ESTRENO DE DANZA: Pecados capitales (+ Fotos)

ESTRENO DE DANZA: Pecados capitales (+ Fotos)
Fecha de publicación: 
14 Marzo 2024
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Fotos: Del autor

No todos los coreógrafos pueden decir que hayan consolidado una marca de autor o una poética propias. Porque hacen falta constancia, coherencia y vocación integradora que de alguna manera permitan identificar aportes y realizaciones comunes de una creación coreográfica, asumida en su conjunto.

La maestra Isabel Bustos lo ha conseguido, desde hace un buen tiempo. Sus piezas suelen ser entramados oníricos, de expresividad enfática y gran calado simbólico, que apuntan a la confluencia, en ese concepto de la danza-teatro que ella ha defendido con su compañía Retazos.

Expresivo y en buena medida expresionista ha sido su más reciente estreno con la agrupación que dirige: Pecados capitales, que subió al escenario del teatro Martí el pasado fin de semana.

La coreógrafa revisita un tema abordado en demasía, pero que siempre ofrece asideros: esas siete faltas humanas identificadas y tantas veces castigadas por la gran tradición judeocristiana: ira, gula, soberbia, lujuria, pereza, envidia y avaricia.

Hay tantas recreaciones del asunto en el arte, en todas las artes, que pudiera constituirse en uno de los grandes temas universales de la creación, junto al amor, el poder y la muerte.

Isabel Bustos trasciende el ámbito meramente religioso, bíblico, para proponer un paralelismo con problemáticas de la sociedad contemporánea. Por lo tanto, hay un decidido tratamiento simbólico en las imágenes, en las dinámicas, en las historias que cada uno de los cuadros propone.

La metáfora es diáfana, aunque en algunos casos, como en el de la lujuria, es quizás demasiado obvia. Mucho más sugerentes resultan las evocaciones de otros pecados, resueltas con un lirismo más enjundioso, menos fácil… y con soluciones plásticas de innegable vuelo.

Las referencias culturales se explicitan con fuerza, se integran armónicamente en la puesta. Estamos hablando de una coreógrafa culta e informada, como se supone que deban ser todos los coreógrafos.

La utilización de elementos de utilería, como las recurrentes cajas de cartón, enriquece el planteamiento, nunca llega ser puro efectismo.

No siempre los conectores entre las escenas resultan eficaces, pareciera que se fracturara de cuando en cuando la columna vertebral del espectáculo. Pero la unidad esencial está garantiza precisamente por la singularidad de un estilo, que se manifiesta incluso más allá de una pauta de movimiento.

Son las constantes de Isabel Bustos, esos sistemas complejos sobre el escenario, que provocan al espectador, a veces desde la crudeza… y a veces desde la ternura.

El elenco estuvo a la altura de tantas demandas interpretativas. Ya lo deja claro el nombre de la compañía: Danza Teatro Retazos. Isabel Bustos no solo necesita bailarines, también precisa de bailarines-actores.

El programa se completó con una reposición, Crisálida, de Miguel Azcue, un verdadero alarde de integración de estilos, una puesta que, como se dice en el programa de mano, va del circo al break dance, de la rumba a la pantomima, en un ensayo sobre la identidad.

El año ha comenzado con mucha danza, todo parece indicar que tendremos una temporada pródiga.

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