El mundo no se inundó de mariposas amarillas, pero sí de consternación hace hoy exactamente 11 años: Había muerto Gabriel García Márquez.
Y en este 17 de abril, igual son cientos de miles en el planeta quienes lo evocan de manera particular, porque muy especial fue la vida de 87 años de este colombiano Premio Nobel de Literatura, reconocido entre los grandes clásicos de la literatura hispánica de todos los tiempos.
Entre los más grandes exponentes del realismo mágico, al Gabo se le identifica sobre todo por su novela Cien años de soledad, aunque fue un prolífico escritor, y también periodista, entre cuyas obras igual destacan El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba, Relato de un náufrago y Crónica de una muerte anunciada, además de numerosos cuentos y relatos cortos.
Curiosamente, en este siglo 21, como si fuera otro de los sortilegios de Melquíades, García Márquez ha renacido con una singular vitalidad a partir del estreno a fines del pasado año de la teleserie colombiana Cien años de soledad, basada en la novela homónima, que ha posibilitado, sobre todo a los más jóvenes, conocer desde el mundo digital al mágico Macondo con sus siete generaciones de la familia Buendía y también toda la denuncia que en ella subyace a las problemáticas de este continente, como distingue a buena parte de la obra de García Márquez.
Fue hasta vendedor de enciclopedias, luego de haberse iniciado en los estudios de derecho, a los cuales abandonó poco después dada su pasión por la literatura y el periodismo.
Hoy, desde el Macondo que le haya tocado, libre ya de periodistas insistentes y de relojes, el Gabo debe andar asomado por alguna ventana contemplando los homenajes que le rinden en este mundo, con media sonrisa dibujada en el rostro y una rosa amarilla en la solapa.