LA FOTO: Incendios en California

Y casi de repente, el fuego, que parece cosa viva. Por estos días han ardido bosques completos en California. Y junto con los bosques, casas. El fuego tiene lenguas voraces.

Si no fuera tan trágica, la imagen sería hermosa. Bueno, es hermosa y trágica, no son condiciones excluyentes. Pero los dolientes no tienen ojos para bellezas extremas. Las llamas que consumen esta casa pueden ser asumidas como expresión de la fuerza devoradora de la naturaleza.

Porque el fuego, se sabe, es naturaleza. Existe antes de que hubieran ojos para apreciarlo. Existe más allá del hombre y su poesía, que lo han convertido en metáfora. Existe independientemente del miedo y la admiración. Existe antes de que hubiera conciencia de la destrucción.

Lo que pasa es que en algún momento nos creímos que podíamos controlarlo. Que podíamos servirnos de él sin temer su furia. Y entonces alguien enciende una cerilla o simplemente cae un rayo. Y el viento y el calor hacen el resto.

Cientos de personas han debido ser evacuadas esta semana en Estados Unidos. Decenas perdieron sus hogares. Nosotros, que estamos lejos de las llamas, podemos hasta admirarnos por la magnificencia del espectáculo. Los que están más cerca se saben pequeños e impotentes.

El fuego es un dios antiguo. Aterroriza y fascina.