El Club Antiglobalista: Los perros muertos de la Era de Acuario

El Club Antiglobalista: Los perros muertos de la Era de Acuario
Fecha de publicación: 
28 Diciembre 2020
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El mundo ha entrado en una dinámica nueva, no sabemos aún en términos civilizatorios cómo se llamará, pero analistas como Daniel Estulin comparan este momento con algunos también muy climáticos, como el siglo V de Nuestra Era, en el cual cayó el Imperio Romano y se iniciaban otras formas de entender la vida. En todo caso, no ha desaparecido el capital como centro, aunque los medios intenten establecer determinadas matrices. La acumulación tiende a reproducir las maneras elitistas del poder político heredadas de siglos anteriores y existe poca o nula movilidad social en el mundo.

La política ha fracasado, pues tanto partidos tradicionales de izquierda como de derecha, dentro del rejuego liberal y la alternancia, se quedaron sin propuestas. Hoy se vive lo que conocemos como post democracia, o sea un mecanismo donde dejan de ser efectivos los contratos sociales y las leyes, así como la división de poderes, para entronizar un discurso de la univocidad principalmente a través de los medios de comunicación masiva como dictámenes de la razón y la moral. Se ejercen juicios cortantes contra figuras incómodas, sin que medien procedimientos ni pruebas, haciendo que el asesinato de imagen se transforme en un arma política más, con lo cual hemos entrado en la era de las cavernas en los  términos  más antidemocráticos.

En medio del desbarajuste, los líderes del sistema financiero globalista, nucleados en torno a las reuniones del Foro Económico de Davos, plantean una “tercera vía” que, según dicen gurúes como Soros y Gates, disolverá al capitalismo a través de medidas con rostro humanizado y leve. Se trata de los comunistas liberales, un grupo ideológico que se cuela en las luchas sociales a través de los agujeros dejados por la post democracia y la desaparición del gran otro político que fuera la Unión Soviética. Casi comportándose como una tribu urbana, estos nuevos rebeldes -impulsados por programas de becas de liderazgo con fondos de la Open Society, la Fundación Rockefeller, la Fundación Gates y un largo etcétera de “filántropos”- proponen refundar el socialismo sobre las bases de la revolución permanente de Trotsky, siendo esto último en realidad una treta política para justificar, desde algún tipo de marxismo, la ideología de las revueltas de colores y la imposición de la idea de Popper de sociedad abierta.

De hecho, Gates y Soros se hacen llamar a sí mismos comunistas liberales y el propio David Rockefeller Jr. llegó en su momento a reivindicar como una de las metas de las ingenierías sociales y transformaciones, que él financiaba, el establecimiento de un socialismo internacionalista en la manera de un poder único. Lo que esta élite está viendo en la izquierda es la oportunidad de instrumentarla y utilizar a los pueblos en contra de los pueblos, llevando a la humanidad no solo a la post democracia, sino, como ya lo vamos viendo, a una post verdad total en materia de ciencia política. También concurre el hecho de que el experimento estatal del liberalismo es cada vez menos orgánico ante la necesidad corporativa de dejar desprovistos a los individuos de las leyes que los proveen de un estatuto de derecho y dignidad. A los obreros les quieren despojar, incluso, de la condición de obreros, para convertirlos en objetos sin humanidad, a los cuales matar, sin que medien consecuencias en el orden jurídico, ya que el ámbito de los medios y de la post exactitud todo lo justifica a favor del amo y pagador.

Hacia un mundo sin salarios

Uno de los fenómenos que está viviendo el mal llamado primer mundo es la muerte de la clase media y, con ello, de la ideología burguesa liberal clásica. Esto tiene que ver con que, en términos de recursos naturales y geoestratégicos, se ha alcanzado un tope en los ciclos de expansión del capital y ahora solo tocan dos caminos: contraerse o huir hacia adelante creando algo nuevo, como es la propuesta del ideólogo transhumanista Klaus Schwab y la cuarta revolución industrial, con un mundo hiperconectado donde dejen de existir la condición y los derechos humanos como los conocemos.

Los comunistas liberales conocen del peligro de una contracción rápida de los ciclos de crecimiento y saben que la respuesta sería una ola de revueltas reales en contra del sistema, así que controlan los agujeros ideológicos y comunicacionales, así como pedagógicos y políticos. Ellos, como dueños, le temen al propio liberalismo político y lo van a enterrar para que perviva el monopolio capitalista incontestable de los clanes tradicionales y familias que desde siglos nos desgobiernan. En esta dinámica, va en marcha un proceso de sustitución del dinero, mercancía de mercancías, por un nuevo fetichismo que residiría en un metaverso digital, totalmente controlado por los dueños de los servidores, con lo cual ya entraremos en la era de la plusvalía absoluta (apropiación del aporte del obrero) y el fin de los salarios, llevados a la ínfima expresión de sustento esclavista para las funciones vitales imprescindibles.

En palabras de Gates, la creación del nuevo mundo se basará en la humanización de lo digital, siendo innecesaria la explotación obrera. Falacia que encubre el hecho de que millones serán echados a su suerte en un mundo sin empleos, con una distribución desigual de la propiedad privada y la riqueza y con una política totalitaria y de silenciamiento mediático. Los tontos útiles, aquellos que hoy integran esta inclinación supuestamente revolucionaria de la nueva era (llamada de Acuario), generan una masa crítica a través de mecanismos ideológicos funcionales a la censura sistémica, como la cultura de la cancelación o del “todo me ofende” con lo cual quieren imponer un silencio absoluto sobre los grandes temas a debate. Ser marcado como un herético por estos trotskistas sorosianos de hoy implica perder el empleo, la imagen pública, incluso la familia y las amistades. En la novela 1984 de Orwell sucedía de tal forma con los reos  del sistema, a los cuales se les ponía el mote de “no personas” antes de ser fulminados totalmente (también sus nombres se borraban de los periódicos, a través de operaciones de edición hechas por un Ministerio de la Verdad).

Lo que no saben los tontos útiles es que, luego de la clase media, cuya crisis ellos en el fondo están expresando, vendrá el fin de toda política y rebelión, de la mano del globalismo que pretende centralizar el capital para que no se vea afectado por ciclos de contracción ni turbulencias sociales y políticas demasiado resbaladizas. No solo se abolirá el concepto de humano, sino todo concepto, llevándonos a un nihilismo de la conciencia, que dependerá de algoritmos capaces de predecirla, moldearla y manejar emociones, pensamientos y acción. El post humano es un sujeto sin sujeto, donde se habrá concretado la meta ideologica del posmodernismo, la de deconstruir lo que hay de crítico y rebelde en nosotros, transformándonos en ovejas.

La portada en The Economist

El más reciente número del que pudiera considerarse como órgano oficial de Davos nos muestra un slogan “Todo bajo control” donde una mano sostiene a un hombre amarrado, quien a su vez hace lo mismo con su perro. ¿Una forma que tuvieron los globalistas de reírse en nuestras caras? La portada se refiere a la actual situación de pandemia y, aunque intenta cierta ambigüedad crítica, nos deja ese regusto amargo de la sospecha. En The Economist escriben sendas columnas Joseph Stiglitz y George Soros, dos pesos pesados del globalismo financiero, también autodenominados comunistas liberales, progres y supuestos filántropos que apuestan por un traspaso mesiánico civilizatorio.

Volviendo al tema del nihilismo espiritual, derivado de la situación concreta de la plusvalía absoluta, Soros y Davos son los más duros críticos de la religión, en particular el cristianismo, al cual quieren abolir, generando en la matriz de los medios una etiqueta mortal que estigmatiza los derechos de los creyentes: fundamentalista. Y es que en el nuevo mundo orwelliano de los globalistas no convienen otras verdades que las dichas a través de los medios y redes, verdaderos podios eclesiásticos. En ese esquema, la religión es una amenaza como ideología con una tradición milenaria resistente que pudiera servirles de refugio a los más desposeídos para exigir sus derechos.

En el sitio de la fe, la Era de Acuario quiere colocar a la tecnología y el placer (sentirse bien) como dos maneras de vivir, que conducirían, en palabras de los ideólogos, a ese socialismo en la tierra financiado por el gran poder globalista y posmoderno. En todo caso, la cristiandad es un contenido incómodo, que humaniza con su discurso a favor de los pobres y del perdón, y tales no son las metas ideológicas hacia las que nos conduce el relativismo moral de la nueva izquierda identitaria y dictatorial Made in Soros.

El Marx que rescata al hombre del proceso de fetichización y de trabajo enajenado a manos del capital, tampoco conviene, así que nada se habla de él, salvo para nombrarlo o en una pancarta, como simple ícono desde una óptica superficial y maniquea.

Los perros muertos

Para la Era de Acuario, hemos salido de la época de Piscis (una forma que tienen las élites y logias de Davos de entender los momentos de expansión y crisis del capital), por ende los cadáveres ideológicos que conviene desechar son aquellos referidos a la modernidad, el cristianismo, el liberalismo y la historia. Ello convierte a Jesús, Locke, Marx y Hegel en los grandes perdedores y transforma, aunque así no lo planteen, a Nietzsche, Heidegger, Derrida y Fukuyama en los dioses del momento.

Más allá de la teoría, de las ideas, lo que plantean los comunistas liberales ni es comunista ni liberal, sino puras etiquetas, real política, para el establecimiento de mecanismos de control sobre la vida y los recursos basados ya en una sujeción de carácter feudal. La plusvalía absoluta trae consigo la movilidad social cero, así como el trabajo enajenado totalitario, como ya lo estamos viendo en el nuevo concepto que proponen los globalistas acerca de un pago con especias (la nueva moneda digital inexistente, que se basará en los caprichos de los amos de los servidores) o con oportunidades como becas y pasantías, en las cuales se labora prácticamente gratis.

Los tontos útiles, los militantes de calle, ignoran este movimiento tras bambalinas, mientras que los líderes intermedios azuzan el fantasma de una falsa revolución basada en el género, la raza y otras identidades, como manera divisoria y nihilista de imponer una agenda deshumanizada y rapaz, cuyo efecto primero tendrá que ser reducir la demografía mundial para 2030, o sea una matanza de pobres y no su liberación del yugo sistémico. Nada nos sorprende.

Quienes denunciamos estas verdades, sentimos la desesperanza de una voz que se pierde en el desierto y las bullas de la Era de Acuario, a la cual no perteneceremos jamás.

 

 

 

Comentarios

de lo mejor que he leído en ésta Era.
henry.honda@nauta.cu

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