OPINIÓN: Béisbol, ¿por qué ocultar fracasos e ineptitudes?

Foto: Daniele Combi
Debemos analizar la actuación del equipo Granma en la justa de Haarlem: fue una labor mediocre, pésima, una de las peores de un conjunto deportivo nuestro en la arena internacional. Precisamente por eso debemos ir hacia lo más hondo: poco se puede sacar de los nadadores de orilla. No era el seleccionado nacional, pero nos representó el campeón del país por segundo año consecutivo, con refuerzos.
De contra, antes las loas llovieron desde la prensa hacia un torneo emocionante —sobre todo en el play off— sin la calidad requerida. Y los ganadores en el primer plano de los cantos. Mucha emoción, poca técnica, la lid incluso mostró que muchos de los participantes no dominan la esencia del juego.
Lo peor: después del revés en la tierra holandesa, bailaron las justificaciones: que si no era el equipo Cuba; los atletas estaban cansados después del largo certamen; cayeron por poco margen; los encuentros resultaron hermosos, reñidos, atrayentes; los muchachos hicieron lo que podían; tuvieron una gran entrega... ¡Mi madre, entonces, qué escasa potencia, qué entrega tan débil, y los nuestros llevaron la peor parte en la citada belleza!
Desde el pasado, Julio Antonio Mella nos ayuda con esta opinión ofrecida en sus clases a los corresponsales del periódico mexicano El Machete: «Nosotros no somos burgueses hipócritas para ocultar nuestros fracasos e ineptitudes». Dejemos los paños tibios, como esa costumbre de considerar discreto un resultado deficiente cuando hay que calificarlo de malo.
Si unos cocineros italianos, campeones de su país en la preparación de las pastas, nos visitan y pierden en una competencia de esos platos con unos trabajadores de un comedor popular, serían injustas estas frases, escondrijo para estudiar el revés: fue discreto su papel, se entregaron, no tuvieron suerte, por poco... Caeríamos en igual error si se trata así la caída de los ases futbolísticos de esa nación en un tope con un once municipal de la Mayor de las Antillas.
El Che, acerca de una trinchera esencial, dice: «Desgraciadamente, a los ojos de la mayoría de nuestro pueblo, y a los míos propios, llega más la apología de un sistema que el análisis científico de él». Y añade en esa carta fechada el 26 de febrero de 1964: «Esto no nos ayuda en el trabajo de esclarecimiento, y todo nuestro esfuerzo está destinado a invitar a pensar, a abordar el marxismo con la seriedad que esta doctrina merece (...)». Abundan aún estas apologías antidialécticas tan dañinas, criticadas por el Guerrillero Heroico.
Agrego que al seleccionado Granma, amén de presentar defectos técnicos, errores elementales en el corrido de bases y desde la lomita, no tuvo la combatividad necesaria. Fidel nos enseña: «El deporte no solo es técnica ni son condiciones físicas: requiere condiciones morales, condiciones de carácter, condiciones espirituales, porque entre dos atletas que tengan más o menos la misma aptitud física, vence el que tiene más espíritu, más carácter, más voluntad para la preparación, para el entrenamiento, y es capaz de hacer un esfuerzo supremo en el momento de la competencia» (6 de octubre de 1977).
Sobre el tema abundó el 23 de enero de 1992: «El buen atleta es aquel que jamás decae, que jamás se rinde, que jamás se desalienta; aquel que lucha hasta el final; aquel que tiene sus objetivos y sus metas y las busca y las alcanza. Los buenos atletas no conocen el cansancio, no conocen el desaliento; los buenos atletas no conocen más que la victoria...».
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