en un espíritu integrador que desafía la imaginación. Algo por el estilo de una quimera o un unicornio debió parecerles a los primeros europeos que lo vieron, en los lagos y ríos de Australia.

De la fascinación al negocio: pronto la piel del animal comenzó a interesar a los peleteros, y la caza ha menguado por siglos las poblaciones. Por mucho tiempo se creyó que la mítica resiliencia de este mamífero lo salvaría de la desaparición, pero estudios recientes apuntan a que la especie está en riesgo.

Es difícil estudiar a este carnívoro que pone huevos, pues sus hábitos son nocturnos y son muy tímidos y escurridizos; pero al menos hay conciencia en la comunidad científica y entre los grupos ecologistas de la necesidad de protección.

Nadie sabe con certeza cuántos ornitorrincos sobreviven en las aguas dulces del continente australiano. Hasta cierto punto el animal sigue siendo un misterio que seduce tanto a biólogos como a poetas.