Son Kayorí, de Panamá a La Habana

Son Kayorí, de Panamá a La Habana
Fecha de publicación: 
20 Enero 2022
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Son Kayorí es una agrupación istmeña que cultiva la «música caribeña, la salsa tradicional, mucho de son cubano tradicional. Tenemos ya aproximadamente unos diez años de estar por ahí haciendo cosas, entre ellas, hemos venido por dos o tres ocasiones al Festival de música fusión Piña Colada, en Ciego de Ávila, y hemos realizado aquí una producción llamada Original y sincero, que grabamos hace unos años en el Estudio 18 de la Egrem y el productor fue Arnaldo Rodríguez», me contó Adalberto Bazán, líder de la agrupación, a quien la música lo volvió a traer recientemente a La Habana.

«Grabamos dos nuevos temas que no tienen un toque comercial, digamos. Uno tiene que ver mucho con la época colonial panameña, es un  homenaje al cacique indígena que se llamó Urracá, muy representativo de la provincia de Veraguas, en Panamá. Un compositor ya fallecido, Edwin Silveras, me ofreció el tema para que lo grabara. Lamentablemente, no lo pude hacer en aquel momento por situaciones de carácter económico; sin embargo, ahora tuvimos la posibilidad de venir y lo realizamos, primero como Homenaje a Urracá, que es justamente como se llama la canción, y también como un reconocimiento, un tributo póstumo al arquitecto Edwin Silveras, que fue un gran compositor nuestro.

«El otro es un tema mío que se llama Canción para un amigo ausente y tiene mucho que ver con los amigos que se nos fueron en la época de pandemia. Por ejemplo, el arreglista de la producción que yo realicé aquí murió a causa de la COVID, y algunos otros compañeros músicos allá en Panamá fallecieron también, y este es un homenaje para ellos».

Musicalmente, son muy diferentes también ambas piezas: «El Homenaje a Urracá tiene el ritmo de salsa propiamente dicho, lógicamente con el toque de la música tradicional cubana, porque a mí me encanta eso. El otro es una especie de fusión de música caribeña. En primera instancia, yo lo percibí como un ritmo muy panameño que se llama "tamborera", pero ha habido un pequeño cambio por las características del arreglista, que es cubano, y los músicos, entonces es una fusión de música caribeña, pero que está dentro de la esencia de lo que es la música afrohispana, y a mí me gusta mucho, yo pienso que creció el tema».

Adalberto Bazán lleva muchos años viviendo en la ciudad de Panamá, pero trae la insularidad en las venas. Nació en una de las islas del Archipiélago de las Perlas, en el corazón del Golfo de Panamá. «La mayoría de la gente ahí somos afrodescendientes. Lo que aquí en Cuba le llaman la rumba, son allá el bunde, el bullerengue, los juegos congos, que son parte de la cultura afropanameña», me cuenta.

Matamoros, la Sonora Matancera, el bolero y el son, la timba, los músicos cubanos y el público de la mayor de las Antillas, lo conquistaron definitivamente: «El cubano es un público, a mi manera de ver, de mucha calidad, porque es un público muy receptivo, pero a la misma vez tiene la capacidad de saber lo que está bien, lo que está mal, y una cosa muy importante: es un público que aporta y que te enseña a respetar; a no discriminar; a no pensar que, porque el espectador no está en el escenario contigo, es ignorante de lo que está sucediendo. El público cubano va a los conciertos o va a los shows porque sabe qué es lo que va a ver, y si no es lo que le vendieron, él va a decir: esto no fue lo que yo vine a ver. Gracias a Dios, el que nos hemos encontrado allá en Ciego ha sido un público muy receptivo y por eso hemos venido varias veces, porque yo estoy seguro de que si lo hubiéramos hecho mal, no nos hubieran vuelto a invitar».

En este punto me recuerda que ha estado unas 17 veces en Cuba, y comenta sobre los colegas con los que ha trabajado y compartido acá: «Yo les tengo mucha confianza a los músicos cubanos. Me gusta el trabajo que hacen por el feeling ese... bueno, para mí Cuba siempre ha sido un referente cultural, científico, educacional... A mí me encanta el trabajo que se hace acá.

«Con Arnaldo hemos hecho una amistad desde el momento que nos conocimos. Una excelente persona, excelente músico y también excelente productor, muy responsable, por eso hice mi primera producción acá con él, y he regresado porque tengo mucha confianza en el trabajo que hacen Arnaldo y su equipo. Yo me siento muy satisfecho con el resultado, con la calidad de los músicos que trabajan aquí, a pesar de que son muchachos bastante jóvenes. Cuando tú escuchas el trabajo, parece que tuvieran cualquier cantidad de años en este ambiente, así que eso muestra que la escuela musical cubana es una escuela que enseña la música en serio, y eso a mí me encanta, por el hecho de que el resultado va a ser de ese carácter tradicional que me gusta darle a lo que haga».

Aunque nos separen más de dos horas de vuelo directo, Panamá está «ahí mismo», mucho más cerquita culturalmente de lo que podemos imaginar: «Nosotros los panameños, a pesar de que estamos en tierra firme, somos caribeños también igual que Cuba. Lo otro es que todos somos hispanos, tenemos la herencia colonial de los españoles, pero también esa esencia africana, entonces esas dos culturas se unen y trae como resultado el sazón, que es el mismo el de la comida cubana y el de la panameña; el comportamiento ese dicharachero del cubano es el mismo comportamiento del pueblo panameño... pues eso también se expresa en la música. Claro que son culturas diferentes, pero siempre hay puntos de convergencia por esa herencia histórica».

Y no demora Adalberto en dejar claro que él mismo es un ejemplo de esa conexión entre nuestras idiosincrasias. Hablamos de ritmos y me suelta que si suena una timba y él se queda quieto, es porque está muerto: «Cuba es un referente musical. Todo lo que está pasando a nivel de música popular afrohispana, la referencia es Cuba: el bolero, eso que le llaman salsa, muchos no están de acuerdo, pero es una degradación del son. Hay mucha gente que está tratando de hacer timba, pero ahí fue donde el cubano le puso una llave bien fuerte, como diciendo: a ver si pueden hacer lo que nosotros hacemos. Yo siempre he dicho: para hacer timba hay que ser cubano. Es que tiene tantas cosas... la timba es una combinación de tantas cosas... tiene de jazz, tiene de son, de rumba, entonces eso es complicado».

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