Macron adolorido ante el estertor neocolonial francés

Macron adolorido ante el estertor neocolonial francés
Fecha de publicación: 
4 Mayo 2024
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El presidente francés Emmanuel Macron durante un discurso en la Universidad de la Sorbona, el 25 de abril de 2024. AFP - CHRISTOPHE PETIT TESSON

Francia siempre ha sido presentada como ejemplo magno de la cultura occidental, así como París su máxima representación en ese aspecto y otras reminiscencias, incluso a nivel de política avanzada.

Pero así como el Paris Saint Germain -el barrio, no el equipo de fútbol- era sinónimo de representante de las ideas progresistas de los partidos Comunista y Socialista, ahora la nación entera está envuelta en un peligroso avance de la derecha y una ola de racismo que golpea a las comunidades de origen africano y árabe.

Esto ha tenido lugar en los tiempos de la contradictoria gobernanza de Enmanuel Macron, que ha logrado enfrentar contiendas electorales que auguraban su derrota, pero está teniendo el amargo privilegio de asistir a los estertores del neocolonialismo francés.

Así lo demuestran sus antiguas colonias en África, como antes en el Medio Oriente, con Siria como gran ejemplo.

RUSIA, ¿CHIVO EXPIATORIO?

En días recientes, Macron ha querido cobrar especial protagonismo en la confrontación contra Rusia haciendo y diciendo cosas que rayan en una irracionalidad pocas veces vista. Pareciera que la política exterior francesa se ha comenzado a construir a partir de perversidades, como cuando el presidente Nicolás Sarkozy hizo desempeñar a Francia un papel determinante en la agresión a Libia (que concluyó con el asesinato de Muamar Gadafi), solo por frustraciones de orden personal que lo llevaron a un odio incontrolable basado en problemas conyugales que atribuía a acciones del líder libio.

Ante esa situación, es válido ahora preguntarse cuáles podrían ser las motivaciones del presidente Macron para hacer pública su animadversión hacia Rusia y su interés en protagonizar una cruzada europea contra Moscú, atacado por Estados Unidos y el resto de miembros de la OTAN, utilizando a Ucrania.
Empero, es fácil obtener respuestas en este caso, ya que es comprensible la ira del mandatario, al observar que la otrora potencia colonial que hoy dirige, se está desvaneciendo bajo su mandato.

Lo dijo él mismo en marzo del año pasado durante una visita a Gabón, cuando afirmó que “la era de la ´Francáfrica ha terminado”, lamentando que todavía se vea a su país como injerencista en los asuntos internos de las naciones africanas. Cuando hizo tal afirmación, había transcurrido poco más de un año desde el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania.

Tal hecho ha tenido una relevante influencia en la decisión de los Estados africanos de alejarse de Francia, lo cual no es más que otra expresión de la crisis estructural de la hegemonía occidental sobre el planeta, sobre todo cuando en sentido contrario, cada vez mayor cantidad de países de ese continente se acercan a Rusia y también a China. 

La mayor parte de los países africanos se negaron a sumarse al bloqueo mundial que tramó Occidente contra Rusia. Más que eso, Mali y Burkina Faso solicitaron a París que retirara las fuerzas militares de sus territorios, dada su total ineficacia en la lucha contra el terrorismo que había sido esgrimida como causa para su presencia en la región. 

En junio del año pasado, el canciller de Mali, Abdoulaye Diop, declaró sin ambages que su país “no quiere que los derechos humanos sean instrumentalizados o politizados, ya que no son prerrogativa de ningún país o civilización”, y agregó: “Sorprende que algunos países que han practicado la esclavitud o la colonización, hoy sean los que dan lecciones a otros de derechos humanos”.

AMBICIÓN

El interés económico de Occidente en la región es más que evidente. En particular, en fecha reciente los países del Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) han cobrado especial relevancia por la gran riqueza que guardan en su suelo y subsuelo: 

Níger tiene entre el 5% y 7% del uranio de grado más alto del mundo y la quinta reserva más grande del orbe. Mali tiene grandes reservas de litio, bauxita, mineral de hierro, oro, manganeso y piedra caliza. Chad tiene agua, un activo particularmente valioso en esa parte del mundo.

Los cambios de gobierno protagonizados por jóvenes militares anticolonialistas y defensores de la soberanía de sus países, han desplazado a líderes asentados en el poder gracias al apoyo de las metrópolis, cambiando la cara de la región y, en alguna medida, de toda África. 

Las amenazas de París como respuesta a la decisión de los nuevos gobiernos de expulsar a los militares europeos han sido respondidas con el acuerdo de Mali, Burkina Faso y Níger de ir hacia mecanismos de integración avanzados que incluyan las áreas económicas, financieras y hasta las de seguridad y defensa.

Entre los antecedentes de estos países, además de un pasado colonial común, cabe destacar que en algún momento de su historia reciente contaron con gobiernos socialistas autóctonos que fueron brutalmente combatidos y destruidos por la injerencia de la metrópoli francesa en alianza con Estados Unidos que ahora, de forma oportunista, busca achacar de todos los problemas de África a Francia, a fin de abrirse un espacio que le dé presencia y relevancia en el futuro.

Asimismo, los tres países se han visto atacados por fuerzas vinculadas al terrorismo encarnado en Al Qaeda y el Daesh que se han filtrado a través de la frontera norte de Malí con Libia tras el asalto dirigido por la Organización el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Muamar el Gadafi. Por otra parte, la obligación de estos países de utilizar la moneda franco CFA es expresión del control colonial que aún ejerce Francia en la región. Esta moneda está controlada por el Tesoro francés, el 50% de las reservas monetarias deben colocarse en ese país al mismo tiempo que todas las monedas y billetes que siguen vinculadas al euro, se acuñan en la metrópoli.

Por el contrario, los acuerdos de los países africanos con China y Rusia  marchan a ritmo acelerado. Los lazos establecidos por la Unión Soviética y mantenidos por Rusia marcan una diferencia en la forma en que Occidente se relaciona con el continente.

Los pueblos africanos no olvidan que en el último medio siglo contaron con el apoyo multilateral irrestricto de la Unión Soviética, incluso en el terreno militar, para sacudirse del colonialismo, dando continuidad a la cooperación en la difícil tarea de erigirse en países independientes. Más recientemente, Rusia se ha encadenado a esa política. Contingentes militares rusos asesoran a los países africanos para entrenar a los militares y ayudarles en la lucha antiterrorista.

Es algo que Francia ni Estados Unidos pueden hacer, sabiendo que han concedido financiamiento, armas y entrenamiento a estos grupos terroristas que han crecido bajo su cobijo en Afganistán, Iraq, Siria y otros países. 

Según lo afirman algunos líderes africanos: “No puedes ser parte de la solución cuando eres parte del problema”.

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