Cuba: COVID-19 en la memoria

Cuba: COVID-19 en la memoria
Fecha de publicación: 
24 Enero 2024
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Nunca estará de más recordar lo que significó  la COVID-19 para el mundo. Convertida en pandemia, su impacto rebasó las fronteras y paralizó la vida económica y social de forma brutal; sus secuelas todavía son palpables.

Retomamos el tópico ahora a propósito de recientes recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de dar seguimiento a este particular ante el incremento actual de la presencia del virus SARS-CoV-2 y otras enfermedades respiratorias agudas en el orbe.

Por ello, a estar atentos al comportamiento de nuevas enfermedades y debidamente preparados frente a esas amenazas , llamó el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el primer encuentro del año con científicos y expertos para temas de salud.

Durante un aparte con el grupo de prensa de la Presidencia, según publicó Granma, tras finalizar la reunión de la dirección de la nación con los especialistas, la doctora Carilda Peña García, vicetitular del Ministerio de Salud Pública (Minsap), informó que a pesar del repunte de la COVID-19 y otras enfermedades respiratorias agudas en varias partes del planeta, en Cuba no está ocurriendo lo mismo; sin embargo, esto no debe llamar a la confianza  sino a ser previsores.

Asimismo el titular del rubro, José Ángel Portal Miranda, a través de las redes sociales había indicado previamente que, según la vigilancia clínico epidemiológica, microbiológica y genómica (esta última dirigida a detectar las cepas del SARS-CoV-2 circulando en la Isla), hasta ahora no se ha detectado ninguna variante nueva.

Las fuentes expertas citadas confirmaron que “…en Cuba sigue circulando la Ómicron con sus subvariantes, por lo que, hasta este minuto, nada nos hace pensar que vaya a ocurrir un agravamiento de los cuadros por la COVID-19”.

No obstante, tales informaciones son comunicadas para que la población no abandone las medidas de protección individual y las higiénico-sanitarias, acudade inmediato a consulta  ante cualquier síntoma respiratorio y, por supuesto, mantenga su esquema de vacunación anti-COVID-19 actualizado. El gobierno y el Minsap, por su parte, seguirán vigilantes en nuestras fronteras.

REFRESCAR LA MEMORIA   

Sin ánimos de detonar alarmas porque no resulta el caso, es el momento de refrescar la memoria. En Cuba se detectaron los primeros tres pacientes -turistas italianos- en Trinidad en marzo del 2020. Ahí arrancó una batalla campal que duró 26 meses hasta el control de la pandemia, como consecuencia de la alta tasa de inmunizacióncon nuestras propias vacunas, logro de la ciencia cubana que trascendió internacionalmente y con el cual se apoyó a otros pueblos en su lucha contra el patógeno.

Fueron más de un millón de cubanos y cubanas los que la padecieron, fallecieron más de ocho mil personas que enlutaron a sus familias, vecinos y a todo el país, que también seguía diariamente el comportamiento del nuevo coronavirus en el patio y el universo, gracias a las detalladas informacionesdel Doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología.

Crecientes gastos financieros supusoel enfrentamiento a un mal nuevo de alta transmisión y letalidad, que hubo que conocerlo y dominarlo en el propio combate frontal; donde galenos,  enfermeros,  personal de apoyo de la salud y  científicos se vistieron de Héroes con mayúsculas.

Tampoco nunca fue tan perverso como entonces el bloqueo, que no cedió un ápice en su hostigamiento, ni incluso cuando la Antilla Mayor sufrió la escasez de oxígeno.

En la arrancada misma del presente calendario, signado por una economía de guerra, los habitantes del territorio nacional somos llamados a retomar prácticas que resultaron habituales como modo de precaución que es sinónimo de evitar la reiteración de malas experiencias.

Desde que se decidió pasar a una nueva normalidad, ello implicaba reactivar la economía, rescatar las actividades productivas y sociales, y convivir con el virus devenido en endemia. Durante el contexto de hoy día, en que un grupo de medidas persiguen rectificar distorsiones y reanimar el desempeño económico autóctono, enfrentamos un panorama de falta de liquidez, escaseces variopintas, a las que se suma como siempre la inamovible guerra criminal de la Casa Blanca. Frente a tan dura coyuntura debemos sumar cuidados personales y colectivos para evitar con disciplina y elevada percepción del riesgo -ya conocido-, las posibilidades de infección; así como retomar posturas como eludir los tumultos sin el uso de los nasobucos, cuidar la higiene de las manos y estar vigilantes a cualquier síntoma que indique la pronta necesidad de acudir a los sistemas de salud.

Hay que asumir con conciencia también estos procederes pues nada existe más relevante que la vida. Sin salud no hay riqueza que compense el daño. Dejamos atrás la cuarentena, el aislamiento, aquel estado estresante del que solo queríamos salir, y por eso se impone recordar y actuar en consonancia.

Quien suscribe estas líneas padeció la COVID-19. Cómo me contagié no sabría precisar pues tuve buena actitud individual; lo pasé en mi casa aislada y asistida a diario por los médicos de la familia. Cómo olvidar aquellos 10 días sin pegar un ojo por la tos imparable, sentada en un balance; la pérdida de los sentidos del gusto y el olfato, la ausencia de apetito; y luego de rebasarla, los dolores musculares que palié con ciclos de fisioterapia; pero aún me acompañan.

Soy una adulta mayor, asmática, es decir, que estaba entre el grupo de los más vulnerables (los de la tercera edad y la grey infantil), aunque el azote epidémico no respetaba edad ni sexo, por eso va este recordatorio. No busco traer al presente malos recuerdos, pero sí insistir en la trascendencia de que en nuestros comportamientos se refleje el conocimiento del pasado reciente y su incidencia en la Isla, donde fuimos testigos de ciclos pandémicos con cifras altísimas de contagiados, hospitalizados y sospechosos. Aquellas estadísticas -que no queremos ver repetidas- instan a actuaciones cotidianas responsables, aunque en Cuba no esté ocurriendo lo mismo que en otras partes del mundo con el actual comportamiento de la COVID-19 y otras enfermedades  respiratorias agudas.

Vulnerables o no, todos deberemos seguir extremando los cuidados pues más vale precaver que tener que lamentar. Tengamos a mano las mascarillas y la preocupación consciente de que es mejor para la salud, para la vida. No olvidarlo es importante para poder seguir haciendo el cuento. Los sobrevivientes lo sabemos; y la memoria impide obviar las terribles realidades precedentes.

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