Martí contra lo que desgarra al deporte

Martí contra lo que desgarra al deporte
Fecha de publicación: 
23 Febrero 2023
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José Martí profundizó en las contiendas atléticas: mucho más allá de reflejarlas, las interpretó. Comprendía su trascendencia e iba más allá de lo propio y lo mayor propagado del sector: a partir de este, buscó y encontró tesoro en la cultura física que está formada por la educación física, el deporte y la recreación. En el número inicial de La Edad de Oro escribió: “Los pueblos, lo mismo que los niños, necesitan de tiempo en tiempo algo así como correr mucho, reírse mucho y dar gritos y saltos”. ¿Dónde mejor que en dicho ámbito?

No se limitó a las justas de alta categoría: supo ascender. Opinaba: "...la mente ha de ser bien nutrida, pero se ha de ver de dar, con el desarrollo del cuerpo, buena casa a la mente. Así como el bambú, más lleno de rumores que de frutos, crece en hojas inútiles que dan con él en tierra, así el hombre en quien no anda aparejado, con sólido pensar, sólido cuerpo. No se ha visto palacio bien seguro sobre cimientos de arena...” (La Nación, Buenos Aires, 14-8-1883).

Incluye a las damas en estas actividades cuando la mujer era reducida a instrumento de placer y de procreación, situación aún no resuelta del todo en la mayoría de los países y en la mente de no pocos hombres encadenados a la incultura, distanciados de la dicha plena, por sus conceptos y acciones. Las coloca en la alegría atlética en sus líneas de avanzada para la etapa, con andares lógicamente superados ahora.

Decía en La América, marzo de 1883: "Para nuestras mujeres pudorosas, a quienes simpáticas razones vedan la asistencia a los gimnasios públicos, y que necesitan, sin embargo, tan grandemente de estos ejercicios, el gimnasio doméstico es de inapreciable ventaja: sin exponerse a ojos extraños, y en su propia habitación, pueden ejercitarse diariamente en todos los movimientos saludables que aumentarán la fortaleza de sus músculos y la armonía y gracia de sus formas". Hoy, miles de practicantes procedentes de diversas naciones, demuestran la calidad atlética, muy alejadas de Margarita Gautier. Al liberarse, nos liberan.

Criticó el uso desmedido del boxeo, del béisbol, del fútbol tipo norteamericano, que se fueron consolidando entre fines del siglo XIX y principios del XX vía negocio, coincidentemente con la conversión del capitalismo premonopolista en imperialismo. Mientras, sobraban loas sobre el envilecimiento mayor, que situaba la búsqueda de dinero por encima de lo atlético, y se abrazaba lo comercial y aun lo espectacular, sin dejar fuera lo salvaje. Transcribo algo de lo que razonó en relación con la pelea entre Sullivan y Ryan por el cetro mundial de los pesos pesados:

"Aquí los hombres se embisten como toros, apuestan a la fuerza de su testuz, se muerden y se desgarran en la pelea, y van cubiertos de sangre, despobladas las encías, magulladas las frentes, descarnados los nudos de las manos, bamboleando y cayendo, a recibir entre la turba que vocea y echa al aire los sombreros, y se abalanza a su torno, y les aclama, el saco de monedas que acaban de ganar en el combate. Y lee el hijo, en el diario que trae a casa el padre, a qué ojo fue aquel golpe, y cuán bueno fue aquel otro que dio con el puño en la nariz del adversario, y con éste en tierra, y cómo se puede matar empujando gentilmente hacia atrás el rostro del enemigo, y dándole con la otra mano junto al cerebro, por el cuello. Y publican los periódicos los retratos de los peleadores, y sus banderas de combate, y diseño de los golpes..."(La Opinión Nacional, Caracas, 4-3-1882).

Estos reporteros usan palabras de novela para llegar a los lectores, dice. No niega que brindan así potencia, desarrollo, magia, a la prensa y no solo en la rama citada: pero ¡cuánto veneno contienen y hacen digerir! Esclarece con lo planteado por él en La Opinión Nacional: "Mas la palabra tiene alas, y vuela caprichosa, y se entra en mundos ignorados e imprevistos, y aquel que habla en nombre del pueblo, ha de poner rienda doble y freno fuerte a su palabra alada... Como la llaga con hierro ardiente, ha de ser quemado en su cueva el talento que no sirva a la virtud".

Opinaba así el Maestro en la sección La última página del primer número de su publicación consagrada a los niños americanos: "Antes todo se hacía con los puños: ahora, la fuerza está en el saber, más que en los puñetazos; aunque es bueno aprender a defenderse, porque siempre hay gente bestial en el mundo, y porque la fuerza da salud, y porque se ha de estar pronto a pelear, para cuando un pueblo ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo. Para eso es bueno ser fuerte de cuerpo; pero para lo demás de la vida, la fuerza está en el saber mucho..."  

Añado: en una reunión, ante la ofensa de Zambrana en respuesta a una posición correcta del autor de Escenas norteamericanas, le espetó al futuro rajado (autonomista) no caber en los pantalones que llevaba y le fue arriba. La intervención de varios compañeros evitó la pelea.

A favor del gimnasio y un determinado mecanismo: “Para desenvolver los hombros, dar poder de impulsión al brazo y ponerse en actitud de defenderse de algún ataque brusco de puños ajenos, el aparato tiene un saco pequeño que se cuelga de la barra horizontal, y donde el puño cobra fuerzas dando golpe tras golpe. Como las muñecas necesitan desenvolverse, el aparato tiene un rodillo enlazado con las pesas, dedicado exclusivamente al desarrollo de las muñecas”.

Lo que señala en un comentario con respecto a los caminantes del Madison Square Garden, cabe para los demás shows maculadores de entonces y actuales en el ramo: "(...) y se arrastran por la pista revuelta como jacos de posta, sudorosos y latigueados, -y ruedan por tierra, hinchadas las rodillas y tobillos, o caen inertes como resortes rotos o masas apagadas-, por unos cuantos dineros, a cuyo sonido, al rebotar sobre los mostradores de la entrada, aligeran y animan su marcha” (La Opinión Nacional, Caracas, 22-3-1882)
 
Aprecia que los seres humanos hallan goce en los riesgos: “Los hombres de todos los países, blancos o negros, japoneses o indios, necesitan hacer algo hermoso y atrevido, algo de peligro y movimiento, como esa danza del palo de los negros de Nueva Zelandia” (La Edad de Oro. Edición de apertura). Pero se opone a esos lances cuando son manchados por los negocios. Crecidos en la actualidad y golpeados como todo el sector por los mercaderes -no queda exento siquiera lo olímpico-, ese enfrentamiento martiano nos ilumina.

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