El Club Antiglobalista: El redil somos nosotros

El Club Antiglobalista: El redil somos nosotros
Fecha de publicación: 
19 Febrero 2021
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Portada de una edición de la novela 1984, de George Orwell.

«Pero no basta con la estupidez»

George Orwell (1984)

 

¿Estamos al borde de un gobierno electrónico mundial? Los últimos acontecimientos de la política nos develan el rostro de una red de poderes cuya mayor arma es, de hecho, la posesión de los datos de los usuarios. Varios conceptos se manejan en el libro Diez razones para abandonar las redes sociales, de Jaron Lanier, pero uno de los más tenebrosos es el de «redil». Según este autor, programador, uno de los fundadores de Internet, se trata de que, una vez dentro, no puedes escapar, le perteneces a alguien más. Ese poder supra se halla por encima de todos y es invisible; de hecho, se presenta como una figura paterna, protectora, que te dice lo que es correcto.

No es raro que se apele al pensamiento mágico, inherente a la naturaleza humana, para fabricar matrices ideológicas y ambientes legales propicios a determinados poderes. Internet es hoy, de hecho, el espacio de legitimación de narrativas en torno a lo real, que desplaza cualquier disidencia de concepto, enfoque, procedimiento o ética. En el año 1970, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) dio a conocer uno de los detalles de lo que hoy se titula «MK ULTRA» o «Proyecto para un control mental». Yendo a las raíces históricas de la actividad cerebral, los especialistas contrataron a un mago mentalista profesional de nombre John Mullholland, para que redactase un documento guía con miras a técnicas de lavado de cerebro. La CIA buscaba «maneras limpias» de administrar a los humanos, sin que mediasen líquidos u otras sustancias. El mago recibió inmensos pagos por su contribución, que derivó en el estudio de ese pensamiento primitivo, aprehendido por la humanidad a lo largo de los siglos. Ese fue uno de los puntos de MK ULTRA, cuya meta era que las personas trabajaran para la CIA, sin siquiera saberlo.

Por caricaturesco que parezca, dichos estudios bucearon hasta los orígenes de la magia y la religión. Se analizó el proceso seguido por los monjes jesuitas en los interrogatorios, los cuales siempre terminaban en una ceremonia de autocrítica e inculpación por parte de los acusados. El MK ULTRA pronto vio que el sustrato estaba en destruir la identidad del individuo para proceder a la sustitución de un sujeto que se resiste, por otro que armoniza sus puntos de vista.

La Federación Mundial sin libertad

Uno de los tanques pensantes que hacen política a largo plazo a nivel internacional es el Council of Foreign Relations (CFR) norteamericano, fundado por la familia Rockefeller y que sostiene la creación de un solo país universal, mediante la muerte de las identidades nacionales. Con el pretexto de una paz duradera y del fin de las armas de destrucción masiva, la federación impondría su voluntad a través de un solo ejército.

Según detalla Daniel Estulin en su libro La verdadera historia del Club Bilderberg, el primer presidente de la Unión Internacional de federalistas fue Cord Meyer, miembro del CFR y de la CIA entre 1951 y 1977. En el libro, que era además el programa de su organización, titulado «Paz o anarquía», Meyer revela lo siguiente: «Los Estados Unidos deberán converger en un gobierno mundial y proceder a desarmarse». ¿Quiere decir eso que desaparecería el imperialismo del Estado-Nación norteamericano? En realidad, la lógica globalista procede mediante la protección y desarrollo de poderes que subyacen a las nociones hasta ahora vigentes de la política. Pero los globalistas  no creen en esas estructuras, salvo para utilizarlas a su conveniencia. Ese ha sido el único y real sentido oculto detrás de las operaciones imperiales. Significa que la entelequia «Estados Unidos» es, en los intereses de las familias poderosas, una frase hueca, una fórmula destinada al desgaste.

El verdadero cetro que sobresale está claramente en las redes, el poder que determina, predice, moldea, a millones de seres humanos. Ahí reside el único negocio que resulta lucrativo, más allá de los bancos y del dinero: el control mental en el cual se viene trabajando desde décadas atrás.

Símbolos

El poder de lo que se representa, de lo que se ve, es mucho mayor que aquello soterrado, inerte, subyacente. Como las siglas que llevaban los romanos en sus estandartes y que significaron en un inicio «El senado y el pueblo», pero que, con el tiempo y las campañas militares, devino símbolo del Imperio. Las redes de hoy, esas que penetran por el orden doméstico y llegan hasta lo público y lo político, son capaces de lograr lo que se propuso el MK ULTRA: la administración de humanos, sin que intervenga líquido ni gas hipnótico. Queda así, en apariencia, salvaguardado el derecho al libre albedrio. Solo que el redil no solo se enseñorea con quienes hacen vida en las redes, sino de la esfera offline que se define a partir de y en relación a lo online.

Los símbolos, lo representado, es el único lenguaje que funciona entre humanos, llámese idioma, arte, gestualidad corporal: aquello que vemos nos impacta, nos comunica y por ahí comienza el proceso intelectivo, el entendimiento y la asunción de conductas. En esa línea, MK ULTRA se propuso dominar todos los momentos en la cadena neurológica, desde el clic que da un usuario a una página, hasta la futura unidad de las naciones en una federación mundial basada en los lazos electrónicos y el gobierno único. Los símbolos no deberán ser independientes, sino que se les resignificará, como el estandarte romano, de acuerdo a unos intereses ajenos a los pueblos  y personas.

Para lograr lo anterior, las redes realizan experimentos de censura, que desembocan en lo que se conoce como la cancelación cultural: muchedumbres digitales anónimas, en realidad robots controlados por centros de red, boicotean determinado contenido, en función de un fin político-ideológico. Desde afuera, el bullying parece real, incontrolable, espontáneo, y para los demás miembros de la red queda marcada una pauta en la corrección de lo que se puede o no decir y, por ende, del uso de un símbolo, de una representación. De tal forma se administra, mediante el silencio y el terror, a los humanos.

Por ejemplo, recientemente el equipo deportivo Red Skins (Pieles Rojas), de los Estados Unidos, recibió toda una avalancha de crítica y boicot porque ese nombre es una «apropiación cultural», ya que en la plantilla no había nativos norteamericanos. Los dueños de la marca hicieron lo indecible para frenar el fenómeno, desde intentar contratos con indios pieles rojas, hasta «compensaciones históricas» en forma de dinero en efectivo ofrecidas a las tribus. Todo eso se documentó en redes, pero sin resultado. Los medios de prensa, periodistas y columnas, evitan mencionar al equipo, por miedo a ser objetos de la cultura de la cancelación, que implicaría el fin de sus carreras. Los símbolos se usan, una vez apropiados por el poder, como mecanismo de presión, chantaje, coacción y propaganda.

El redil

Ese concepto, el del corral que nos encierra como ganado, se esgrime en el libro-manual de Mayer, el precursor del federalismo o gobierno globalista. Así lo refieren sus palabras: «Una vez ingresada en el poder mundial único, ninguna nación deberá intentar abandonarlo, so pena de que se la haga desaparecer». El gurú del CFR dice que tal ejercicio de castigo se llevará a cabo mediante la bomba atómica, con lo cual las esperanzas pacifistas quedan esfumadas en los planes de la élite. Si bien es cierto que, en un escenario así, el uso de la fuerza pudiera acontecer, las tecnologías de administración humana, los comandos actuales, son mucho más efectivos, en tanto previenen, sancionan y frenan antes de tiempo la ocurrencia de sucesos y rebeliones.

Ese redil lo vemos en ficciones que se adelantaron, como Minority Report, el filme que revela la existencia de redes de control mental utilizadas para saber mediante algoritmos el comportamiento de cada persona y actuar sobre ella en caso de ofrecer amenazas. Uno de los elementos develados en los diferentes manuales de la guerra fría cultural es el uso del cine como un campo de símbolos, para echar a rodar matrices de opinión. De hecho, si se filmó una cinta como Minority Report, es porque era interés del poder para determinar hasta dónde estamos dispuestos a normalizar una vigilancia total y la pérdida de nuestras libertades en el campo político y cotidiano.

La etiqueta «teoría de conspiración»

Una forma efectiva de neutralizar cualquier acusación es el lanzamiento de opiniones paralelas e inverosímiles que parodien a la realidad develada. Por ejemplo, si existe la sospecha o la prueba de que la Open Society de George Soros está detrás de determinados procesos políticos (como en efecto sucede), se crea, mediante la etiqueta de «teoría de la conspiración», un relato paralelo que tienda a restarle seriedad al suceso. Así surgen los cuentos y mitologías en las redes sociales sobre los «reptilianos», o anunakis, una raza oculta entre nosotros que sería la «responsable» del globalismo y sus planes. El objetivo es sembrar ruido, división, enrarecer y desviar el debate.

Esta cortina de humo no nos permite ver qué hay detrás y, para colmo, sirve a los medios pagados para desacreditar cualquier campaña seria que acuse y devele secretos.

Sucede lo mismo con la famosa Liga Antidifamación, bajo control del CFR y del lobby sionista, cuyo fin es acusar a cualquiera de antisemita solo porque haya criticado a George Soros. Más de un periodista, sin siquiera ser de izquierdas, perdió su puesto en los Estados Unidos, fruto del linchamiento laboral impulsado por estas cámaras del terror. Según la Liga Antidifamación, todo el que azuza contra la Open Society es necesariamente un neonazi resentido, que sigue los dictámenes de «Los protocolos de los Sabios de Sion», una teoría conspirativa que culpa de todo mal al pueblo de Israel.

Las narrativas y símbolos manipulados por el control informativo de las redes del conocimiento, colocan a los críticos del poder en el lado «malo» de la historia, luego de lo cual se procede a la satanización y el silenciamiento. El uso de la etiqueta «teoría conspirativa», a la vez que denigra, tapa los meollos del sistema, impide a los investigadores su labor y castiga a los disidentes mediante la mano dura de un mecanismo de premios y contravenciones.

La evaporización

En la novela 1984 el protagonista termina renunciando a su entidad resistente, lo cual ocurre luego de que admitiera durante un interrogatorio que dos más dos no eran cuatro, sino cinco. La ruptura de la lógica conduce al sujeto de dicha ficción no solo a armonizar su personalidad con la del Gran Hermano invisible y omnipresente, sino a amarlo. En ese momento, el personaje protagónico en cuestión es ejecutado, con lo cual se «evapora».

George Orwell describe así cómo el poder miraba a las masas, desde la perspectiva de entidades leves, sin peso, que pueden ser corregidas a través de finos mecanismos quirúrgicos o extirpadas del tejido social. En su libro sobre las redes sociales, Lanier refiere el peligro de que eso que hasta ayer se leyó como una novela, un cuento o cualquier ficción, ya esté ocurriendo. El redil somos nosotros.

Comentarios

me parece muy interesante la publicación y creo que es verdad y recomiendo a todos los cubanos y cobanas lo lean. pone al descubierto lo más oscuro y siniestro de la políca mundial con un aire tenebroso que me heriza los pelos. estamos ante un tema delicado y descunocido por la mayoria de los habitantes de este planeta. pues este mundo va a la quiebra y la pregunta de si este planeta tiene salvación se me hace más evidente y la respuesta es la destrucción de la cultura, la historia, la conciencia, la naturaleza en general,etc hasta llegar a un caos sin regreso. Dios nos ayude y las personas usen bien su cerebro y podamos contrarestar estos mecanismos de dominación
teresaap@nauta.cu

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