Si de arbitraje se habla: ¡Amado Maestri!

Si de arbitraje se habla: ¡Amado Maestri!
Fecha de publicación: 
17 Diciembre 2022
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La rebeldía estudiantil sobre el terreno del Gran Stadium del Cerro. Noviembre 16 de 1952. Al frente José Antonio Echeverría, Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá... Portan una tela cual grito contra el batistato. Algo de ese fuego enciende las gradas. Los esbirros atacan. El umpire Amado Maestri entra a la historia con paso más potente que cuando expulsó al millonario Pasquel del parque Delta mexicano: defiende a los jóvenes, se opone a los policías.
 
Suceso parecido ocurriría el domingo cuatro de diciembre de 1955: “Un grupo de jóvenes comandados por Juan Nuiry, presidente de la FEU en sustitución de José Antonio porque estaba herido y arrestado, hizo lo mismo durante un encuentro entre Habana y Almendares. “La golpiza no se hizo esperar, pero el acto surtió el efecto deseado”, expresó el propio Nuiry en artículo publicado en el periódico Granma el 6 de diciembre de 2005.
     
Destaca en el texto: “Todos después fuimos detenidos. Recuerdo la posición digna y valiente asumida por el árbitro Amado Maestri”. Con el triunfo de la libertad, por la que combatieron y cayeron posteriormente varios de esos muchachos, el cuatro de diciembre fue escogido como el Día del Árbitro en Cuba. El gesto de Maestri era lógico en un ser humano como él: corajudo, siempre opuesto a lo mal hecho más allá de las frases.

Nacido en La Habana el ocho de diciembre de 1909, Su primera relación potente con el deporte nacional tuvo su inicio de 1928 a 1930 como receptor del Cubanaleco, sin brillar durante sus años en la Unión Atlética Amateur ni en la anterior fase juvenil. La gran refulgencia vendría después, a partir de hacerle caso al consejo de un amigo. Dirigente sindical de los trabajadores eléctricos, participó en la huelga de 1935 y fue cesanteado al igual que la mayoría de los líderes obreros.

Las palabras del amigo le iluminaron. “¿Por qué no te metes a ampaya? Tienes condiciones y con eso puedes resolver el problema económico”. En ese mismo año debutó en el campeonato juvenil. Rápido ascendió a la Liga Nacional Amateur y pronto llegó a la Profesional. Dos años más tarde de su arribo a la nueva profesión, decir Maestri en Cuba significaba hablar de lo más elevado en la pelota. Dominaba las reglas de esa disciplina, estudiaba, escuchaba las opiniones de los más experimentados, amaba profundamente al deporte de las bolas y los strikes.
   
Supo llamar la atención a tiempo y nunca fue débil ante la protesta airada. Respetaba y se daba a respetar en una etapa donde muchas veces debió intercambiar trompadas con los expulsados luego del partido. Jamás se amilanó ante un problema. Estremece su actitud ante la pasquelada. El mexicano Jorge Pasquel le salió al paso a las Ligas Mayores con otro negocio: la Liga Mexicana. Contrató a Maestri y a otro juez cubano: Raúl. el Chino, Atán. En aquel famoso juego de 1947, estaba Amado en el home como siempre, y su coterráneo trabajaba en primera. Vean…

Colás toca la bola, el juez principal decreta foul, mas el cátcher Owen toma la pelota y toca a Wright quien viene desde tercera. El enmascarado es ruidosa protesta… Mejor que Amado lo siga contando: “Owen me viene encima como una fiera. Pero con los brazos hacia abajo para demostrar que no tenía intención de pelear, sino de discutir, de echarle a la escena un poco de coraje escénico y un poco de pimienta...”. Comprendiendo que la protesta se prologaba demasiado le dije: “¡Usted está expulsado del terreno!”. Y aquel hombre que parecía comerse al mundo, bajó la cabeza y obedeció sin decir una palabra más”.

El show continúa aunque afeado: “Bajó el magnate Pasquel, me dijo que si yo tenía vergüenza abandonaría el campo en el acto. Le respondí que abandonaría el terreno y me iría de México al terminarse el juego, pero quien tenía que largarse  en ese momento, sin perder un segundo, era él... y lo boté”.

El ricachón intenta regresar. El Sordo, guardaespaldas de Pasquel, trata de apuñalar a Maestri. Atán lo evita. Se van los dos bandidos. Los umpires continúan actuando hasta el último out. Al día siguiente, renunciaron y viajaron hacia su patria. El pueblo mexicano los apoyó. Sus fotos invadieron las publicaciones. Excepto en el diario Novedades, propiedad de los hermanísimos Pasquel.

En una entrevista hecha por José González Barros a Maestri ese mismo año, manifestó: “Es una injusticia contratar umpires americanos habiéndolos aquí muy competentes”. No se quedó en esa opinión a pesar de tener segura su plaza. Renunció y presentó una denuncia en el Ministerio del Trabajo donde señaló: “Nos oponemos a la contratación de árbitros americanos para actuar en el baseball profesional de nuestro país, debido a que en Cuba los hay capaces como ellos, y a causa también de que en los Estados Unidos no utilizan los servicios de ampayas cubanos en los juegos de Grandes Ligas”.

Ganó la pelea. Para la victoria plena hacía falta un gran cambio. No fue ajeno a los combates. La mayor ovación que el público cubano ha ofrecido a un árbitro correspondió a Maestri en 1958, cuando después de permanecer algún tiempo preso en el Castillo del Príncipe, por la posición asumida contra la dictadura, ocupó su puesto tras el receptor. Ese golpear de manos demostraba también el repudio al régimen.
 
Laboró en las dos primeras de las actuales Series Nacionales con su calidad invariable. Por esa época lo llamaron de Estados Unidos para laborar allá. Dijo no y confesó a los más allegados que no podía hacerlo porque parecería un abandono del país. Un ataque de asma, su viejo enemigo, nos dejó sin él en septiembre de 1963.

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