A 70 años del Moncada, gesta que echó por tierra un mito

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A 70 años del Moncada, gesta que echó por tierra un mito
Fecha de publicación: 
24 Julio 2023
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La historia de Cuba ya no sería igual después de la gesta del Moncada, que echó por tierra el mito de la imposibilidad de luchar contra un ejército represor, imponerse a dificultades y reveses que parecían insuperables, reagrupar las fuerzas revolucionarias tras sufrir presidio, afianzarse en la sierra y el llano, y triunfar.

Existía el concepto hasta en sectores revolucionarios y personas honorables, debido a acciones frustradas, que una revolución no se podía hacer contra el ejército, y fue precisamente esa infame profecía la que se dispuso desafiar Fidel Castro en su acción al organizar los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, hace ya 70 años.

El golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 por Fulgencio Batista resultó el detonante que llevó al joven abogado de 25 años a concebir una estrategia de lucha armada.

Tras los preparativos para enfrentar a la dictadura, sin que fueran penetrados por los servicios de inteligencia del régimen, la llamada Generación del Centenario del natalicio de José Martí, partió al Oriente de la Isla, donde se llevarían a cabo las acciones.

Fidel se reunió con los revolucionarios en la Granjita Siboney, en las afueras de la ciudad de Santiago de Cuba, antes de dirigirse a la toma de la fortaleza militar santiaguera y les dijo: "Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. (…)

También fue leído un poema del combatiente Raúl Gómez García que sintetizó la decisión de lucha y una de las estrofas que le daba título decía: “¡Ya estamos en Combate! /Por defender la idea de todos los que han muerto/ Para arrojar a los malos del histórico Templo/ Por el heroico gesto de Maceo/ Por la dulce memoria de Martí”.

La fuerza revolucionaria que llevaría a cabo el ataque a la fortaleza militar estaba integrada por un centenar de jóvenes humildes de origen obrero, campesinos, empleados, estudiantes, bajo una concepción unitaria y medidas clandestinas y de compartimentación.

En el amanecer de la Santa Ana irrumpieron los combatientes en el cuartel Moncada, mientras en Bayamo tenía lugar simultáneamente el asalto al “Carlos Manuel de Céspedes”. Las armas, las municiones y los uniformes del ejército que utilizarían los atacantes para incrementar la sorpresa fueron sufragados por los mismos revolucionarios aportando sus modestos sueldos o la venta de bienes personales.

El líder del movimiento dirigió el grupo que atacó por la posta tres del Moncada, y Raúl Castro ocupó con otros hombres el Palacio de Justicia, mientras Abel Santamaría llegó al otrora Hospital Saturnino Lora, pero no se logró la sorpresa al coincidir una patrulla de recorrido que se les enfrentó.

Se generalizó el combate y los guardias del cuartel santiaguero se hicieron fuertes desde su superioridad numérica y en armamentos frente a los revolucionarios.

Tampoco el ataque al cuartel de Bayamo tuvo éxito al fallar el plan inicial y extenderse el tiroteo de la guarnición desde sus posiciones, lo que obligó a los asaltantes a retirarse.

Batista dio la orden de matar sin restricción alguna a los prisioneros, y fueron  asesinados más de 50 revolucionarios, muchos de ellos en el mismo patio del edificio con disparos a boca tocante, casi a la vista del pueblo santiaguero.

Pocos sobrevivientes resultaron detenidos y enviados a prisión, entre ellos, Fidel, Raúl y Juan Almeida.

No obstante la derrota, el pueblo reconoció a un indiscutible guía a quien en su autodefensa ante el tribunal que lo juzgó, conocida como La Historia Me Absolverá, denunció los asesinatos, expuso los males del régimen imperante y anunció su programa que comenzó a lograrse desde la etapa de la lucha insurreccional en la Sierra Maestra hasta hacer posible el triunfo del Primero de Enero de 1959. 

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