ZAPPING: Mujeres ambiciosas… o el odio es amor

ZAPPING: Mujeres ambiciosas… o el odio es amor
Fecha de publicación: 
10 Septiembre 2021
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Imagen principal: 

Las tres patas de esta mesa... Foto: Globo.

Mujeres ambiciosas (Globo, 2015), la telenovela brasileña que transmite Cubavisión en su horario estelar, estuvo muy lejos de ser un éxito de público en su país de origen.

Influyó el hecho de que varios políticos conservadores y autoridades religiosas llamaran a electores y feligreses a boicotearla, ante la presencia importante de una pareja de lesbianas y otros personajes y relaciones homosexuales.

Pero la razón primera de su escasa popularidad (que en ocasiones rompió récords de baja audiencia) no fueron esas tramas  —que al final la productora protegió en buena medida ante el chantaje—, sino la debilidad de un guion al que le faltó coherencia, sólidos pilares dramáticos y convincente progresión.

Pareciera que el principal creador de la historia (que es uno de los grandes, Gilberto Braga) se confió demasiado en el atractivo que pudieran generar sus personajes… y descuidó un poco la historia que iban a protagonizar.

Influyó también el hecho de que la televisora, ante la tibia respuesta del público, cambiara elementos del argumento e incluso, redefiniera personajes. Los parches de última hora casi siempre afectan la integridad de una trama.

El pecado original es la superficialidad del planteamiento, más que la de la idea. Tres mujeres tienen ambiciones en la vida; dos de ellas las canalizan desde la maldad o la obsesión; la tercera, la heroína, demuestra que se puede triunfar en la vida sin pisotear a los demás.

Se sabe que las heroínas de las telenovelas brasileñas son asumidas muchas veces como una representación misma del país, un símbolo. La sociedad, como esos personajes, enfrenta muchas dificultades, pero siempre hay esperanza de triunfo. Mientras más sufran los protagonistas, más disfrutable será el triunfo.

Por eso Regina (Camila Pitanga) parece no poder levantar cabeza durante buena parte de la telenovela. Por eso hay tanta gente tendiéndole trampas, desde todas partes. Y por eso también los villanos son tan enfáticos en sus villanías, hasta el punto de que a veces casi carecen de matices elementales.

Para interpretar a las dos antagonistas, Gilberto Braga convocó a dos actrices de primerísima línea, que habían encarnado villanas históricas de la televisión brasileña (Fátima, de Vale todo, y Carmina, de Avenida Brasil): Gloria Pires es la pérfida y elegante Beatriz, y Adriana Esteves le da vida a la vengativa y frustrada Inés. Las dos son enemigas irreconciliables.

Y ahí mismo está el germen de muchos de los problemas: la trama sirve a los personajes y no los personajes a la trama.

Los escritores se centraron en crear peripecias y puntos de giro en una frenética sucesión para sustentar el jugoso diferendo de Beatriz e Inés… y dejaron en un lugar casi secundario su relación con Regina.

Al final la novela, más que de ambiciones, habla del poder movilizador del odio de estas dos mujeres, que de tan intenso prácticamente roza un amor enfermizo. Una enemistad íntima.

Las maldades y los ajustes de cuenta que se propinan constante y alternativamente Beatriz e Inés pueden resultarles divertidos a los espectadores (sobre todo por el carisma de las actrices y sus personajes), pero afectan en alguna medida al resto del entramado dramático.

La protagonista tiene que depender demasiado de otros elementos para solidificarse, tiene que “armarse” a sí misma… y esa es una de las razones por la que asistimos a ese cambio tan repentino de Regina: de la joven un tanto impulsiva y ordinaria del principio a la empresaria distinguida y elegante de ahora mismo… con muy pocos capítulos por el medio.

Por supuesto que hay otras tramas significativas, como corresponde a una telenovela coral. Y ciertamente, el espectro es amplísimo: desde la romántica historia de amor de Lais (Luisa Arraes) y Rafael (Chay Suede), sazonada por el antagonismo de sus respectivas familias —la lógica de Montescos y Capuletos sigue funcionado a la perfección—; pasando por las intrigas y corruptelas políticas y la hipocresía pseudorreligiosa; hasta la crónica de una sociedad marcada grandes diferencias de clase…

Mucho en el caldero, pero no del todo bien cocinado. Hay demasiados golpes de efecto, puerilidad en algunos conflictos, soluciones rápidas y no del todo convincentes a no pocos dilemas.

Peripecias no faltan, sobre todo en estos momentos (al principio la telenovela resultaba más lenta), aunque a veces poco o nada aporten a la progresión general de la historia.

No obstante, como ya viene siendo habitual en las telenovelas brasileñas, Mujeres apasionadas defiende valores universales con mensajes diáfanos y orgánicamente insertados en las historias.

Se habla sin tapujos de homofobia, de prejuicios asociados a cierta manera de asumir la religión, de responsabilidad social y empresarial, de ética profesional, de las veleidades del poder… y se hace, en la medida en que el género y el contexto lo propician, crítica social.

Pero no hay que buscar aquí un modelo de dramaturgia ni un profundo ejercicio de reflexión.

Lo primero no se alcanzó. Lo segundo lo más seguro es que no se haya intentado.

A la excelente factura de la puesta en pantalla no le dedicaremos mucho espacio: esa es una “asignatura” aprobada con honores hace rato por la televisora Globo. Los estándares son altos y siempre son respetados.

A Mujeres ambiciosas le queda trecho. Como ya es tradición, comentaremos después del capítulo final.  

 

Comentarios

Me encanta el trabajo actoral de todas las novelas brasileñas, tanto que a veces me parece que no es una novela sino un Reportaje del momento. Tienen una Cátedra en la actuación.
hope.ancestros@nauta.cu
Me acuerdo de las críticas que mi amigo Anton Vélez puso en su blog Brasilescopio. Realmente odio la telenovela pero viéndola ahora pienso tanto en él.

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