En un discurso ante los participantes en el VI Foro Internacional Migración y Paz, el cual se realiza en Roma, el Sumo Pontífice señaló que ninguno puede sentirse tranquilo y exonerado de los imperativos morales derivados de la corresponsabilidad de la gestión del planeta.

Hacer justicia -dijo- significa también reconciliar la historia con el presente globalizado, sin perpetuar la lógica de explotación de personas y territorios, que responden al más cínico uso del merado para incrementar el bienestar de unos pocos.

"Nuestro compromiso a favor de los migrantes, los refugiados y las personas desplazadas es una aplicación de los principios y valores de hospitalidad y fraternidad que constituyen un patrimonio común de la humanidad", indicó.

Subrayó que hoy más que nunca es necesario reafirmar la centralidad de los seres humanos y evitar que condiciones circunstanciales y secundarias, así como el necesario cumplimiento de requisitos burocráticos o administrativos, oscurezcan su dignidad esencial.