Un día, un nombre: Eglys hizo la Cruz de oro

Un día, un nombre: Eglys hizo la Cruz de oro
Fecha de publicación: 
19 Julio 2015
0
Imagen principal: 

Antes y después de ese suceso, Eglys Cruz es tímida, reservada y pide permiso siempre para que sus ojos puedan esquivar los elogios, las felicitaciones y la admiración ante sus títulos de campeona, tal y como ocurrió este 18 de julio en Toronto, con su oro en el rifle a tres posiciones sobre la distancia de 50 metros.

La seriedad parece ser sinónimo de los tiradores, quienes ya  sabemos que tienen nervios de acero y no festejan una corona con saltos y gritos como lo hacen otros deportistas. Para ellos, la felicidad mayor les recorre por dentro sin necesidad de que salga al exterior. Y en eso Eglys es doble monarca, porque logra vencer a sus rivales y sale del escenario como mismo entró: seria y confiada, dispuesta solo a decir “Gracias” cuando comienzan a llover las felicitaciones y las preguntas.

Habría que explicar entonces que estamos hablando de la tiradora latinoamericana más laureada en Juegos Panamericanos con ocho medallas, distribuidas en cuatro oros, tres platas y un bronce —solo la aventaja en títulos con cinco la estadounidense Connie Petracek—; al tiempo que su bronce olímpico en Beijing 2008 significó un acontecimiento para su disciplina y la catapultó a la fama y el corazón de su pueblo.

En esta edición de Toronto 2015, la espirituana había quedado insatisfecha con el tercer puesto en el rifle neumático a 10 metros, una especialidad que dominó en 2003 y 2007. Sentía esa deuda sobre sus hombros, en los mismos que recuesta su arma por casi dos horas para apuntar y tirar. Y finalmente venció en la especialidad que más disfruta, en la que se dio a conocer 12 años atrás, casi una niña, cuando ganó en la edición de Santo Domingo.

La puntuación marcada equivalió a nuevo récord para la competencia, sin embargo, la parsimonia con que lo contó minutos después a la prensa volvió a revelar esa capacidad innata de hacer lo difícil un arte, de convertir lo inusual en magia. “Estoy contenta porque hace cuatro años me quedé con solo dos platas y esta vez venía más enfocada en hacer las cosas bien y no en ganar propiamente”, comentó a una colega del semanario Jit.

Y todo el que ha tenido el privilegio de conocerla sabe que esas palabras no denotan una falsa modestia y mucho menos disminuye su calidad mundial. Eglys hace la Cruz de oro dentro de un campo de tiro porque nunca ha separado la sencillez, la perseverancia, el esfuerzo y el compromiso personal de la envidiable condición técnica que posee. Hace cuatro años lloró inconforme con una plata porque quería regalarle el oro a su hija, a su familia, a su pueblo. Hoy lloró de nuevo porque el regalo estaba ya en su pecho.

Fue su oro el número 20 para Cuba en una jornada de dolor multiplicado para toda la delegación en suelo canadiense, pues el béisbol cedió por segunda edición consecutiva en una semifinal ante Estados Unidos y la ciclista Lisandra Guerra salió accidentada del velódromo tras una caída increíble cuando se empinaba hacia las semifinales de la velocidad.

La sonrisa de Eglys en lo más alto del podio dibujó, sin dudas, el triunfo merecido de una mujer y de un país que ha hecho del deporte otra expresión auténtica de nacionalidad y orgullo patrio. A casa llegará feliz en solo unas horas y otra vez su mirada noble y apasionada envolverá a quienes la abracen. Esta campeona es toda sensibilidad. Bien lo sabremos los cubanos.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.