¿Quién era aquel infiltrado capturado en Baracoa en mayo de 1962?

¿Quién era aquel infiltrado capturado en Baracoa en mayo de 1962?
Fecha de publicación: 
4 Enero 2023
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Imías, cerca de la base naval de Guantánamo, mayo de 1962, miembros de las fuerzas Armadas Revolucionarias detienen a un agente de la Cia. El enemigo ha llenado de peligros la zona. El 6 de marzo fue derribado un avión pirata al norte de ella, El 23 abril es abortada la infiltración de dos individuos enviados desde esa porción guantanamera robada al país: uno de ellos, Rafael Córdova Pomares, pierde la vida su acompañante, Obis Peña García, se rinde. En el tercer mes del mismo año han apresado a otro bandido.

El teniente Tamayo, jefe de la región militar, le comunica el hecho a Luis Colomé Dagnesses, primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (Ujc) en Baracoa. “Al detenido lo agarramos mansito cuando dormía en una hamaca, con una metralleta y la mochila al lado. En el calabozo me mostró un carné de la revista Mella con su foto y todo... ¡Qué bien trabaja la CÍA y sus trucos, pero con nosotros no puede! Echa para acá, compay: dice que tú lo conoces”.

Cuando el dirigente juvenil es llevado hasta el infiltrado, el asombro, la sonrisa, hasta hubo carcajadas, los invaden a él y a Tamayo. Aclarado el asunto. “Era mi amigo y condiscípulo de la Escuela Nacional de Cuadros Fulgencio Oroz de la Ujc, Guillermo Cabrera…”. Así comienza Colomé a recordar aquel momento en su libro Retrato de una época, publicado en 2019 por EnVivo, la editorial del Instituto Nacional de Radio y Televisión.  

El reportero cumplía una misión: describir para los lectores del Mella el recorrido de José Martí desde Playitas a Dos Ríos después de transitarlo él mismo. Lo identifica, se abrazan y “junto con el jefe del sector militar, tomamos un buen café... Se le dieron algunos consejos a Guillermo sobre su conducta en la trayectoria por las montañas. Recordemos las bandas de alzados, entre ellos la del asesino Yarey, que operaban en esa zona, procedentes y avituallados por la Base Naval yanqui.”

Por cierto, en junio de ese año resultaron capturados los agentes de la CÍA Julio Wright Simón y Adercales Garzón Ávalos, cuando trataban de fortalecer a los terroristas. Traían gran cantidad de explosivos y armas.

Guillermo arriesgaba la vida para vivir y elaborar textos de este tipo. Colomé cita en Retrato… lo escrito por aquel en la introducción de El Libro de los Héroes: “Llegado un momento en la historia de los pueblos, la estrategia de una época renueva su valor en otra. El mismo pueblo empeñado en la tarea de triunfar reincorpora en medio de una lucha, lo valioso del pasado, lo revive y lo utiliza para materializar sus empeños del presente”. Con ese espíritu hizo nacer la caminata de los Seguidores de Camilo y Che para rememorar la gesta de la invasión realizada por el Ejército Rebelde. Participó en ella a pesar de sus problemas de salud.       

Nunca se ató a las frases. Creó en contenido y forma desde las páginas del Mella, Juventud Rebelde, del Granma, donde laboró como subdirector. Ideó, forjó y dirigió Somos Jóvenes, oasis, sin ser perfecto, en medio del demasiado teque de los medios. Brilló al frente del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, recuperado y salvado de lo gris por él. También sobresalió en su colaboración anónima con los documentos e incluso discursos relacionados con la Dirección Nacional de la Ujc.

Su devoción por Camilo y Pablo de la Torriente Brau lo convirtió en sendos libros. No pudo concluir algunos de gran significado. Siempre con el ímpetu y la pureza traída de su quehacer anterior como cuadro profesional de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, y del paso supremo de esta. Por ello y mucho más, Fidel lo llamó cariñosamente el Genio en un Congreso Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba. Y lo era, sobre todo, porque añadía al talento lo principal del ser humano: la bondad.  

Enfermo, operado del corazón, los últimos años de su vida, los dedicó todavía más a la formación de los jóvenes valores de la profesión. Y forjó una sección maravillosa, con un impacto popular y tierno como ninguna en Cuba: La tecla ocurrente.  Muchos de su ejército de lectores -seguidores, los tecleros, no sabían que quien trataba de guiarlos, les daba fuerzas, esperanzas, combatividad, amor, sufría muchas veces debido a desgarraduras viejas y nuevas, y por renuncias dolorosas.

Falleció al fallarle el corazón en Guaracabuya, el 1ro de julio de 2007, durante su última reunión con los tecleros. Sus cenizas fueron esparcidas en ese sitio. Había solicitado que sus restos reposaran en ese lugar tan de pueblo, sencillo y grandioso a la vez, como mi hermano Guillermo Cabrera Álvarez.

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