Uniformes y polémica antes del play ball
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La voz de play ball no fue dada todavía y la I Liga Élite del Béisbol Cubano ya está envuelta en la polémica.
Si no era suficiente con el disgusto popular por los nombres de algunos equipos, el inicio del torneo se retrasó por la no llegada en tiempo de los uniformes de los peloteros y los árbitros, algo inconcebible para un evento que se precie de ser serio.
De momento todo el mundo se lava las manos, la Federación cubana dice que todo estaba concertado con la empresa Teammate, y esta última dice que entregó todo en tiempo a la compañía Lantia Marítima para su traslado hacia Cuba.
La pelota todavía no ha picado y sigue en tierra de nadie, pero mientras estamos perdiendo valiosos días que obligarán luego a programar dobles juegos, porque esta justa está inmediatamente antes de la Serie del Caribe, adonde debe asistir su campeón.
Por eso esta semana que estamos perdiendo sobrecargará el calendario y obligará a hacer cambios importantes en cuanto a sedes, porque inicialmente se distribuyó lo más equitativamente posible los estadios en las diferentes provincias, pero con los reajustes esto debe variar, con la consecuente afectación para los aficionados de esos territorios.
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La otra pifia de las autoridades fue que este lunes se celebró una conferencia de prensa para explicar el tema de los uniformes y no fueron invitados varios periodistas que criticaron la posposición a última hora.
Aquí se trata de algo un poco más grave, pues independientemente de que alguien haya sido poco cuidadoso en cuanto a términos (lo cual no creo sea el caso), su medio de prensa y sus lectores, seguidores, oyentes o televidentes según sea el caso, no pueden ser privados de escuchar los argumentos de las partes.
No es una práctica nueva, ni en el deporte ni en otros sectores, en los cuales los intereses personales a veces priman por sobre los colectivos, y un periodista “incómodo” es dejado al margen de las actividades oficiales.
Conozco varios casos de ministerios que vetan a este o aquel, e incluso algunos a los cuales sus medios de prensa los defienden contra viento y marea, como debería ser en el ciento por ciento de los casos.
Si Granma, por poner un ejemplo, no se mete en quién es el responsable de la cadena del pan en la industria alimenticia, ese ministerio no puede decidir qué periodista de Granma va a sus actividades. Al menos así debiera ser en teoría.
Volviendo a la pelota, aquí la víctima principal es la propia Liga, que ya nació con respiración asistida y se le está enviando al cunero con estas decisiones arbitrarias.
Nuestro deporte nacional, y todos los sectores, vuelvo a generalizar, tienen que estar por encima de estas diferencias, y la crítica hay que saber asumirla cuando no se tiene la razón. Mientras, seguimos esperando por el play ball.
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