Telaraña pandémica: ¿Realmente nos estamos distanciando?

Telaraña pandémica: ¿Realmente nos estamos distanciando?
Fecha de publicación: 
9 Febrero 2021
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Foto: Alejandro Basulto / Tribuna de La Habana

Los especialistas, cuando nos alertan del distanciamiento físico y social como una de las mejores medidas preventivas para evitar el contagio con el SARS-CoV-2, realmente pudiéramos decir, nos están orientando para protegernos y cuidar la salud no solo de nosotros, sino de cada uno de los miembros con quienes nos interrelacionamos a diario, y que, en la mayoría de los casos, debería comportarse de manera menos pronunciada, y estar más incorporado a nuestra cotidianidad.

Con ello me refiero a la implementación de las rutinas de trabajo a distancia, el teletrabajo, las cuales deberían extenderse aún mucho más, pues a la redonda son muchos los conocidos, amistades, familiares en cuyos centros de trabajo la modalidad presencial sigue imperando. Hay casos en que las oficinas continúan colmadas de todos sus trabajadores, en espacios cerrados, sin ventanas, unos con climatización, otros no, y no se avizora ni siquiera la intención al cambio.

Pensemos que en un local donde mínimo estén cinco personas, cada una de ellas puede que viva en un municipio diferente, puede que en sus casas convivan con no pocos familiares, como suele pasar en la sociedad cubana, y que cada uno de estos familiares también siga igualmente en esa participación social en sus trabajos. No sabemos si todas estas personas con quienes interactuamos se protegen como debe ser, o más, si con quienes habitan lo hacen también.

Si coincidimos en el trabajo con Juan, que se protege, pero en la casa de Juan, su tía, que también tiene que asumir su trabajo presencial, en el momento del café o del almuerzo comparte ese instante sin nasobuco y habla con Pedro, que no se cuida, el resorte del contagio tira hacia atrás, y con tal fuerza, que la cadena de contagio puede ser espeluznante. Son muchos quienes, en este instante, subestiman estos análisis, las cadenas de infección, que desatan como dinamita.

Así se repite este fenómeno en cada uno de los contextos en que podamos aplicarlo. Imaginemos un niño que un día sus padres deciden dejarlo en casa de una vecina o con un amiguito porque los mayores deben salir de casa, y entonces sin nasobuco, porque es inevitable, al menos en el horario de las comidas, este interactúe dentro de otro círculo social y se exponga o no a la enfermedad, en la medida en que cada uno de esos adultos decida actuar y protegerse responsablemente.

De distanciamiento social y físico no podemos ni hablar, ni apenas susurrar, en el tema de las colas, que bien se pueden justificar con el desabastecimiento que hay en la nación por múltiples causas: bloqueo, crisis económica mundial, isla subdesarrollada; pero que pudieran ser más organizadas y menos recurrentes, pues hay quienes días tras días se les ve en las calles, en las mismas colas, lo mismo por necesidad, que por ser colero, acaparador, o por salir de la casa a coger un aire.

Sabemos que son ya muchos los meses de convivencia con la enfermedad de la Covid-19, y que se añora ver al abuelo, visitar a los sobrinos, hacer una tarde de almuerzo, discreta, pero en familia, con primos y hermanos. La situación para muchos es desesperante, estresante, triste. Son muchas las familias separadas, familiares en el exterior que todavía no han podido venir a Cuba, y así llevan más de un año sin poder hijos abrazar a sus padres, sus hermanos y abuelos.

Pero esta enfermedad, el enemigo invisible, como muchos la nombran, parece con el tiempo, seguir empoderándose. Así ya se demostró con la confirmación de tres nuevas cepas provenientes de tres continentes diferentes, las cuales son más contagiosas. La cifra de enfermos aumenta por día, hay países que en este minuto viven nuevos rebrotes y con ello, medidas más restrictivas para aplacar la curva, dígase de casos positivos y fallecimientos.

Cuba tampoco vive sus horas más calmadas de la pandemia, un fuerte rebrote azota a todo el territorio nacional y ha arrojado cifras que han sobrepasado hasta los mil casos en una jornada. Tristemente, llevamos más de una semana en que se notifica a diario el deceso de, como mínimo, dos personas a causa de la enfermedad de la Covid-19. Sin embargo, aunque como siempre aclaro, no es la totalidad, en muchos individuos no es palpable una real percepción de riesgo.

 

Comentarios

B días. Coincidimos y agradecos su artículo, pues opino que hay que insistir mucho en alertar sobre l percepción del riesgo de contraer el coronavirus por falta de prevención, tanto en la comunidad como en los centros de trabsjo. Por ejemplo, en mi comunidad, por el trabajo conjunto reslizado, no habíamos tenido ningún caso desde marzo/2020. Sin embargo, una joven de 28 años resultó positiva en su centro de trabajo. Hay que incentivar las medidas higiénico sanitarias mediante la interacción y la promoción sistemática del riesgo de trasmisión, desde los medios de difusión. Saludos
onisantana@nauta.cu

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