120 años de Nicolás Guillén: hacer Cuba poesía (+ Infografía)

Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo de llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.
N. Guillén  

Con su “su alma hecha ritmo y armonía” Nicolás Guillén anda cumpliendo este 10 de julio 120 años. Y el verbo en presente es con toda intención, aunque este inmenso camagüeyano haya dicho adiós hace 33 años, también un mes de julio.

Sucede que, como recordaba el ensayista y etnólogo Miguel Barnet, “No tuvo que esperar a que ningún decreto lo nombrara poeta nacional, fue el pueblo quien le otorgó ese don para situarlo en el registro de los clásicos, en el ámbito de la eternidad”.

Y en el ámbito de esta eternidad nuestra continúa, coloreándonos de ritmo los días, retratándonos esas esencias cubanas como no podría conseguirlo ninguna fotografía. 

Foto: tomada de lajiribilla.cu

Porque sus letras fueron tan cubanísimas que lo proyectaron a la universalidad a ritmo de son, escoltado por su abuelo blanco y su abuelo negro, como hoy seguimos andando en esta Isla, donde sentó escuela de novedad en la poesía y también con su ángulo ancho para retratar el alma de todos, incluyendo la de aquellos que habían quedado sin voz y sin un poema que llevarse al pecho para auto reconocerse.

Supo lo mismo hacer bailar sus versos, que vibrar con sus odas y elegías; igual sentó cátedra presidiendo la Unión de Escritores y Artistas de Cuba desde 1961 que con su propia existencia, “que disfrutó intensamente y sufrió intensamente la vida y que tuvo una gran humanidad como base para ser luego un gran artista”, como apuntara su nieto Nicolás Hernández Guillén, presidente de la fundación con el nombre del poeta, que hoy anda de aniversario y sigue preguntando:

¿Quién le dijo que yo era
 risa siempre, nunca llanto,
 como si fuera
 la primavera?
 (No soy tanto.)