Previsto: Democracia a lo Trump

Previsto: Democracia a lo Trump
Fecha de publicación: 
9 Enero 2021
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Pero el colmo de lo absurdo —aunque también previsible— fue el desmarque de muchos de sus consejeros y aduladores, como Marco Rubio, condenando los hechos, cuidando el futuro de sus ambiciones personales.

Era muy difícil no ver señales de lo que haría el saliente presidente, Donald Trump, para dejar marcadas huellas de su empecinada soberbia para no abandonar el cargo «sin dar batalla», algo que ya se había vislumbrado en el asalto, hace unos meses, por sus partidarios armados del Capitolio de Mississippi a centros religiosos de mayoritaria asistencia afroamericana, la fuerte reactivación de elementos adscriptos al Ku Klux Klan y otros hechos armados con propósitos desalmados.

Así, las arengas trumpistas repitentes sobre un supuesto fraude electoral, la funesta aventura del asalto y toma extremadamente fácil del Capitolio de Washington, para impedir por unas horas que el Congreso diera su aceptación como presidente a Joe Biden, devinieron finalmente en un saldo de cinco muertos —de estos, un agente del orden—, 56 policías heridos y unos 50 detenidos.

El ¡mea culpa! de Trump nunca llegó, trató de desvincularse de los hechos violentos y prometió portarse bien en la ceremonia de asunción de Biden, el próximo 20, aunque queda grabada una anterior excusa perdonando los excesos de sus racistas fans (algunos en estado de embriaguez), calificándolos de patriotas y llamándolos a «mantenerse alertas».

No creo que durante la investidura de Biden se vuelva a producir un hecho semejante, en base a las extremas medidas de seguridad, anteriormente muy débiles (¿intencionalmente?), pensando que Trump pueda tener algún miedo de ser llevado a juicio, como debería ser —y así lo piensa un centenar de legisladores—, por ser el causante intelectual de los problemas que conllevaron a la toma del Capitolio y sus consecuencias posteriores.

Pero ello es imposible en una sociedad donde el dinero influye mucho, hiperracista armada y violenta –como son muchos de sus fanáticos-, por lo cual una amiga residente casualmente en Swanee, Georgia, dijo que es mejor que se vaya de Estados Unidos y que todos lo olviden.

Pero el colmo de lo absurdo —aunque también previsible— fue el desmarque de muchos de sus consejeros y aduladores, como Marco Rubio, condenando los hechos, cuidando el futuro de sus ambiciones personales.

Asimismo, las denominadas democracias europeas y otras latinoamericanas, como las del Grupo de Lima, coincidieron en que se debe salvar a la norteamericana, tan falsa como las de los peticionarios.

Los llamados repiten que no se deben producir hechos semejantes porque, subrayo, dañan a la democracia estadounidense que, realmente, nunca ha existido, ni siquiera en la denominada buena época en que fue presidente Franklyn Delano Roosevelt.

Y es que la democracia solo será un enunciado, un simple sustantivo carente de contenido, mientras predominen el concepto neoliberal y Don Dinero, o como, en el caso específico de Estados Unidos, tengan vigencia obsoletas enmiendas de una vetusta constitución y siga preponderando un racismo que Donald Trump ha exacerbado aún más, para dividir al país y hacerle más difícil la gobernanza a Biden.

Este trae un buen programa, ahora con mayoría en ambas cámaras, al ganar su partido las dos bancas senatoriales expuestas en Georgia, estado exrepublicano donde también se impuso en las presidenciales.

Ello, al justo decir del colega Jorge Legañoa, fue la verdadera noticia, que eclipsa incluso el vandalismo contra el Capitolio y la aceptación formal por el Congreso de la victoria de Biden.

El entrante mandatario tendrá que enfrentar los graves daños a la nación que causa la pandemia del nuevo coronavirus, en los que tiene extrema responsabilidad quien será próximamente su predecesor.

En un recurrente recordatorio, Paul Craig Roberst, quien fue secretario adjunto norteamericano del Tesoro, cuestionó duramente al establishment al que sirvió:

«El gobierno de EE.UU. y sus títeres de la OTAN han estado matando hombres, mujeres y niños musulmanes durante una década en nombre de la democracia. Pero Occidente, de por sí, ¿es un bastión de la democracia?»

Todos recordamos que George W. Bush llegó a la presidencia norteamericana gracias a la Corte Suprema y la manipulación de máquinas electrónicas, además de representar intereses especiales que financiaron su campaña.

También es una burla al concepto democrático que, al surgir la crisis mundial, incoada en Estados Unidos, el secretario del Tesoro y expresidente de Goldman Sachs, Henry Paulson, organizó el rescate de los bancos culpables de la situación y coadyuvó a que no se juzgara a los «ladrones de cuello blanco».

Banqueros privados hicieron renunciar a los respectivos primeros ministros elegidos de Grecia e Italia, George Papandreu y Silvio Berlusconi, cuando se negaron a pagar lo que denominan deuda soberana.                                                                                             

Si en alguna ocasión la democracia sirvió para liberar a los pueblos del poder de reyes, aristocracia y gobiernos corruptos —aunque siempre con el símbolo de dinero en la frente—, hoy las élites occidentales pisotean todo lo que pueda restarle ganancias.

Y, como expresé anteriormente en otro comentario, si alguna vez la democracia existió realmente en la sociedad capitalista, ahora es esgrimida como una mentira, un timo de los más ricos, que no creen en ella.

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