El Club Antiglobalista: La extraña muerte de Mike el Loco

El Club Antiglobalista: La extraña muerte de Mike el Loco
Fecha de publicación: 
3 Mayo 2021
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Imagen principal: 

Imagen de archivo del ‘loco’ Mike Hughes junto a su cohete casero.  James Quigg / AP

“La ignorancia es la fuerza”.

George Orwell (1984)

El año pasado uno de los líderes terraplanistas más populares, conocido como Mike el Loco, se cayó de su cohete casero y murió. Era uno de sus tantos intentos para demostrar que no vivimos en un globo, sino en una planicie cuyos bordes están rodeados por montañas de hielo. El movimiento que capitaneaba le rindió homenaje, mientras su abogado personal decía a la prensa que en realidad Mike nunca creyó en esas ideas, sino que las usaba como una forma de publicidad en las redes, para hacer dinero.

Estos casos relacionados con el movimiento terraplanista han despertado estudios serios sobre el impacto que la post verdad está teniendo en los públicos en un entorno donde teorías de la conspiración conviven con tesis reales y hechos comprobados. Sitios como Twitter se convierten en hervideros de estos relatos extraños que contienen a cientos de miles de seguidores. Y es que la posibilidad de publicar lo que sea le abrió un diapasón inmensurable a los fabuladores, pícaros y mentirosos. Por solo mencionar otro ejemplo, en las redes se han llegado a fundar imperios imaginarios, cuyas tierras se venden al por mayor mediante transacciones digitales; también ha habido guerras por disputas territoriales entre una y otra entidad política, a pesar de que no existan. Los márgenes del absurdo que internet establece van más allá de las ficciones más hilarantes.

Sobre el terraplanismo, los integrantes del movimiento se aprovechan de la inercia que genera el flujo constante de información y la imposibilidad de que se distinga entre lo real y lo fantasioso. Imponen la narrativa de que lo verídico es aquello que vemos, lo que tocamos. En la mente de estos conspiradores, todo lo que existe sobre la esfericidad es un manejo mediático de los poderes globales para imponer una determinada agenda. También, junto a la planicie de la Tierra, sostienen otros cuentos estrafalarios sobre civilizaciones que resguardan la frontera de este mundo y que habrían creado la raza humana como un experimento. Pero, ¿cómo es posible que en la era del conocimiento instantáneo se produzcan estas mentiras?

Las redes sociales han desvirtuado el raciocinio y su carácter verificable. Ya no resulta tan fácil ver qué es bueno o malo, útil o inútil, pues el vaciamiento del sujeto crítico y su desnudez frente a los grandes poderes mediáticos nos hacen blancos de campañas de desinformación. Lo que pudiera ser un efecto colateral de la nueva era que se vive, en realidad obedece a una lógica denigratoria, de daño antropológico. Las redes fragmentan el consumo del conocimiento, generan la aparición de tribus digitales y de tendencias desconectadas entre sí. Estaríamos hablando de un retorno a estadios irracionales de la conciencia humana.

Mike el Loco quedó preso de sus propias impresiones trasmitidas en los canales estancos de  la mentira y la post verdad. El precedente de alguien que se suicida, tratando de demostrar lo que él mismo sabe que es falso, pudiera marcar el inicio de prácticas más aberrantes en el campo de la política y de la comunicación. Las campañas más recientes en el plano electoral dan cuenta de mensajes sin asidero real que tienen un peso decisorio en los resultados y en los partidismos concretos.

Terraplanismo y Edad Media

La idea de que no vivimos en una esfera fue refutada desde hace siglos y obtuvo la confirmación por parte de los vuelos espaciales y de las fotografías que se toman desde la atmósfera. ¿Cómo se logra imponer entonces la mentira? Las redes han traido un nuevo tipo de conciencia que se basa en los presupuestos de la propaganda por saturación: una idea repetida, ampliada a través de cámaras de resonancia, puede tapar la verdad. Los operadores que administran Twitter o Facebook no eliminan los bulos sino que parecen fomentarlos, como si existiese un interés especial.

El medioevo fue esa etapa en la cual no importaban los hechos si estos contradecían la versión oficial y a los defensores de dicha fe. La llegada de la razón con el movimiento ilustrado, desplazó la creencia y colocó a la evidencia empírica como prueba y fundamento de la investigación. No era dable ya suponer, sino verificar. Este paradigma fue el que prevaleció todo el siglo XX y es el padre de los grandes inventos y avances. Sin embargo, toda revolución trae consigo un cambio en los fenómenos ideológicos y políticos y las redes reformularon la realidad. El traspaso civilizatorio requiere de la imposición de matrices falsas, que enajenen la conciencia crítica y acorralen a los que de veras quieren indagar en lo real. La posmodernidad fue el avance de un momento en el cual todo es fragmentario, vacío, sin esencia, destructivo, sin razón.

De tal manera, lo que acontece es que quien posee el volumen de voz en sus manos, puede imponerse. Ya no se trata de investigar, sino de poderes y donde antes prevalecía una visión histórica y objetiva, ahora hay una que apela constantemente a los constructos socioculturales y quiere verlo todo, absolutamente, de tal forma. Cualquier cosa es “una construcción” que responde a un poder “opresivo” y que entonces podemos deconstruir a voluntad, como si se tratase de un juego de puzles. Si la ciencia moderna dice que la Tierra es esférica, ello pudiera generarle a determinados grupos la necesidad de contradecir, de oponer su propia versión, desde un poder alternativo y por ende “legítimo” sin importar hechos ni verdades. Bajo esta era de absurdos, se imponen bulos y falsas tendencias, tras los cuales se esconden los entresijos del mercado y las manipulaciones.

Las redes devienen en paradigma de verdad, de construcción de poder y por ende las masas tienen un nuevo canal a partir del cual se definen las vidas, las experiencias y las expectativas. Retrocediendo a la Edad Media, todo ahora depende de una cuestión de fe y de manifestar el contenido de dicha creencia en los espacios públicos.

Después de la muerte de Mike el Loco

A pesar de que el legado del líder no pudo demostrarse, muchos de sus seguidores continuaron intentando viajes en cohetes caseros para fotografiar la planicie de la Tierra, negando así a la ciencia. Buena parte de los fondos que recaudara en vida este sujeto forman el caudal de la Asociación Terraplanista, que ofrece congresos, reuniones, seminarios. Esta religión toma cada vez más fuerza y se basa en el hecho de que nuestro ojo solo percibe que la superficie del planeta es plana.

El abogado de Mike, un hombre normal que tampoco creía en el terraplanismo, cobró buenos honorarios por las operaciones de traspaso de bienes de su cliente. La industria del mercado y sus transacciones forman parte de la mentira de este movimiento. Las esencias se muestran a la luz del dia, pero los medios toman el suceso como un episodio trágico y cómico más. Mientras tanto, cientos de usuarios, muchos analfabetos funcionales, siguen creyendo en las falsedades terraplanistas.

Dicen que varios de los más “encumbrados” miembros de esta corriente, toman como héroes a geógrafos e historiadores de la antigüedad, aquellos que dibujaban a la Tierra como un plano, cuyos márgenes estaban infestados por dragones. En el borde del planeta, según dicen, las aguas del mar caen en un abismo oscuro e infinito, verdadero origen de todo misterio. El retorno al oscurantismo, en medio de la era digital de la información, es un fenómeno excéntrico, real y peligroso.

 

 

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