Cuba Si
Publicado en Cuba Si (http://www.cubasi.cu)


¡Hasta siempre, querida Zenaida!

La danza escénica de inspiración folclórica ha perdido a uno de sus referentes esenciales: este domingo ha fallecido en La Habana la primera bailarina Zenaida Armenteros. Se marcha una figura cardinal de la cultura cubana, una creadora que convirtió la tradición en un acto de renovación constante y de autenticidad irrepetible. Su partida, a los 94 años, deja un vacío, pues no se trató solo de una intérprete de altísimos quilates, sino también de una maestra de generaciones y de un símbolo de cubanía en los escenarios.
 


Nacida en el barrio habanero de Carraguao, en el Cerro, Armenteros se nutrió desde niña de las expresiones populares, de los cantos y bailes que más tarde serían la savia de su arte. Desde la fundación del Conjunto Folklórico Nacional, en 1962, se convirtió en uno de sus pilares fundamentales, y con el tiempo alcanzó las más altas jerarquías dentro de la compañía: Primera Bailarina, Primera Actriz y Primera Cantante. Su carrera estuvo indisolublemente ligada a esa institución, y a través de ella se convirtió en embajadora de la riqueza del folclor afrocubano y de la capacidad de la escena para dignificarlo y proyectarlo más allá de nuestras fronteras.

Su vuelo interpretativo, su expresividad vocal y corporal, y la hondura simbólica de cada gesto marcaron un estilo inconfundible. Con la misma intensidad podía encarnar a una deidad yoruba, cantar un ritual o reproducir la cadencia de un baile popular. Su técnica precisa, su magnetismo escénico y su fidelidad a las raíces la convirtieron en un emblema de la danza cubana. Su porte majestuoso, acompañado de una voz grave y cálida, consolidaron una personalidad artística que trascendió el tiempo.

La entrega de Armenteros fue reconocida con relevantes distinciones: el Premio Nacional de Danza en 2005, la Medalla Alejo Carpentier, la Distinción por la Cultura Nacional y la condición de Artista de Mérito de la UNEAC, entre muchos otros lauros. Pero más allá de los premios, su verdadero legado está en la huella que dejó en el público, en sus compañeros de escena y en los discípulos que encontraron en ella un modelo de integridad artística y de profunda conexión entre tradición y contemporaneidad.

Con su fallecimiento, la cultura cubana pierde una de sus voces más legítimas y poderosas. No obstante, su espíritu permanecerá vivo en cada presentación del Conjunto Folklórico Nacional, en los escenarios donde la danza de raíz afrocubana se reafirma como estandarte, y en las nuevas generaciones que, inspiradas en su ejemplo, entienden que la memoria cultural también se baila.