Ghislaine Maxwell, sentenciada

La británica Ghislaine Maxwell, miembro de la alta sociedad que una vez se asoció con miembros de la realeza, presidentes y multimillonarios, fue condenada a 20 años de prisión, la máxima pena prevista por la justicia estadounidense.

Así lo dictaminó la jueza de Nueva York, Alison Nathan, seis meses después de que un jurado de la Gran Manzana la hallara culpable de haber seducido y manipulado a menores de edad, entre 1994 y 2004, para que fueran sexualmente abusados por el financista Jeffrey Epstein, su exnovio suicidado en la cárcel mientras esperaba un proceso por el mismo caso.

"Es el más grande remordimiento de mi vida el haber conocido a Epstein", dijo Maxwell antes de la lectura de la sentencia.

La mujer, con el uniforme carcelario azul y los tobillos encadenados, definió a su exnovio como un "hombre manipulador, astuto y dueño de sí" que engañó a todos en su órbita, y se dijo "arrepentida" por el dolor que sus víctimas sufrieron.

Culmina de esta manera, al menos por ahora, uno de los procesos que provocó más conmoción en Estados Unidos y en el mundo y, en particular, en el Reino Unido, otro país donde la mujer alardeaba de amistades en las altas esferas. También en el palacio de Buckingham.

En la lectura de la sentencia estaban además Annie Farmer y una mujer conocida como "Kate", dos de las cuatro acusadoras.

Fueron ellas las que acusaron a Maxwell con testimonios corajudos y desgarradores que convencieron al jurado.

La fiscalía había pedido una condena de entre 30 y 55 años al denunciar su conducta "escandalosamente predadora", con un "cruel desprecio por los otros seres humanos".

"Fue una criminal calculadora, sofisticada y peligrosa que abusaba de jóvenes vulnerables y las instruía para los abusos sexuales", puntualizaron los fiscales en la requisitoria, haciendo referencia al hecho de que las víctimas eran, en general, menores pobres y con historias difíciles en sus espaldas.

La defensa pidió, en cambio, una pena "bien por debajo de los 20 años", no más de 5-6 años, al sostener que la mujer es el chivo expiatorio de los crímenes de Epstein e invocó su infancia "difícil, traumática, con un padre prepotente, narcisista y exigente". Una referencia a Robert Maxwell, ex magnate editorial y ex diputado británico muerto al caer de su yate en circunstancias misteriosas.

Una infancia que la habría hecho "vulnerable a Epstein, que encontró enseguida después del fallecimiento de su padre: fue el más grande error de su vida". La defensa intentó inútilmente anular el proceso por la no declaración de parte de un jurado de haber sido víctima de abusos.

Y había lamentado las duras condiciones de detención de la mujer en el Metropolitan Detention Center, de Brooklyn, parangonándolas a las de Hannibal, el asesino serial interpretado por Anthony Hopkins en la película "The Silence of the Lamb" ("El silencio de los inocentes" en América Latina).

Maxwell había sido puesta, en los últimos días, bajo vigilancia anti-suicidio, ante el temor de que se quitase la vida como hizo Jeffrey Epstein en 2019, mientras esperaba el juicio por el abuso sexual de niños cientos de veces durante más de una década, y que no podría haberlo hecho sin la ayuda de Maxwell.

La totalidad del caso, desde el arresto del financista al de su exnovia, hizo temblar al mundo del jet set en las dos orillas del Atlántico: en el juego de la pareja existieron personajes como Bill Clinton, Bill Gates, Donald Trump y el príncipe Andrés, que pagó una indemnización millonaria para cerrar la causa por abusos llevada adelante por Virginia Giuffre, unas de las "víctimas" de Maxwell.

Una causa que creó no poco bochorno en la corte inglesa.