SOS Haití
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Fotografía tomada de https://acento.com.do
Desde la distancia pensar en Haití es imaginar un campo de batalla en cada calle. Me pregunto si será así. Si nos guiamos por los reportes de prensa, ese territorio caribeño es caótico de principio a fin. Tan pequeño en extensión con sus menos de 30 mil km2, parece increíble que allí se junten todos los males que dañan a una sociedad, al punto de no encontrar forma de salvarla del desbarajuste que parece inundarlo todo.
Es una nación viciada por el desorden político, al borde de la anarquía, y marcada por profundas desigualdades sociales, y, principalmente, por la extrema pobreza en gran parte de la población, que no consigue levantar ni poseerá, en mucho tiempo, los recursos para prosperar. La situación general se debe en gran medida porque, además, por su ubicación, con constancia, es afectada por huracanes y terremotos.
Recordemos cómo en el año 2010 Haití quedó devastado luego de un sismo que provocó más de 300 mil muertos, similar cantidad de heridos, y más de un millón y medio de desamparados sin hogar. Y no es un fenómeno aislado, con frecuencia la naturaleza se comporta caprichosa con esa zona, y cada vez deja un escenario aún más crudo, de indigencia y desesperanza.
Con este cruento panorama, es común que la violencia se dispare. Muchos individuos no ven otra manera de subsistir y quedan absortos por un ambiente del que en realidad es muy difícil salir. De modo que el índice de criminalidad es elevado, a cada rato las pandillas se apoderan de las calles para delinquir o enfrentarse unas a otras. Así es muy peligroso vivir. ¿Cuál es el saldo? A ojos del exterior, un país atemorizado, que emigra o resiste como puede.
Todo esto contribuye a la inestabilidad sociopolítica.
Fotografía tomada de https://cronicaglobal.elespanol.com
Recientemente la Organización de Naciones Unidas reveló que en menos de 80 días, este año, en Haití fueron asesinadas más de 500 personas, y que, por tanto, obliga declarar el estado de emergencia. No levanta cabeza. A menudo ocupa titulares, y nunca es para bien. Solo se habla de revueltas, gente al borde del hambre, magnicidio, una catástrofe meteorológica, muertos y heridos, discrepancias ciudadanos-Estado, o entre los propios poderes. En fin.
¿Cómo lograrán los haitianos ser una nación segura y mejorar su economía, así como su ambiente social y político? No encuentro propuestas aterrizadas. No vale solo la voluntad, sus ganas de progreso. No basta el apoyo internacional, el capital donado, los llamados a la pacificación, las campañas de ayuda temporal con personal capacitado solo en determinadas áreas. Nada de eso es suficiente porque el mal está demasiado arraigado, y conviven con los escasos recursos, la corrupción, la inseguridad, la poca participación popular en los procesos de toma de decisiones con un Estado que cada vez pierde más el control en un entorno de violencia casi al nivel del terrorismo, y el desgano.
Haití necesita estrategias públicas acorde a su realidad. Optimizar su calidad de vida con acceso a la educación y la salud, además de mejorar infraestructura, gestionar mayor oferta de empleo, y velar por los derechos humanos. Pero requiere planes de superación integrales, sostenidos en el tiempo, abarcadores, y nada de esto será viable sin seguridad. Es un país vulnerable. Urge un acuerdo entre gobierno y grupos pandilleros, valorar si perdonar o castigar. Apremia la reconciliación política, escuchar las demandas del pueblo, y trabajar para crecer. De todas formas, es un proceso extenso y no lineal.
Fotografía tomada de https://eldinero.com.do
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