I Panamericanos Junior de Cali: Ecos de un rendimiento loable

I Panamericanos Junior de Cali: Ecos de un rendimiento loable
Fecha de publicación: 
7 Diciembre 2021
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La lucha fue la disciplina de mayor eficiencia en materia de rendimientos de sus exponentes. Arturo Silot intratable. Fotos: Calixto N.LLanes.

Los I Juegos Panamericanos Junior de Cali-Valle son historia, y en ellos Cuba una vez más dejó su impronta como potencia deportiva continental aupada por 29 títulos, 19 platas y 22 bronces, que le merecieron el quinto lugar por naciones por detrás de Brasil (59-49-55); los anfitriones colombianos (48-34-63); Estados Unidos (47-29-38); y México (46-78-48).

Se trató de una edición pionera de una cita sumamente importante, y cuyo principal objetivo es perfilar el talento novel, la cantera de las grandes estrellas…De ahí que devenga en un notorio acierto el hecho de clasificar a los campeones a la cita multideportiva continental élite de Santiago de Chile 2023.

En esa cuerda, la Mayor de las Antillas aseguró 28 visados a la capital chilena, de ellos 15 repartidos entre exponentes varoniles y 13 entre damas, con el atletismo y la lucha (9), el boxeo (4), el canotaje y el judo (2), y el clavados (1) como disciplinas agraciadas.

Hurgando en los números

Al caer el telón de estos certámenes siempre se impone un análisis y en el caso de Cali los gurúes del deporte cubano no se atrevieron a ofrecer un vaticinio precompetencia puntual, partiendo de algunas variables de incidencia en los procesos preparatorios de nuestros 212 exponentes. En su mayoría asociadas al impacto de la covid-19, el prolongado impasse experimentado por la gran mayoría de los miembros de la delegación, tanto en lo competitivo con un prácticamente nulo escenario de fogueo previo, como en la planificación de los entrenamientos; concentración intensiva de escasas semanas bajo formato de burbuja; y por consiguiente el rediseño del ciclo preparatorio, con especial interés en la individualización de cargas, variables psicológicas y capacidad de adaptación en atletas que oscilaron entre 14 y 23 años, muchos de ellos envueltos procesos de desarrollo biológico, y transformaciones tanto físicas como psíquicas.

Con esos y otros elementos en las alforjas, y una representación de 45 efectivos provenientes de las Escuelas de Iniciación Deportiva (Eide), salieron al ruedo como la quinta delegación más numerosa de inicio, precedidos precisamente por mexicanos (383), cafeteros (378), auriverdes (359), y argentinos (276).

Así patentaron sus rendimientos, esos que los mantuvieron en la vitrina del primer nivel de América, fundamentalmente halados del atletismo (9-6-3), la lucha (9-3-3), el boxeo (4-1-1), el judo (2-2-3), el clavados (2-2-1), el canotaje (2-1-0), y el tenis de mesa (1-1-5) en calidad de aportadores de títulos; deportes a los que se sumaron las pesas, el remo, la esgrima, el béisbol, kárate, voleibol de playa y pentatlón moderno como complemento en materia de presencia en el podio de premiaciones.

Rendimiento aún más considerable si partimos del hecho de que nuestra comitiva pugnó solo en 186 de las 321 pruebas programadas, con un déficit inicial del 40% del botín en disputa, por lo que el acceso a 95 discusiones de metales se tornó aún más notorio; como también la obtención de 29 coronas que fijaron la efectividad de la legión en un 30.5%.

De manera individual hubo atletas “sobrados” capaces de deslumbrar con rendimientos muy por encima de la media en sus respectivas pruebas. A los olímpicos José Ramón Pelier y Katherin Nuevo (canoa monoplaza), Daniela Fonseca (tenis de mesa), Laura Herin (lucha femenina), y la triplista Leyanis Pérez, quien en definitiva no compitió en la capital nipona, pero que ahora clavó los pinchos en respetabilísimos 14.39 metros; se sumaron otros como la vallista corta Greisy Robles, los gladiadores Jeisser Sampson, Arturo Silot, y Milaimis de la Caridad Marín, la clavadista Anisley García, o el púgil Ronny Álvarez, por solo citar a varios de los que proyectan perspectiva inmediata de cara a París 2024, y en un segundo momento de consagración a Los Ángeles 2028.

Eso, sin descartar que Estados Unidos, principal potencia del músculo a nivel global, declinó de inscribir a sus principales portentos en algunos deportes, por lo que hay que dejar un “corredor” incógnito de cara a futuras lides multideportivas. Por cierto, luego de surgidos los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur 2010, y ahora los I Panamericanos Junior de Cali, se proyecta instaurar igualmente una competición centrocaribeña juvenil, otro termómetro idóneo para proyectar y foguear a futuros campeones, que ahora en escenarios caleños vieron a 31 de las 41 naciones concursantes colocar a al menos un exponente en el podio de premiaciones.

Otro detalle a soslayar es la reafirmación desde categorías tempranas de México y Colombia como potencias emergentes del deporte americano, con disciplinas muy marcadas y un avance homogéneo en otras en las que no solían ser tan descollantes.

 

El peso de lo subjetivo

Los rendimientos igualmente contemplan cuestiones de índole extradeportiva. En este caso la cita de Cali-Valle tuvo algunas que para nada son despreciables, como es el hecho de que detrás de muchos monarcas de otros países, y con incidencia más marcada hallamos la mano y sapiencia de técnicos cubanos, una huella que desde hace poco más de dos décadas hemos ido extendiendo no exclusivamente a naciones de nuestro hemisferio.

Recuerdo los I Juegos del ALBA y ese intercambio fraternal de saberes entre los entrenadores antillanos y fundamentalmente sus homólogos venezolanos como parte de una misión Barrio Adentro Deportivo que por allá por el año 2002 despuntaba en la hermana República Bolivariana, para luego extenderse a disímiles latitudes, lo que además de dar fe del prestigio de nuestros preparadores, perfilaba un escenario de confrontación más difícil para los nuestros, partiendo del conocimiento que en materia de estudio de contrario poseerían sus adversarios.

Aún bajo esos términos, los conocimientos compartidos y la solidaridad primaron por sobre el championismo; aunque en la actualidad, la ausencia de una infraestructura evolutiva idónea para nuestros atletas, y el estar algo rezagados en materia de ciencia y tecnología aplicada a estudios de biomecánica y otros complementos, añadido a escasez de roce internacional derivado de la tensa situación económica que afronta el país; y el impacto del bloqueo económico impuesto por la Administración de Estados Unidos, variables igualmente influyentes en alguna medida.

A lo que se añade la contratación por parte de otras naciones de técnicos foráneos, como parte de un andamiaje monetario poderoso y puesto en función de hacer todo que esté al alcance para imponerse, incluso si eso significase abrigar a talentos bajo el fenómeno de nacionalización de atletas, cada vez más acentuado.

Más allá de todo eso a Cuba le urge trabajar. de cara al futuro no podemos permitirnos conceder tanto margen por concepto de pruebas o deportes en los que no incursionamos u obtenemos clasificaciones, además de otro grupo en el cual los rendimientos están por debajo de una media cualitativamente respetable a nivel regional, especialmente en disciplinas colectivas, que salvo en el caso del voleibol de playa con su subtítulo varonil, y el bronce del consuelo del béisbol, estuvieron distantes de épicas decorosas, e incluso ausentes a la fiesta.

Nuestros entrenadores, reitero este criterio, deben atemperarse a las metodologías de entrenamiento contemporáneas, donde la alta competición suple los prolongados periodos o macro-ciclos de entrenamiento, más allá de precariedades o dificultades que existen a la hora de insertar a nuestros deportistas en competiciones extra fronteras. Cuba pudiera acoger más lides de nivel en el área, y además sustituir parte de esa ausencia con controles domésticos que constituyan verdaderos modelajes de certámenes de rigor. 

Esas son solo algunas ideas, pues urge rescatar a disciplinas como la esgrima, la propia halterofilia, la gimnasia artística, el taekwondo, el ciclismo de pista, el tiro deportivo, entre otras... A ninguno de esos factores podemos volverle la espalda. Cuba rindió en Cali y rindió bien. El calendariar este tipo de certámenes en el comienzo de los denominados ciclos olímpicos se antoja una idea excelente, sobre todo para permitirse un periodo posterior de desarrollo y trabajo con el talento de casi cuatro años, tomando en cuenta que moldearlo y esculpir un campeón no siempre es cuestión de ese lapso de tiempo.

Por ahora toca seguir de cerca a estos nuevos ases, acompañarlos en su andar hacia Santiago de Chile 2023 y quién sabe si de manera contundente hacia la ciudad Luz a la vuelta de tres años.

 

 

Daniela Fonseca continúa dando pasos agigantados hacia su madurez deportiva. Oro individual y otras dos preseas
La Tuti, reina centrocaribeña de Barranquilla 2018, demostró sus potencialidades de cara a París.
Leyanis Pérez fue la única triplisa en superar la barrera de los 14 metros en Cali. !Sobrada!

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