El Club Antiglobalista: El ejército oscuro del nuevo orden mundial

El Club Antiglobalista: El ejército oscuro del nuevo orden mundial
Fecha de publicación: 
31 Mayo 2021
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Esa es la condición básica de la vida, soportar que violen tu identidad.

Phillip K. Dick.

La revista Newsweek publicó sobre la existencia de un ejército de cuentas falsas (más de 60 mil), conocido como la “armada secreta” norteamericana, que habría recibido anualmente un presupuesto federal de 900 mil dólares para realizar labores que no quedan especificadas en ningún documento al alcance del pueblo, instancia gubernamental ni la prensa. A partir de la creación de un ecosistema interdependiente en las redes y de su alto nivel de invasividad global, este tipo de trabajo ingenieril ha logrado un impacto sostenido en los procesos políticos, llegando a hablarse de un nuevo tipo de control social y del manejo de las representaciones y de la ilusión de falsa muchedumbre. Los algoritmos y la inteligencia artificial, al contrario de lo que suele pensarse, no son máquinas que actúen al margen de intereses humanos, sino que surgen precisamente unidos a estas nociones sicológicas, emotivas y de plena manipulación de masas.

Jared Lanier, autor de un exitoso libro donde se nos exhorta a abandonar las redes, nos narra cómo ninguno de los padres de familia de Sillicon Valley permite que sus hijos se acerquen a los aparatos conectados. De tal manera, se evidencia el nivel de miedo que emana de esos fenómenos  en unas redes que ya no son aquel sueño de la libre opinión, sino una granja distópica, una verdadera pesadilla totalitaria. El ejército de cuentas falsas estaría detrás de operaciones bien definidas dentro del marco de la guerra comunicacional, donde militan otras cuentas subordinadas, las cuales a su vez se especializan en trabajos menores, como linchamiento, vigilancia, miedo, descrédito e incluso violencia directa hacia las víctimas. Además, como bien se ha determinado, las cuentas son un organismo que puede influir en las conversaciones, creando estados de opinión globales, eliminando otros. De tal manera, casi nada de lo que sucede y se posiciona en las redes acontece de forma fortuita, azarosa, sino bien planificada, con un interés y líneas de trabajo que apuntan hacia metas políticas.

Para Jared Lanier, un gurú de Internet y de hecho uno de sus fundadores, hay que irse de forma definitiva de unas redes que están licuando la conciencia de las personas al actuar sobre la psique humana a partir del trabajo con algoritmos e inteligencia artificial. El ingeniero cree que esta herramienta puede incluso modificar el pensamiento y las emociones de los usuarios, haciendo que estos se comporten, de forma involuntaria, de una determinada manera. Lanier habla del ejemplo de Donald Trump, a quien dijo conocer en el pasado y que habría sido transformado. Para el desarrollador, el ex presidente es un producto tóxico, un resultado directo de Twitter y sus entornos corrosivos, repletos de ego y de trabajo psicológico con lo peor del alma humana. Si la teoría de este gurú es cierta, estamos ante herramientas que de forma deliberada pueden generar una dictadura global de la conciencia, suprimiendo nuestra capacidad individual de juicio.

El reporte de Newsweek llama a las cuentas con el nombre del “el ejército oscuro”, ya que se desconoce desde cuándo estaría operativo y a quienes posee bajo su mando, aunque se sabe del pago de honorarios a los miembros. Esto acontece en plena violación a los principios democráticos fundantes de los Estados Unidos, los cuales establecen que no pueden existir secretos de tal magnitud. El llamado Estado Profundo o gobierno a la sombra se ha servido en las últimas décadas de esas herramientas para sustituir presidentes, patentizar movimientos sociales, silenciar tendencias de opinión y otras manipulaciones de orden comunicativo. Al parecer, no solo se trata de chantaje ni del control de la conciencia, sino de una guerra solapada, mundial, cuyas implicaciones son bien visibles en el día a día de unas redes cada vez más contaminadas.

El nuevo orden

Tal y como se concibe Internet, el entorno ha pasado a jerarquizarse, dejando de largo la pretensión democrática y horizontal. En realidad existe un verticalismo invisible que opera a través de los trending topics, los cuales se generan artificialmente. Para ello se pueden comprar las cifras de liderazgo o se cultiva dicho poder en granjas de cuentas falsas, las cuales replican un mismo mensaje. El propio Lanier explica que tiene poca fe en que redes como Facebook logren regular legalmente la ocurrencia de estos fenómenos porque, como dice él en su libro, se trata de que la plataforma existe para eso, es en esencia así: jerárquica, hegemónica y basa su poder en la disparidad entre usuarios.

Y es que resulta que la gobernanza se ha mudado de la vida analógica hacia la digital. El mundo transita por un traspaso de tecno paradigma producto de lo que se conoce como la Cuarta Revolución Industrial, un concepto defendido por la élite financiera en torno a los debates del Foro de Davos. El sistema, tal y como hoy existe, se halla en su lecho de muerte y fenómenos como la pandemia de la Covid 19 sirven de catalizadores en el uso de las tecnologías y el abandono de viejas formas de hacer negocios y de trabajar. Ello trae aparejado un cambio en la política y en los procesos organizativos humanos en general, en la socialización y en la moral dominante. En la tercera década del siglo XXI se está viendo la el nuevo rostro de lo que será el mundo por venir, basado en las tecnologías de la convergencia, las cuales cambian libertad por seguridad.

¿Qué significa lo dicho anteriormente? El nuevo paradigma no está muy lejano y de él depende la subsistencia de las élites, las cuales renovarán el sistema a su favor. Ello conlleva la destrucción de conceptos y nociones civilizatorios que antes nos salvaguardaban. El imperio de la igualdad ante la ley, la privacidad, la presunción de inocencia y de derechos son ya construcciones barridas de plano por las redes sociales. Todo se quiere ver como un algo que puede deconstruirse a voluntad de un determinado poder y debido a ello, las sociedades modernas liberales de hoy tienen sus días contados. ¿Qué vendrá después? Diversos analistas coinciden en señalar que la posesión del control de masas a través de la tecnología retrotrae al mundo hacia una especie de jerarquía más dura, en la cual si naces en un estamento eres inamovible, lo cual asegura la longevidad de las grandes fortunas.

Las conversaciones no son hechos baladíes, sino marcas que te determinan la vida, que quedan ahí para siempre y que sirven de pautas para modificar tu comportamiento. A su vez, esos datos son usados ya sea a manera de chantaje, ya como indicios, para que los algoritmos trabajen tu mente y la guíen hacia aquellos proyectos más propensos al sistema. El destino de las sociedades, Soros dixit, son las sociedades abiertas, las cuales no permitirán que exista siquiera el más mínimo espacio a la libre creación, la rebeldía o cualquier otro orden alternativo. Diversos proyectos de Sillicon Valley trabajan no solo en crear mejores algoritmos sino en digitalizar vidas humanas y tornarlas eternas, de forma que al morir pasemos a una especie de cielo artificial, creado con softwares. A ello se le llamaría el metaverso y ya hay equipos que hacen grandes adelantos.

El nuevo orden mundial va de demoler las democracias e instaurar un autoritarismo desde la asimetría tecnológica. El reseteo económico propuesto por la élite de Davos se dirige precisamente a que no haya la posibilidad de otros centros de poder, sino que mediante la uniformidad de políticas se llegue a la concreción de un único gobierno a través de las diferentes instancias y ONGs que componen el entramado globalista.

Ahora mismo, las cuentas falsas trabajan en la creación de esa nueva moral del mundo que emerge. Los estados de Facebook tienen un gran impacto en las masas, así como las tendencias en Twitter. Los algoritmos son capaces de calcular con exactitud la manera en que debe hacerse dicha labor de ingeniería. Se llega a niveles de una precisión propia de obras distópicas. El traspaso de tecno paradigma funciona rápidamente, acompañado de todo el universo de reversión política y desmonte de la vieja moral, y la gente cree que ello acontece de forma natural, simple.

El redil

Los patrones de las redes sociales obedecen a conceptos que están en la base civilizatoria y que no se pueden desarraigar. Por ejemplo, el hecho de que el animal político humano solo pueda hacerse sentir a través de estas herramientas, ha obligado a todos los partidos a cambiar su configuración y propuestas y a su vez los coloca bajo un poder mucho mayor, globalista, que los chantajea y los jalona a su gusto. Se trata del redil, noción de la que habla Lanier, la cual desnaturaliza al viejo mundo y sus procederes e impone que, si quieres existir, si quieres trabajar, entres en las redes sociales.

Por tanto, el trabajo de las cuentas falsas y de ese ejército es mucho más serio y profesional de lo que puede pensarse. Ahora mismo, estarán  identificando a los periodistas críticos, los voceros alternativos y los focos de resistencia para agredirlos y acallarlos. Quizás esta columna esté entre dichos blancos a batir, el tiempo dirá.

 

 

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