Yasel Toledo Garnache: No quiero perder nunca la capacidad de asombro

Yasel Toledo Garnache: No quiero perder nunca la capacidad de asombro
Fecha de publicación: 
17 Octubre 2021
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Periodista, escritor, vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz, y recientemente director de la revista El Caimán Barbudo, Yasel Toledo Garnache es un joven que asume con responsabilidad los retos su tiempo. 

¿Qué representa para ti, siendo tan joven, dirigir El Caimán Barbudo, una publicación con tanta historia y tan importante para la cultura de nuestro país?

Llego al Caimán con muchos deseos de seguir aprendiendo. Desde la etapa como estudiante de Periodismo en la Universidad de Holguín soy fiel seguidor de la revista. Muchas veces analizamos algunos de sus artículos, y nos acercamos a la literatura, sucesos y fenómenos de la cultura cubana a través de ella. 

En lo personal, pensaba en El Caimán y me venía a la mente Bladimir Zamora, todavía es así. El Blado amó y dedicó gran parte de su vida, talento y esfuerzos a esa publicación. Siempre será una especie de hermano grande para los jóvenes creadores de nuestra generación. Lo imagino entre libros, discos y música, en peñas... Me parece verlo sonreír, hablar con esa pasión inusual, darse unos tragos, escribir y luego hojear las páginas de la que indudablemente fue la revista de sus amores. Nunca olvido su funeral en la sede de la Asociación Hermanos Saíz en Granma, allí estuvo parte del equipo del Caimán, incluido Fide (Fidel Díaz Castro), Paquita Armas y Darío Alejandro Escobar.

Para mí es un placer enorme compartir con profesionales que admiro y que son referentes para muchos en el periodismo cultural cubano, como Joaquín Borges Triana, Paquita, Fidel Díaz Castro y Rafael Grillo, uno de los mayores defensores del periodismo narrativo. Otros, a pesar de la juventud, también van recorriendo un camino de mucha luz, como Dailene Dovale, con abundantes reconocimientos, incluidos los premios Rubén Martínez Villena y Antonio Lloga en varias ocasiones, el 26 de Julio…, quien domina muy bien los podcasts y la narrativa hipermedia.  

En el equipo están también Albita (Alba Graciela), quien suele estar atenta a los detalles para actualizar El Caimán digital y sus perfiles en redes; Lourdes Daymé Mederos, quien realizó su tesis de licenciatura relacionada con la revista; la diseñadora estrella Helena Arco Martínez y la secretaria Yaima Suárez Mesa. Quiero que todos se sigan sintiendo felices, libres y a la vez con muchos deseos de seguir ayudando a que El Caimán crezca, a la vitalidad de la cultura cubana y sus esencias.

Parte de lo que más me agrada es el compromiso del equipo con El Caimán y la capacidad para debatir de manera permanente sobre temas más allá de la cultura. “Es una familia diversa”, como dice el propio Joaco, un team que siempre tiene sueños y que también suele ser crítico en los análisis.

Con total confianza te aseguro que no hubiese llegado al Caimán, sin la voluntad del propio Fide, los mensajes y las llamadas de otros integrantes del equipo que me manifestaron el deseo de que me sumara. Me hubiese gustado que fuera en otro contexto, especialmente sin las complejidades derivadas de la covid-19, para compartir más desde el principio en espacios físicos, para estar en los “Pacazos” o “Helenazos”, en las peñas…, para ir a otras provincias, para soñar todos juntos más allá de un chat.

En estas semanas he pasado mucho tiempo revisando el archivo de la revista, sus ejemplares desde 1966. Es inevitable emocionarse al ver sus páginas, las firmas de sus autores, la belleza más allá de lo formal, la herejía creativa… Ahí palpita parte importante del alma cultural del país y un poco más allá. 

He tratado sobre todo de escuchar, aprender, sentir el espíritu caimanero... Me gustaría que siga siendo cada vez más un espacio también para el debate y el pensamiento desde el amor a Cuba y los encantos de nuestra cultura. Como lo ha sido en su historia, El Saurio –como también le llamamos a veces- tiene el desafío de ser una especie de imán y a la vez de manantial para los jóvenes escritores, artistas e intelectuales cubanos y para la sociedad en general. Ojalá pronto podamos tener todas las ediciones en formato digital, retomar un sitio web .cu y seguir creciendo en las redes sociales. 

-Como vicepresidente de la AHS, periodista y director de El Caimán Barbudo cuál es tu criterio acerca del periodismo cultural que se hace en Cuba. ¿Cuáles son los retos que tiene la prensa en este sentido?

Muchos son los retos del periodismo cultural en Cuba. A los tradicionales se suman otros relacionados con plataformas digitales, redes sociales y un complejo entramado comunicativo y social, que demanda un ejercicio de la opinión y la crítica sobre temas artísticos y culturales cada vez más profundo.

El nuevo contexto provocado por la COVID-19 indudablemente ha originado cambios, pero los desafíos se mantienen y hasta se redimensionan. Han variado las rutinas productivas y surgido iniciativas que deben mantenerse siempre. 

En medio de la variedad ha sido escasa la crítica periodística, capaz de alertar, orientar y contribuir a una jerarquización cada vez más coherente. Hay aspectos esenciales que no dependerán únicamente de cambios de contextos o readaptaciones en las maneras de hacer.

Lo primero será siempre el conocimiento, la superación y la capacidad de análisis de las obras y los sucesos creativos. Resulta muy difícil que un profesional tenga todas las herramientas para el reflejo profundo y el análisis del teatro, la danza, la literatura, el cine, el patrimonio, las artes visuales...; por eso es tan pertinente el trabajo conjunto y la inclusión de personas que ya ejercen la crítica en otros espacios o tienen la formación para hacerlo, como dramaturgos, musicólogos o autores con prestigio, aunque ello implique que deban aprender las dinámicas de los medios de comunicación y el periodismo.

El ejercicio de la crítica debe ser siempre desde la profesionalidad y la voluntad de contribuir verdaderamente al crecimiento de sus autores y a una apreciación más acertada en los públicos. En todo esto influyen también la formación en las universidades y ciertas realidades al interior de algunos medios.

No se trata de decir “voy a ser crítico” o “haré un buen periodismo cultural”, no depende solo del propósito ni de apretar botones mágicos. Es primordial tener en verdad el conocimiento y las competencias profesionales para hacerlo, porque con intentos desacertados podríamos tener efectos negativos, como confusión e imaginarios erróneos. 

Resulta esencial utilizar mejor las plataformas digitales y la gramática hipermedial, por los debates que suelen ocurrir en esos espacios desde posiciones diversas. Ahí resulta cardinal también el ejercicio profundo y argumentativo de la crítica.

Tenemos mucho por hacer en ese sentido. En Cuba el reto de aprovechar al máximo el mundo web es doble por las dinámicas desfavorables que persisten en lo tradicional, con profesionales, creadores y audiencias poco acostumbrados al ejercicio del criterio “incómodo”. La crítica siempre va a molestar. Resulta casi imposible que algún autor aplauda de felicidad al escuchar o leer críticas a una de sus obras. Y a eso se le suma la necesidad de dominar otras herramientas y códigos de lo digital. Repito que, en nuestra opinión, el trabajo en equipo parece ser la manera más efectiva de dar pasos rápidos en ese sentido, aprovechando las potencialidades de cada uno.

Alegra ver algunos ejemplos positivos de iniciativas como podcasts y perfiles hipermediales en medios como el periódico Juventud Rebelde y El Caimán, pero falta muchísimo. Aquí todavía no hay experiencias como youtubers o grandes influencers sobre esos temas en las redes.

Nosotros consideramos que cualquier acercamiento desde lo comunicacional al arte o a los sucesos artísticos no debe ser considerado periodismo cultural, porque eso implica también un conocimiento, una ética, un análisis.

Reconocemos que desde la AHS, a pesar de tener secciones como la de Crítica e investigación y otras con presencia de periodistas, tampoco hemos logrado fomentar todo lo deseado ese ejercicio analítico, más allá de algunos ejemplos.

Debemos construir una mayor articulación entre nuestros eventos, especialmente los relacionados con el periodismo y la labor desde los medios de comunicación, incluidos el Taller y Concurso Rubén Martínez Villena, en La Habana; el Coloquio de Periodismo Cultural, en Camaguey; el Encuentro nacional y concurso para jóvenes radialistas La Vuelta Abajo, en Pinar del Río; el Antonio Lloga In Memoriam, en Santiago de Cuba; el Voces Cruzadas, en Sancti Spíritus; el Ultrasonido, en Las Tunas...

Resulta esencial seguir potenciando la superación y también premiar y contribuir a la divulgación de las mejores obras. Tenemos que ser cada vez más un equipo creativo con una hermandad creciente, en la cual la crítica constructiva siga siendo esencial.

Es fundamental el trabajo armónico entre jóvenes y profesionales de más experiencia, en el que todos aprendamos y desarrollemos competencias, tanto para el análisis y la redacción como para el dominio de nuevos códigos y particularidades, por ejemplo, del mundo digital.

La AHS, la UPEC, la UNEAC, el propio Caimán y otros colectivos podemos hacer mucho más de manera conjunta. El periodismo cultural adquiere cada vez más importancia, como lupa que analiza, desentraña, orienta y guía. Rebasa el arte, la literatura… Es transversal a fenómenos de la sociedad toda, por eso debemos cultivarlo y enarbolarlo siempre de la mejor manera.

-Usted es periodista y escritor. ¿Cuánto hay de periodismo en tu literatura y viceversa?

El periodismo y la literatura se complementan. Llegué a la literatura por el deseo de perfeccionar el periodismo, aprovechar las técnicas narrativas para hacerlo más atractivo, pues deseaba entretener, encantar, transmitir emociones… En la etapa de la universidad escribía con mucha frecuencia. Envié algunos relatos al Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, y fui seleccionado entre los jóvenes para pasar su Curso de Técnicas Narrativas.

Eso me cambió bastante. Me agradó mucho conocer a Heras León, a su esposa Ivonne Galeano, a los demás profesores y escritores, a Raúl Aguiar, a Sergio Cevedo, a los muchachos de otras proincias... Cada vez que regresaba de los encuentros en La Habana al oriente del país escribía dos o tres cuentos en el viaje. Eso tiene que ver mucho con el ambiente que viví en el Onelio. Viraba cargado, lleno de historias por contar y con más interés. 

Luego llegaron otras alegrías, como la beca Caballo de coral, por el proyecto de libro de cuentos La remodelación, y el premio en el tercer concurso de microrrelatos, convocado por Cubadebate y Ocean Sur.

Siempre agradezco a Holguín por ser la ciudad que me despertó. Ahí fue donde por primera vez fui a un teatro, me interesé por la ópera, por la literatura, y eso me hizo madurar mucho, me hizo cambiar en lo profesional, en lo intelectual. También le debo bastante al ambiente en la universidad, al grupo de amigos que compartió vivencias conmigo, a profesores como Rubén Rodríguez, Fabio Ochoa y Orlando Rodríguez.

El periodismo necesita la belleza formal. Ojalá ese tipo de cursos de técnicas narrativas se impartiera en todos los medios de prensa.  Entre los periodistas con una obra más sobresaliente se incluyen muchos escritores, como Ernest Hemingway, José Martí, Rodolfo Walsh, Capote…, para no salir del continente. Es muy agradable leer una crónica de García Márquez, de Pablo de la Torriente…”.

En los últimos años he escrito poca literatura. En el poco tiempo libre trato de priorizar el periodismo. Eso es lo que soy en verdad: periodista, por eso jamás me apartaré totalmente de la profesión que amo y con la que tanto soñé desde pequeño. Me ayuda a tener visiones y análisis más abarcadores, a ser mejor cubano, mejor ser humano. No quiero perder nunca la capacidad del asombro.

-Hace unos meses escribiste que "estos debieran ser tiempos de paz, decoro y amor total a Cuba" ¿Qué está haciendo la AHS como institución para lograr cumplir ese objetivo?

Vivimos tiempos difíciles, marcados por la pandemia de la covid-19, complicaciones económicas, ascenso de las disputas ideológicas, luchas a veces despiadadas en lo simbólico y otras complejidades.

En este contexto nosotros como Asociación, como gremio y familia grande y diversa, hemos tratado de mantenernos lo más unidos posible, conscientes de los retos y la importancia de seguir fieles a la creación y a las esencias de Cuba. Hemos realizado casi todos nuestros eventos y jornadas de programación de manera online, impulsado disímiles proyectos creativos…, seguros de que el arte también salva.

Jóvenes creadores de todo el país estamos en la lucha contra la covid-19 en centros de aislamiento, organizamos donaciones, contribuimos a la campaña a favor de la vacunación. Concedemos mucha importancia a la comunicación entre nosotros y con creadores de otros países. Incrementamos los intercambios con miembros de la organización y de otros sectores, en los cuales debatimos con profundidad y casi fiereza, pero siempre con un espíritu propositivo. Tratamos de articularnos más e impulsar proyectos de conjunto, no solamente desde el sector de la Cultura.

Tratamos de funcionar siempre lo mejor posible como gremio en todo y a la vez cultivar un espíritu de verdadera hermandad dentro. Tratamos de aprovechar las críticas y propuestas, la inteligencia colectiva, para crecer no solo como AHS, sino para contribuir a un mejor país. 

Tenemos mucho que mejorar en Cuba más allá de la cultura. Somos unos soñadores. Confiamos en la belleza y la fuerza del arte, en la mística de la nación, en lo que podemos hacer desde el amor y la dignidad. La confianza, el consenso y la esperanza se construyen permanentemente, en lo cual es fundamental la espiritualidad y la concreción de sueños colectivos. Tratamos de ser útiles en todo eso. 

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