La explotación infantil, una secuela de la migración irregular en Estados Unidos

La explotación infantil, una secuela de la migración irregular en Estados Unidos
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Fecha de publicación: 
29 Marzo 2023
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La cifra de niños no acompañados que entraron en EE. UU. sin documentación en 2022 llegó a más de 130.000 entradas, el triple de los registrados en 2017. Foto de archivo. © Julio Cortez / AP

La cifra de menores no acompañados que entraron en EE. UU. sin documentación en 2022 batió todos los récords, ascendiendo a más de 130.000. El problema no es solo la llegada de los menores, sino que estos se han convertido en mano de obra barata que "son parte de una nueva economía de explotación" laboral, según una investigación de 'The New York Times'. La Administración Biden anunció medidas adicionales y la formación de un grupo de expertos para frenar el trabajo infantil ilegal.

A las 8 de la mañana en el metro de Nueva York prácticamente no cabe un alfiler. De alguna manera, entre tanta gente, se abre camino una niña que por su apariencia no debe pasar de los 12 años.

Es delgada, con el pelo largo y despeinado, agarrado con una cinta que se lo retira de la cara. En sus manos lleva una caja llena de distintas chocolatinas. "Chocolates a un dólar", grita a un lado y a otro.

Se acerca y le pregunto cuántos años tiene. "11", contesta. "¿Por qué estás vendiendo chocolatinas?", le pregunto. "Porque mi madre necesita que le ayude y no quiere que me quede sola en la habitación", relata la niña.

Ella cuenta que vive en una habitación de hotel porque hace poco que llegó a Nueva York con su madre después de un largo viaje desde Venezuela. Enseguida su madre aparece y sonríe al darse cuenta de que compartimos idioma. "¿No va al colegio?", le cuestiono a la mujer. "Pues es que me ayuda mucho", argumenta. Enseguida toma la mano de su hija y ambas se bajan en cuanto el metro se detiene para seguir vendiendo en otro vagón.

Una práctica generalizada en todo Estados Unidos

La situación se repite en al menos 20 estados del país, incluso a niveles más preocupantes. En la mayoría de los casos, son menores que, según una investigación del medio local 'The New York Times', trabajan en fábricas ligadas a empresas conocidas.

"Hornean panecillos que se venden en Walmart y Target, procesan la leche que se usa en los helados de Ben & Jerry
y ayudan a deshuesar el pollo que se vende en Whole Foods"
, señala el diario.

La Administración tiene un registro de todos ellos porque, en principio, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) se encarga de garantizar que los patrocinadores que los acogen cuando ingresan en el país, los mantengan y protejan.

Pero la avalancha de menores indocumentados está siendo de tal magnitud, que los "asistentes sociales afirman que deben analizar a los patrocinadores de manera más apresurada", asegura el 'Times'.

El diario añade que perderles la pista es una posibilidad, pero que aunque el HHS verifica el estado de todos los menores con una llamada un mes después de que empiezan a vivir con sus patrocinadores, los datos obtenidos por el medio muestran que, a lo largo de 2021 y 2022, "la agencia no logró contactar a más de 86.000 niños".

Un aumento del 70% en violaciones de trabajo infantil

Entre las consecuencias de este menor control, desde 2018 ha habido un aumento del 70% en las violaciones de trabajo infantil, y casi 835 empresas no han respetado las normas laborales.

Se emplearon a más de 3.800 niños para el desempeño laboral en el 2022, según datos del Departamento de Trabajo. El secretario de este organismo, Marty Walsh, ha pedido al Congreso mano más dura contra los que practican este tipo de contrataciones, ya que, según sostiene, "la pena monetaria civil máxima bajo la ley actual por una violación de trabajo infantil es de 15.138 dólares por niño. No es lo bastante elevada como para disuadir a las grandes empresas rentables".

La petición no ha sido la única: en julio del 2022 fueron 46 los congresistas que exigieron nuevas reglamentaciones para proteger a los niños que trabajan en el sector agrícola, apoyándose en un informe que asegura que la tasa de muertes de menores en este entorno laboral es mayor que en ningún otro.

Las consecuencias de esta lacra

Denise Núñez, doctora en Psicología, explica a France 24 las consecuencias de esta lacra, asegurando que las afectaciones son severas: "Los pequeños deben estar en las escuelas, educándose, desarrollándose intelectualmente. El hecho de que no permitamos que esta niña lo haga, va a traer unas consecuencias gravísimas", exclama.

Se trata de una realidad que no puede ser entendida individualmente. Según Naciones Unidas, estos casos son "consecuencia inevitable de la pobreza". Aunque el organismo asegura: "No podemos resignarnos a que exista".

Las últimas estimaciones mundiales del organismo internacional, que datan del 2020, muestran que "en el mundo 160 millones de niños se encuentran en situación de trabajo infantil, lo que representa 1 de cada 10 niños".

UNICEF, por su parte, asegura que el trabajo infantil se refiere a los niños que "trabajan en contravención de las normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que aparecen en las Convenciones 138 y 182". La organización señala que "esto incluye a todos los niños menores de 12 años que trabajan en cualquier actividad económica, así como a los que tienen de 12 a 14 años y trabajan en un trabajo más que ligero, y a los niños y las niñas sometidos a las peores formas de trabajo infantil".

La realidad es mucho más compleja cuando los menores son víctimas de la explotación laboral en un país extranjero, en el que muchas veces no entienden el idioma local.

Además, según explica la doctora Núñez, en la mayoría de los casos su reducida edad no les permite ser conscientes del esfuerzo extremo que llevan a cabo y ponen sus vidas en peligro.

"Los niños pueden seguir haciendo labores y no se dan cuenta de que no han tomado agua, que no han ido al baño, que no han comido, y pueden tener una consecuencia en su estado de salud física sumamente seria", asegura la especialista.
Para ellos solo existe el objetivo final de su esfuerzo, que unas veces es enviar dinero a sus familias en sus países de origen o saldar la deuda que contrajeron con los coyotes para llegar a Estados Unidos —que en muchas ocasiones supera los $15,000—. Otras veces el único motivo es, simplemente, sobrevivir.

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