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Publicado en Cuba Si (http://www.cubasi.cu)


Campeonato cubano de béisbol se congela en plena batalla

La 64 Serie Nacional de Béisbol, ya vencido su ecuador competitivo, hará una pausa obligada esta semana ante el inminente impacto del huracán Melissa sobre el territorio cubano, con especial fuerza en la zona oriental.

A medio camino del calendario, el campeonato llega con un aire espeso y contradictorio: un espectáculo aún vibrante, pero salpicado por baches que duelen tanto como los ponches con bases llenas. El béisbol sigue siendo —pese a todo— la respiración diaria de un país que se mide en lanzamientos y se emociona con batazos.

Matanzas, el equipo de la constancia y el coraje, lidera el torneo con récord de 26 victorias y 14 derrotas, aunque ha flaqueado en los últimos días: apenas cuatro triunfos en sus 10 partidos más recientes y una sorpresiva derrota ante los colistas de La Isla, su primera subserie perdida de toda la campaña.

Los Cocodrilos, con promedio defensivo de .980 y un pitcheo sólido de 3.92 carreras limpias por juego, sobreviven a la ausencia de varias de sus figuras estelares, guiados por el temple y la disciplina que los caracteriza.

Detrás, a solo medio juego, respira el milagro de Holguín, uno de los relatos más dulces del torneo. Los Cachorros batean .318, ganan partidos cerrados, y su as Michel Cabrera encabeza la liga en victorias (6) y coquetea con el liderato de salvados (7). Su combinación de garra y constancia los mantiene a tiro de la cima, amenazando con morder la gloria.

En la estela de los punteros, Las Tunas cumple su profecía de crecimiento: comienza lento y termina imparable. Los Leñadores promedian .312 al bate, su cerrador Alberto Pablo Civil ya acumula ocho salvamentos y su cuerpo de pitcheo ha logrado estabilizar un conjunto que año tras año se las arregla para competir hasta el final.

Industriales, siempre centro de pasiones y controversias, sigue estable en la zona de privilegio. Su cuerpo de lanzadores es el más ponchador del país (265), aunque las lesiones y enfermedades los han obligado a reinventarse semana tras semana. Con 3.97 carreras limpias permitidas por juego, los felinos mantienen su aspiración intacta de llegar a la postemporada.

El secreto mejor guardado de esta Serie, sin embargo, está en los montículos de Artemisa y Mayabeque. Con efectividades colectivas de 3.73 y 3.64, respectivamente, se han sostenido sobre sus serpentineros, fieles a una fórmula antigua: si no puedes batear más que el rival, al menos domínalo.

En el extremo opuesto, Santiago de Cuba, que comenzó arrasando y exhibe ahora una ofensiva de .315, 70 jonrones y 330 carreras anotadas, vive hoy un bajón doloroso. Ha ganado solo tres de sus últimos diez partidos, perdió a su mejor hombre, Yoel Yanqui, por contrato en la liga nicaragüense, y pronto dirá adiós también a Yoelquis Guibert, líder en carreras anotadas (47).

Su pitcheo, último del campeonato con 6.76 carreras limpias, se desmorona entre lesiones, cansancio y falta de control y deben reaccionar rápido para no caer fuera de la línea roja.

Por su parte, Sancti Spíritus, con un cuerpo de lanzadores que apenas admite 3.80 carreras limpias por juego, se aferra a la zona de clasificación, mientras Cienfuegos, contra todo pronóstico, se ha convertido en el equipo incómodo del torneo: nadie quiere enfrentarlo cuando aprieta el marcador.

En el grupo perseguidor, Granma y Pinar del Río aún respiran con opciones serias. Los Vegueros, en particular, atraviesan un momento inspirador con ocho victorias en sus últimos 10 desafíos, mezclando experiencia y juventud como pocas veces.

El caso más enigmático es Camagüey: el conjunto que más batea (.344), que cuenta con el líder en hits, dobles y bases recorridas (Leonel Moas Jr.) y que presume al mejor lanzador del campeonato, Dariel Góngora (0.60 pcl y 0.83 WHIP). Sin embargo, los Toros andan en el puesto 12, devorados por derrotas inesperadas que pesan más que cualquier promedio ofensivo.

La media de bateo colectiva del torneo es .285, mientras que el pitcheo promedia 5.06 carreras limpias y la defensa .969. Un retrato fiel del desbalance que atraviesa la liga, donde abundan los batazos y escasean los fildeos limpios y los duelos de lanzadores.

Más allá de las estadísticas, el campeonato ha dejado heridas de otro tipo: protestas airadas, sanciones por indisciplinas, roces entre peloteros y árbitros, e incidentes que han empañado un espectáculo que siempre debería ser símbolo de identidad y civismo. Los retrasos por falta de transporte o por estadios en mal estado completan un cuadro que preocupa tanto como entretiene.

Ahora, el huracán Melissa obliga a bajar las cortinas. La pelota, ese pulso nacional que no se detiene ni en sueños, cederá unos días ante la fuerza del viento y de la lluvia.

Y cuando el cielo se despeje, los 16 equipos volverán al diamante, con las mismas urgencias y la misma pasión de siempre, tratando de escribir —entre bates, guantes y esperanzas— el resto de esta historia llamada béisbol cubano.