Sin volar el Capitolio, Trump asegura el futuro

Sin volar el Capitolio, Trump asegura el futuro
Fecha de publicación: 
18 Octubre 2020
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Muchos de los que por televisión han estado viendo la serie norteamericana Impacto directo (los domingos, por Multivisión) recordarán en una segunda etapa (Sucesor designado) como una explosión subterránea destruyó el Capitolio, en Washington, matando a todo el Ejecutivo y a casi todo el cuerpo legislativo, en el comienzo de una trama tendente a asegurar el posterior control del poder por elementos con prácticas fascistas.

A Donald Trump no le hará falta volar Capitolio alguno, sin incluso ganar la reelección presidencial, para asegurar a quienes detentan realmente el poder el control de la principal llave para hacerlo en una sociedad como la norteamericana: la judicial.

Lo más reciente en el panorama estadounidense es el aseguramiento de la Presidencia del Tribunal Supremo, y así lo logró el mandatario con una mujer de recia estirpe conservadora, más bien ultrarreaccionaria, con lo cual aseguró que, en el máximo cuerpo legislativo de Estados Unidos, además de la presidenta, hay otros cuatro personajes de la extrema derecha y tres de tendencia liberal, un liberal al estilo estadounidense, que no lo es tanto.

Generalmente comentamos las situaciones política, social, militar y económica, y dejamos a un lado el judicial, cuando este elemento puede pasar por encima del ejecutivo y legislativo. De él depende el nombramiento oficial de un presidente de Estados Unidos:

“El Justicia Mayor (traducción de chief justice, presidente del Tribunal Supremo) se puso en pie; tendió abierta al Presidente, que ayudó a sostenerla con la mano derecha, una Biblia pequeña y muy usada, de cubierta de cuero y con ribetes dorados, que fue la misma que dio a Cleveland su madre cuando salió de mozo a buscar suerte por el mundo; recitó el Justicia el juramento, y lo selló el Presidente con un beso en la Biblia”. (José Martí, Obras Completas, Edición Crítica, Tomo 22, página 47)

En la era Trump se han renovado a favor de la ultraderecha los tribunales de la inmensa mayoría de los estados norteamericanos, quedando muy pocos sin hacerlo, lo cual es mucho más que en todas las etapas anteriores de Obama, Bush hijo, Clinton, Bush padre y Carter y Reagan juntos.

Es decir, el grupo que apoya al mandatario se asegura la injusta justicia estadounidense en los próximos años, y no sé qué podrán hacer sus opositores al respecto, porque cualquier fallo ejecutivo y legislativo puede ser revocado por esos tribunales, incluso en última instancia por el Supremo.

No nos debe extrañar cuando está muy en boga la destitución o persecución, o ambos, por los tribunales de dirigentes políticos que se tornan molestos al régimen de turno, como ha sucedido en Brasil, Ecuador y Bolivia en los últimos tiempos.

Ahí están, entre otros,  el golpe deEstado judicial a la presidenta Dilma Rousseff, el encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva para evitar su postulación a la presidencia; los fallidos intentos para llevar a la cárcel a la hoy vicepresidenta argentina, Cristina Fernández; la prisión sin pruebas al  vicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas; la persecución con saña al ex presidente Rafael Correa, también de Ecuador, y el golpe militar a Evo Morales de hace un año en Bolivia, que ahora pudiera repetirse en forma electoral, con Luis Arce, también del Movimiento al Socialismo.

El establishment estadounidense, que controla la Reserva Federal y ejerce la mayor parte del domino mundial, no descuida esta crucial esfera para evitar obstáculos a su hegemonía, con lo cual entrena en su territorio a sus mejores hijos, como Sergio Moro, por ejemplo.

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